
El uso de las palabras tiene su “ángel”, debemos usarlas con cuidado, ser poetas al hablar, sensibles al escuchar y selectos a elegir qué decimos y cómo actuamos cuando nos dicen, cuando nos hablan
Por Juan Carlos Hernández
Cuando fui niño escuchaba a los señores mayores hacer tratos de palabra y lo cerraban estrechando sus manos con un fuerte apretón, no firmaban con tinta, no hacían contratos y no tenían siquiera testigos pues todo era arreglado a la mera y sencilla “palabra” que anteponían para el cumplimiento del acto ahí pactado a priori o posteriori. Eso era honor y honrar la palabra. En tal sentido la palabra y cumplir en ella tenía mucho significado.
Hoy día siquiera pensar que exista la posibilidad de que se honre la palabra, puede ser probable aun en algunas personas, aunque el común denominador ya no lo es más. Cuando hablamos comunicamos un mensaje tan nuestro que hasta nos define, nos mostramos tal cual somos de pensamiento y acción.
“Una palabra hiere más profundamente que una espada”: Robert Burton.
Pero también el uso de las palabras tiene su “ángel”, debemos usarlas con cuidado, ser poetas al hablar, sensibles al escuchar y selectos a elegir qué decimos y cómo actuamos cuando nos dicen, cuando nos hablan. Pues a palabra dicha poco remedio se tiene para recuperar lo que se comunica. Aunque también nuestra palabra debería ser motivacional hacia el prójimo, causarle reflexión, cambio, tan siquiera duda, pues con ello provocaríamos quizá un interés si nuestras palabras fuesen emotivas y asertivas.
“Prosa: palabras en el orden más adecuado; poesía: las palabras más adecuadas en el orden más adecuado”: Samuel Taylor Coleridge.
Debemos pues encausar nuestro pensamiento ordenado y convertirlo en palabra que genere en los demás lo sublime, el apremio, el amor, la acción, la expresión, de dulzura, compasión, ternura, exaltación, virtud, actitud, simpleza, bondad, buen testimonio, recato, pudor, misericordia, gracia, quietud, aliento, regocijo, y compasión.
“Puedes acariciar a la gente con palabras”: Francis Scott FitzGerald.
Evitemos el dolor, aflicción, menosprecio, lágrimas, mortificación y cualquier pena que no ayude al que está frente a nosotros, cuando usemos las palabras, pues estamos llamados a querer y a amar al prójimo, pues no estamos en este mundo para causar enojo a los demás.
“Aquel que conoce el poder de la palabra presta mucha atención a su conversación. Vigila las reacciones causadas por sus palabras, pues sabe que ellas no retornarán al mismo punto sin haber causado su efecto”: Florence Scovel Shinn.
Seamos ejemplo vivo y real no solo en el hacer también en el decir, utilicemos la expresión para engrandecer el espíritu, resaltar lo creativo propio pero también del otro, decirlo hoy, pues las palabras no se las lleva el viento, antes bien se quedan a quien las dirigimos, seamos proactivos y elocuentes.
“Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento”: Voltaire.
Nada nos cuesta ser amables al hablar. Rescatemos con la palabra la buena comunicación. Démosle poder a nuestras palabras. Estamos hechos para hacer el bien y no el mal. ¿Sí o qué opina?