
Está ubicado en San Lorenzo de El Escorial, dentro de Madrid y consta de una basílica excavada en la roca, ocho capillas y el monumento de la Santa Cruz. Ahí están las tumbas de Franco y Primo Rivera
Por Dr. Jorge Ballesteros
El nuevo presidente español del “El PSOE”, Pedro Sánchez (El López Obrador de España), pretende entrar en la Basílica del recinto del Valle de los Caídos para sacar los restos del Generalísimo Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera, del Valle y luego desmantelar la Cruz.
Quiere vulnerar la libertad religiosa y de culto amparándose en la ‘Ley de Memoria Histórica’. Estas son las pretensiones sacrílegas, anti históricas, revanchistas, sectarias y ofensivas del gobierno socialista y sus socios comunistas y separatistas en contra del grandioso monumento del Valle de los Caídos.
La norma de Memoria Histórica que está aplicando Sánchez es “una ley de venganza histórica y hostil hacia los creyentes cristianos”.
El monumento del Valle de los Caídos fue construido entre 1940 y 1958 por orden del general Francisco Franco en recuerdo de los caídos en la Guerra civil española. Está ubicado en San Lorenzo de El Escorial, dentro de la Comunidad de Madrid y consta de una abadía benedictina, una basílica excavada en la roca, ocho capillas, una explanada y el monumento de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. En la basílica se encuentran las tumbas de Franco y Primo Rivera, fundador de la Falange Española. Por encima de ella se alza una enorme cruz de 150 metros de altura.
El día 1 de Abril de 1959 Francisco Franco inaugura el grandioso monumento de la Santa Cruz del Valle de los Caídos.
Es el templo excavado en roca granítica más grande del mundo. Su longitud de 255 metros, supera a la de San Pedro del Vaticano, y su cúpula es sólo inferior en 2 metros a la cúpula del Vaticano y bastante mayor que la de Santa Sofía de Constantinopla. La gran Cruz que corona el monumento tiene 150 metros de altura y cada brazo tiene 24 metros, equivalente a un edificio de 10 pisos.
No existe en Europa un monumento funerario comparable y en el Mediterráneo sólo puede tener rival en las pirámides de Egipto.
Su origen se remonta a la guerra civil española de 1936 al 39, la idea partió del propio jefe del estado Francisco Franco, que por dos decretos el primero de 1939 y el otro de abril de 1940 se pretendía construir un monumento en memoria de los caídos en la guerra civil española, coronada por una gran Cruz que simbolizara La Paz y el Perdón entre españoles, como signo de la reconciliación de los dos bandos que habían estado enfrentados en la guerra civil española.
La Guerra Civil Española se conoce como el conflicto bélico que estalló entre el bando nacional contra el gobierno marxista de la Segunda República Española entre el 17 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939 en España, concluyendo con la victoria de los nacionales comandados por el general Francisco Franco por sobre el bando republicano o comunista.
José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, puso en movimiento a la Juventud española contra la penetración marxista que numerosos agentes de la URSS realizaban en España.
Al estallar el movimiento nacionalista el presidente de la República, Azaña mandó capturar y fusilar a José Antonio por ser el guía espiritual de la juventud falangista y se convirtió en un símbolo agigantado de la España tradicional, católica y nacionalista. Lo secundaron millares de jóvenes falangistas.
La amenaza que se cernía sobre la independencia y la existencia misma de España como nación, era determinante o luchaba por seguir siendo libre o caía bajo la égida comunista convirtiéndose en un satélite más de la URSS.
El levantamiento militar se vio inmediatamente secundado por un vasto sector de españoles y la lucha se generalizó en un largo frente. De un lado estaba la masonería, el comunismo y algunos círculos liberales y del otro lado estaban los nacionalistas, y los católicos.
En los primeros momentos, antes de que se libraran las grandes batallas, la atención se centró en el Alcázar de Toledo, donde el coronel José Moscardó resistía con mil hombres el asedio de 12 mil rojos (comunistas) que dominaban la ciudad de Toledo.
Dos días después el jefe de los sitiadores hizo enlazar las líneas telefónicas y le habló al Coronel Moscardó. “Le exijo —manifestó— que rinda el Alcázar en un plazo de 10 minutos, y de no hacerlo así fusilaré a su hijo Luis que lo tengo aquí en mi poder. El Coronel Moscardó oye la voz de su hijo de 17 años, por el teléfono y le pregunta: “¿Qué hay hijo?” —Que dicen que me van a fusilar, si no rindes el Alcázar…
El Coronel Moscardó le contesta: Pues encomienda tú alma a Dios, da un grito de ¡Viva España! Y muere como un patriota… “Un beso muy fuerte, papá”… —le contesta Luis.
El jefe comunista de los sitiadores vuelve a tomar el aparato y el Coronel Moscardó le dice: “Puede ahorrarse el plazo que me ha dado puesto que ¡El Alcázar no se rendirá jamás!”.
Poco después Luis fue fusilado en un suburbio de Toledo, casi a la vista del Alcázar donde su padre seguía combatiendo. El Alcázar se hallaba aislado y bajo fuego creciente de sus atacantes, sus tropas iban siendo diezmadas, y con escases de víveres, faltaba el parque y los medicamentos.
Después de dos meses y seis días de sitio y en gran parte convertido en ruinas, con gran mortandad de sus defensores, el Alcázar fue liberado con la llegada de las tropas franquistas del general Varela al que saludó el Coronel Moscardó con las siguientes palabras: “Sin novedad en el Alcázar, mi general”…
Y el Alcázar, en ruinas, fue el símbolo de la lucha Española contra el marxismo; un símbolo de la contienda que iba a costar cerca de un millón de vidas.
En esta guerra por el bando nacional se sumaron: marinos y aviadores, requetés y falangistas, legionarios, regulares y «simples» soldados de todas las Armas; italianos, y alemanes de la Legión «Cóndor» los portugueses, «viriatos» o simples legionarios; rumanos y los rusos «blancos», estos encuadrados en la legión o en las Banderas de requetés; franceses, belgas o ingleses que vinieron a España para dar su vida y defender sus mismos ideales.
Por el lado republicano: las Brigadas internacionales de la URSS (comunistas y masones de todos los países) y el apoyo casi simbólico de Lázaro Cárdenas, que mandó algunos cartuchos y rifles (para vergüenzas no ganamos).
Fue una lucha feroz, sangrienta, sin dar cuartel, concluyendo con la victoria de los nacionales comandados por el general Francisco Franco por sobre el bando republicano.
Por eso los comunistas, masones y liberales no les perdonan a Franco y a José Antonio que hayan salvado a España, les odian y quieren sacar sus restos del valle de los caídos y derrumbar la enorme Cruz cristiana que les recuerda su fracaso y derrota.
Quieren borrar la historia.
“Pobres locos, los que no comprenden que los hombres pueden a veces cambiar el futuro… pero jamás el pasado”: Alejandro Dumas.