Farmacias Similares, lo mismo pero más marranos
Por Feliciano J. Espriella /
Es fructífero lucrar con la salud de los más necesitados. Evidentemente. Víctor González Torres es un vivo ejemplo de ello
El popular Dr. Simi, Víctor González Torres, debería pensar en cambiar el slogan de su cadena de farmacias por algo más congruente con la realidad de lo que sucede en sus establecimientos. El título de esta columna podría ser bastante apropiado.
Indolentes y traficantes del dolor
En el último siglo han hecho su aparición infinidad de individuos y entidades que se han aprovechado de la natural preocupación de los humanos por conservar la salud o recuperarla en caso de haberla perdido.
En múltiples ocasiones han sido descubiertas corporaciones en las que a pesar de no tener pruebas suficientemente contundentes de que algún medicamento no representaba riesgos en la salud de quienes lo consumirían, lo lanzaron al mercado. Posteriormente se pudo comprobar que sí era peligroso y deterioraba los organismos que los consumían.
¿Alguien recuerda la talidomida? Fue desarrollada por la compañía farmacéutica alemana Grünenthal GmbH, es un fármaco que fue comercializado entre los años 1957 y 1963 como sedante y como calmante de las náuseas durante los tres primeros meses de embarazo.
Sin embargo, años después se descubrieron efectos muy nocivos. Por causa de la talidomida, miles de bebés nacieron en todo el mundo con severas malformaciones irreversibles. Muchos de estos individuos tuvieron (y tienen) dificultades en integrarse en la sociedad a causa de su limitación física.
Del juramento de Hipócrates a la Ley de Herodes
Supongo que todavía en las escuelas de medicina de todo el mundo le siguen enseñando a los alumnos el famoso “Juramento de Hipócrates”, el cual invita a los futuros galenos a obrar siempre con rectitud y en beneficio de sus pacientes, una vez que ejerzan el noble oficio de velar por la salud de los humanos.
Hay sin duda muchísimos médicos que son verdaderamente ejemplares y utilizan sus conocimientos científicos a favor de la humanidad. Desafortunadamente son los menos. Quisiera creer que tan siquiera la mitad de los médicos de la actualidad ejercen su profesión como Dios manda, pero tengo la impresión de que el porcentaje de buenos y probos profesionales de la salud, es muy inferior al cincuenta por ciento.
Centros hospitalarios deshumanizados
Decenas de historias se dan a diario en las cuales en clínicas, hospitales, dispensarios médicos y multitud de establecimientos similares, se discrimina, veja, ultraja y se pone de patitas en la calle, a quien no demuestra no tener recursos suficientes para pagar por adelantado los servicios médicos que necesitan.
No han dejado títere sin cabeza a todo lo largo y lo ancho del país. Mujeres en trabajo de parto, heridos desangrándose, enfermos en agonía, sin importar edad o grado de urgencia de atención médica, les han negado el acceso en un momento en que pudieron haber tenido opciones de sobrevivir.
Aquí en Sonora, en el sexenio anterior hubo varios decesos de indigentes que murieron después de varios días de permanecer a las puertas de una institución de salud del estado. A la fecha, que se sepa, los responsables, que debieron ser juzgados como verdaderos criminales, que lo fueron, si acaso tuvieron pequeñas consecuencias.
Es fructífero lucrar con la salud de los más necesitados.
Evidentemente. Víctor González Torres es un vivo ejemplo de ello. Propietario de una enorme cadena de farmacias en la que según dice sus productos son “lo mismo pero más baratos”, su clientela en un altísimo porcentaje es de los estratos sociales más desprotegidos, pero ello no es obstáculo para que cuanta persona entre a uno de ellos, intenten hincarle el diente.
Hace unos días, una conocida mía fue a consultar a uno de los médicos que tienen en las farmacias. Cobran barato la consulta y recetan una buena cantidad de medicamentos que surten en la misma farmacia.
Tenía tos desde hacía varios días. El médico le recetó dos tipos de pastillas y un jarabe, el cuál, le dijo que si podía lo acompañara con un té, para lo cual le puso la palabra té, abajito de las indicaciones de cómo tomar el jarabe. No estaba en el renglón de prescripciones ni había nombre alguno de algún té.
Al llegar a su casa, sacó las medicinas para escribir las indicaciones en cada caja y no encontró en ningún lado el nombre de la caja del té, cayendo en cuenta hasta entonces del abuso de que había sido objeto.
Otro ejemplo. Actualmente a las personas mayores a 70 años que renueven o saquen una licencia de manejo, deben presentar examen médico que los certifique aptos para manejar. Es una medida razonable y en la propia agencia fiscal les dan a los interesados el norte de que los médicos de las Farmacias Similares les pueden hacer el examen de manera rápida y económica.
Y así es, sólo que como se trata de clientes necesitados en el momento y de alguna manera apresurados, les cobran el doble de la consulta normal. Igualito que en las farmacias convencionales en las que los dependientes le ofrecen a los pacientes siempre lo más caro.
¿Lo mismo pero más barato? ¡Qué va! yo más bien diría: “Lo mismo, pero más marranos”, porque esquilman a quienes menos tienen.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.