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El trabajo de nuestras “aportaciones voluntarias»

Apoyar a un bombero o a un policía es fortalecer nuestro propio entorno. No se trata solo de recursos, sino de dignificar a quienes nos protegen

 

Por Guillermo Moreno Ríos

El pasado jueves 19 de junio, durante nuestra reunión mensual en el seno del Consejo INCIDE, fuimos testigos de una de esas sesiones que no solo informan, sino que sacuden la conciencia. Nos reunimos con los presidentes de dos patronatos fundamentales para la vida pública de Hermosillo: Alexis Samaniego, del Patronato de Bomberos, y Ramón Ángel Ortega, del Patronato de Seguridad Pública. Ambos llegaron no a pedir, sino a rendir cuentas y compartir los logros que han sido posibles gracias al compromiso de ciudadanos y empresarios que, sin esperar permiso actúan. La reunión, coordinada por Marcos González, nos permitió ver de cerca cómo una sociedad puede organizarse con seriedad, responsabilidad y eficacia para cuidar a quienes nos cuidan.

Alexis Samaniego nos presentó un panorama integral del trabajo del Patronato de Bomberos. Desde la adquisición del robot Seri, hasta la reconstrucción de la estación en Bahía de Kino, pasando por la compra de más de 140 equipos de combate y la entrega de 265 uniformes en octubre pasado. Compartió las gestiones para adquirir equipos de respiración autónoma, costando entre los 150 mil y 200 mil pesos cada uno. En 2024 y 2025, los bomberos han recibido formación internacional en Houston y en Cartagena, Colombia, en temas tan especializados como incendios en edificios altos o manejo de tanques de combustible. Además, han ganado 25 medallas en los Juegos Latinoamericanos de Policías y Bomberos en Cali. La imagen del bombero preparado, digno, fuerte y respetado se está construyendo con acciones concretas y se nos hizo las invitaciones a la Carrera del Bombero en septiembre de 2025 y al tradicional curso para niños en verano impartido por el UPIH.

Del otro lado, Ramón Ángel Ortega nos ofreció una radiografía de un modelo que ya es ejemplo a nivel nacional: el Patronato de Seguridad Pública. Solo en el primer cuatrimestre de este año, se recaudaron más de 1.1 millones de pesos en donativos ciudadanos a través del recibo de agua, y más de 430 mil pesos en aportaciones empresariales. Gracias a eso, se entregaron 172 becas educativas para hijos de policías, se otorgaron más de 800 apoyos médicos y psicológicos, y se canalizaron más de 24 mil apoyos sociales en total. ¿El retorno social? Un 660%. Es decir, por cada peso invertido, la comunidad recibe seis pesos con sesenta centavos en beneficios directos. Y esto no incluye la confianza, la tranquilidad ni la seguridad que genera tener policías con sentido de pertenencia, ética y respaldo.

Escuchar los informes y ver de frente a quienes lideran estas nobles causas me trajo recuerdos profundos. Conozco de cerca el esfuerzo real que implica mantener vivas estas instituciones más allá del discurso oficial. He visto cómo muchos gobiernos, sin importar partido o época, han relegado la protección, equipamiento o bienestar del personal, limitándose a cubrir gasto corriente. Sin embargo, también he sido testigo de algo poderoso: cuando la ciudadanía se organiza, aporta con voluntad y compromiso, puede construir estructuras más eficientes, humanas y responsables que la propia gestión pública.

 

 

En este camino, no puedo dejar de reconocer y recordar la labor de Don Gustavo Mazón, Mágalo Figueroa, Héctor Cuéllar y José María Moreno. Sus liderazgos fueron determinantes para impulsar una participación ciudadana que muchas veces ha hecho lo que le correspondería al gobierno, con acciones que no sólo inspiran, sino que nos obligan a pensar… y repensar.

Nuestras aportaciones no son caridad, son inversión en paz y seguridad. Apoyar a un bombero o a un policía es fortalecer nuestro propio entorno. No se trata solo de recursos, sino de dignificar a quienes nos protegen: darles acceso a salud mental, educación, estabilidad familiar y formación continua. Un servidor público respaldado trabaja mejor, es más justo, menos vulnerable a la corrupción y más firme ante el riesgo. Si ellos están bien, todos estamos mejor.

Claro que hay diferencias de opinión y es saludable que existan. Prefiero el pensamiento crítico al silencio cómodo. Reconozcamos que el gobierno municipal ha hecho lo propio y ha dado pasos importantes para respaldar a quienes nos cuidan. Pero también es momento de subir el escalón. No basta con mantener; hay que transformar. Los patronatos nacen cuando la sociedad asume responsabilidades que otros han postergado, y cuando estos funcionan, se nota, qué bueno que estamos avanzando… pero aún faltan acciones para que juntos vayamos más lejos.