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Expansionismo sionista en Palestina

La ONU y la Unión Europea (UE) rechazaron la decisión unilateral de Trump sobre Jerusalén y expresaron su preocupación; el estado judío de Israel nunca ha contemplado la existencia de un estado palestino independiente

Por Dr. Jorge Ballesteros

Continúa la indignación mundial por la decisión del presidente de EE.UU., Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como la capital del régimen israelí.

Ningún asunto en Medio Oriente ha sido tan contencioso como el estatus de Jerusalén, una ciudad que tanto israelíes como palestinos reclaman como su capital.

El miércoles 6 de diciembre, Donald Trump, ignoró las advertencias de la comunidad internacional y hasta de sus asesores y secretarios, y declaró que su país reconoce la ciudad palestina de Jerusalén como la capital del régimen de Israel, además de indicar que trasladará de Tel Aviv a esa urbe la embajada de EE.UU.

El presidente palestino, Mahmud Abás, dijo que el anuncio de Trump viola “todas las resoluciones y acuerdos internacionales” y anima al régimen de Israel “a seguir con la política de ocupación, asentamiento y limpieza étnica”.

La ONU y la Unión Europea (UE) rechazaron la decisión unilateral de Trump sobre Jerusalén y expresaron su preocupación por las consecuencias de esta iniciativa.

Las protestas contra esta medida van en aumento, cientos de estudiantes palestinos en la Franja de Gaza rechazaron el reconocimiento estadounidense de Jerusalén, también desencadenó masivas protestas fuera de los territorios ocupados palestinos. El Líbano, Turquía, Indonesia y Afganistán se convirtieron en escenario de masivas manifestaciones contra esta decisión. En algunas ciudades de Europa también se realizaron manifestaciones por esta medida, las protestas llegaron incluso al frente de la Casa Blanca, en Washington y también en Nueva York.

En Beirut, capital libanesa, la marcha realizada frente a la embajada de Estados Unidos se tornó violenta tras la intervención de las fuerzas de seguridad.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) se volvió en contra de EE.UU. en una reunión de urgencia para tratar el tema palestino. En la reunión ningún país salió en defensa de EE.UU. y prácticamente todos le alertaron de que su postura vulnera las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y amenaza con incendiar Oriente Medio.

El estado judío de Israel nunca ha contemplado la existencia de un estado palestino independiente. Los sionistas nunca han aceptado la existencia de un Estado Palestino por muy troceado y no contiguo que fuera, ni la división de Jerusalén, ellos quieren un Israel para ellos solos.

Entre otras cosas, primero porque no aceptan ceder Cisjordania, territorio que dispone de tierras de buena calidad, y al cual nunca darán la soberanía.

Segundo, porque no está dispuesta a compartir con los palestinos el enorme ingreso del turismo religioso que allí se concentra.

Y tercero, lo más importante, porque al gobierno de la entidad sionista lo que le interesa no es tanto el enjaular a los palestinos en Cisjordania principalmente y en Gaza, más bien lo que ellos quieren es limpiar esas tierras de palestinos y, para eso, deben hacerles las condiciones de vida tan malas que los obliguen a emigrar y a desocupar las tierras lo que, obviamente, no les está resultando fácil.

Esta actitud de los judíos de Israel no es nueva, fue la política desde el principio. Uno de los creadores del Estado Sionista, David ben Gurion señalaba el año 1937 “Debemos expulsar a los palestinos y tomar sus lugares” y el año 1948 previo a la instalación de la entidad sionista sostenía: “Debemos utilizar el terror, el asesinato, la intimidación, la confiscación y el corte de todos los servicios sociales para deshacernos de la población palestina”.

Por su parte, para el fundador de la extremista Legión Judía durante la Primera Guerra Mundial, el judío-ruso Zeev Jabotinsky afirmaba “No hay alternativa, los palestinos deben ceder la tierra para los judíos. Ningún autóctono abandona su tierra por voluntad propia, por lo tanto debemos utilizar la fuerza, expulsar a los palestinos”.

Para el judío-alemán Shlomo Lahat, miembro del movimiento terrorista judío Hagan y quien llegó a ser general de Israel expuso: “Nosotros debemos matar a los palestinos, a menos que ellos acepten vivir como esclavos”. A confesión de parte relevo de pruebas.

¿Por qué toma esta decisión Donald Trump?

El presidente estadounidense resuelve la cuestión de sus apoyos internos en EEUU. Allí (en Estados Unidos) hay un importante grupo de influencia israelí que no permitirá iniciar un proceso de ‘impeachment’ o juicio político por la abrupta destitución reciente de James Comey, director del FBI. El abogado estaba al frente de la investigación que estudiaba si el Kremlin se había infiltrado en los comicios presidenciales de Estados Unidos y había ayudado a Trump a alcanzar el poder.

El anuncio ha sido un balón de oxígeno para Netanyahu, que tuvo que soportar la protesta de decenas de miles de israelíes el pasado 2 de diciembre pidiendo la dimisión de su gabinete por corrupción.

Exhibir el poder de su yerno judío Jared Kushner, acorralado por la justicia de EE.UU. por ordenar a Flynn conseguir el apoyo ruso para anular una votación en el Consejo de Seguridad, que iba a condenar los asentamientos ilegales israelíes en Cisjordania.

Es además una muestra el aumento de la influencia del vicepresidente Mike Pence (un sionista cristiano) en la Casa Blanca. Pence ha sido el portavoz de los partidarios de reubicación de la embajada en Jerusalén.

Contentar al lobby proisraelí de EE.UU., que le criticaba por su trato poco entusiasta hacía Israel e incumplir su promesa electoral al respecto. El magnate de los casinos de Las Vegas, Sheldon Adelson, vinculado con el partido Likud israelí, que había donado 35 millones de dólares a la campaña electoral de Trump, le acosaba con la pregunta de ¿Cuándo el traslado de la embajada?

Desencadenar más conflictos étnico-religiosos en la región en el cumplimiento del Proyecto del Nuevo Oriente Próximo, imposibilitando la creación de un estado palestino, y de paso, ampliar el negocio de la militarización de la zona.

Forzar a la Autoridad Palestina a aceptar la llamada “Iniciativa de Paz” de Jared Kushner que propone olvidarse del “estado palestino” y del regreso de los refugiados, conseguir una autonomía con la soberanía de Israel sobre las fronteras y el espacio aéreo de Cisjordania, a cambio de recibir un generoso paquete de ayuda financiera destinada a la burguesía palestina.

Con su popularidad por los suelos, Trump intenta recuperar el apoyo de millones de votantes de derecha y sobre todo de los evangélicos sionistas, que fueron los que lo llevaron al poder y que son la nada despreciable cantidad de 50 millones de evangelistas partidarios de Israel.

El cristianismo sionista omnipresente dentro de las líneas principales de las denominaciones estadounidenses evangélicas, carismáticas e independientes, incluyendo las Asambleas de Dios, los Pentecostales y los Bautistas del Sur, así como muchas de las mega-iglesias independientes.

Los cristianos sionistas se creen un segundo pueblo elegido y piensan que su destino está ligado al del pueblo judío. Para ellos, el regreso de Cristo se producirá únicamente cuando los judíos se hayan reagrupado en Palestina, por ello apoyan a Israel en el despojo de las tierras que pertenecen al pueblo de palestina. El mismo Trump pertenece a esta corriente de cristianos sionistas.

Todo esto se da en un contexto de derrotas recientes de Estados Unidos y sus aliados Israel y Arabia Saudita, en Irak, y Siria, el fracaso en Yemen, el no poder desestabilizar al Líbano, el empantanamiento de la guerra de Afganistán, el fortalecimiento de la republica Chiita de Irán, que cada vez tiene más influencia en el mundo árabe, así como el acercamiento de estos países a Rusia que los ha apoyado política y militarmente.

Por eso el caos global que desató el presidente de EE.UU., para crear un propicio ambiente bélico, tiene como objetivo final la guerra de Israel contra Irán: ya sea en forma directa, o en forma indirecta contra Siria y/o la guerrilla chiíta de Hezbolá en Líbano.