El Perdón y la venganza

El resentimiento genera un gran peso, es como traer cargando un costal de piedras, y aunque no lo crean está asociado al cáncer
Por Rosa Chávez Cárdenas
Los seres humanos vivimos en polaridades, fluctuamos en conductas opuestas del estado de ánimo. El resentimiento se genera con corajes, frustraciones guardadas y está basado en la forma como cada uno interpreta su enojo de acuerdo con su cultura, también en proyecciones, modelos culturales y familiares, depende de la madurez psicológica. Por el contrario, el perdón como antagonista está relacionado con las redes neuronales que también procesan la venganza. De manera que estos opuestos: odiar y perdonar se encuentran bajo un circuito en el cerebro que lo hacen decidir en base a las consecuencias.
Un suceso se valora en forma diferente dependiendo de la situación. Mary, tan introvertida, muy obediente se basó en lo que le decía su madre “calladita te ves más bonita”. Se guardó los agravios de parte de su esposo, hasta que llegó a un punto de no retorno. Me compartió con tanto resentimiento acumulado por los agravios de su marido. “¡Si tuviera una pistola, lo mato!”.
Si platicáramos con las mujeres presas en las cárceles por homicidio, nos daríamos cuenta de que eran mujeres pacíficas, crecieron con el modelo de una madre sumisa, batallando con una pareja atrapada en adicciones, hasta que un día explotó como un volcán en erupción.
Cuantas veces me comentan que no se defienden y no se trata de violencia, no se atreven ni a contestar con palabras: “me tengo miedo” es la respuesta, tienen la idea que el día que lo hagan el coraje acumulado va a salir con agresiones.
La educación formal contribuye a que los niños acumulen el coraje que luego se convierte en odio, hasta que el niño regresa un golpe a su agresor y sin tomar en cuenta el bullying que estaba sufriendo es señalado como agresivo y toman medidas tan drásticas como darlo de baja en la escuela, en lugar de conciliar y resolverlo con disculpas y el perdón.
El perdón tiene beneficios sobre las complejidades de las interacciones sociales, perdonar es un acontecimiento que necesita hacer el cerebro, ofrece ganancias potenciales para evitar venganza y nos libera de somatizaciones, enfermedades que la mente cargada de emociones para proteger la psique de no salirse de la realidad drena a los órganos y de esa manera se experimentan las enfermedades.
Es muy conocido que después de un coraje arde el estómago, sube la presión arterial, brota una alergia y hasta puede presentar diarrea. Pero lo que pocos identifican en la mayoría de las ocasiones, la que se tiene que perdonar es la persona así misma por haber tolerado y que no puso límites.
El principal temor que tienen la mayoría de las personas al ofrecer una disculpa es que el otro se aproveche de esa vulnerabilidad y no acepte las disculpas, lo que puede ser contraproducente.
Al cerebro le gusta el orden, la organización el control en todos los aspectos de la vida, la manifestación del orden revela un cerebro más organizado, desde el orden de un armario, la oficina, la cocina, hasta el orden de pensamientos.
El resentimiento genera un gran peso, es como traer cargando un costal de piedras, y aunque no lo crean está asociado al cáncer. Cuando la persona se libera del resentimiento, cuando mantiene el orden y el control de las circunstancias experimenta condiciones de placer más intensas.
El cerebro humano es producto de una evolución, los humanos hemos avanzado de motivaciones violentas, agresivas hacia el entendimiento, y al hecho de procurar mayor generosidad y diálogo con el objeto del respeto y calidad de vida.
El perdón y la venganza se entrelazan en la memoria y aprendizaje, el control de impulsos se modifica con el deseo de mejorar en la vida cotidiana.
El cerebro humano tiene un sistema para sentir, generar y exigir venganza, tiene una motivación, la necesidad de infligir castigo. En cambio, la persona que perdona es capaz de analizar el suceso, reconocer su error y su nivel de empatía se incrementa.
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