GeneralNoticias_Recientes

Guerra híbrida en contra de Polonia

Migrantes, en la frontera de Polonia con Bielorrusia

Al borde de la guerra: Polonia no arriesga su soberanía

Por Dr. Jorge Ballesteros

Nemeth definió la Guerra Híbrida como la “forma contemporánea de la guerra de guerrillas” que “es una continuación de la guerra pre-estatal que se ha vuelto más efectiva porque emplea tanto tecnología moderna como métodos de movilización modernos”.

Este conflicto fronterizo entre Polonia y Bielorrusia, se da en el contexto de la  guerra fría existente entre Estados Unidos y Rusia, es como un tablero de ajedrez y los peones son los migrantes y refugiados, se utiliza a la gente como arma de guerra.

Miles de migrantes ilegales han arribado a la frontera de Polonia y de Bielorrusia, procedentes de Irak, Siria, Yemen, Afganistán, el Congo, y de las regiones kurdas, bueno, hasta de Cuba y Venezuela hay gente.

La crisis en la frontera se ha estado gestando desde mediados de año, con migrantes que tratan de cruzar de Bielorrusia a Polonia, Lituania y Letonia. Muchos desean dirigirse a Alemania, que increíblemente ha abierto un nuevo cupo de refugiados musulmanes para aceptar de esta ola migratoria, con la complicidad de la presidenta de Alemania, Ángela Merkel o mejor deberíamos de decir Rebbekah Kasner su verdadero nombre judío.

Turquía, siempre dispuesta a crear inestabilidad en la UE y más especialmente en Alemania, que es el destino final de todos esos refugiados. Ha estado fletando vuelos, fundamentalmente de kurdos, a 1.500 € euros y billete el visado de salida –no se trata precisamente de pobres-. Visas con destino a Bielorrusia que eran generosamente expedidas por sus embajadas.

Polonia está defendiendo su frontera, que es la frontera de la UE de una oleada de inmigrantes ilegales que pretenden asaltarla por la fuerza. Varsovia ha desplegado su ejército para evitar el asalto de miles de refugiados que pretenden instalarse en el continente

Estados Unidos y la Unión Europea acusan a Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia cargo que ocupa desde el 20 de julio de 1994, de crear intencionalmente una crisis al traer migrantes desde Oriente Medio y luego llevarlos a sus fronteras con la Unión Europea, miles de personas están varadas y resisten las bajas temperaturas en campamentos improvisados, con escases de alimentos y medicamentos, cuando menos 10 personas han fallecido.

Polonia estableció una zona de exclusión a lo largo de su frontera y ha desplegado a miles de soldados y policías, este dispositivo de seguridad esta reforzado por una malla de púas. Del otro lado miles de gentes esperan con solo unas carpas para protegerse del frío

La complicidad de Minsk en la crisis es incuestionable. La venganza de Lukashenko contra Polonia, y eventualmente contra Lituania y Letonia, países con los que Bielorrusia también tiene frontera y ansias de venganza, es de una enorme torpeza estratégica.

Minsk anunció que como respuestas a las duras sanciones económicas europeas por la violación de derechos humanos en Bielorrusia, es decir en venganza por no haber logrado el triunfo de la “revolución de color”, llenaría a los países de la UE de “droga e inmigrantes”. Una reacción absurda y condenable, típica de un autócrata nostálgico de la Unión Soviética.

“Occidente con sus guerras injustificadas es el responsable del flujo de refugiados”, declaró Vladimir Putin para referirse a la situación actual. No le falta razón al presidente ruso. En definitiva, esta tensión entre Polonia/UE-Bielorrusia/Rusia supone una victoria política y propagandista para las posiciones atlantistas en Europa oriental, espacio clave donde se está jugando la guerra geopolítica de mayor transcendencia para el futuro de Europa.

Privada de influencia en Georgia y de “de facto” con una Ucrania aliada de la OTAN, Moscú no puede permitirse perder Bielorrusia, el último estado exsoviético europeo bajo su órbita. Bielorrusia es un estado-tapón típico que usa una gran potencia (Rusia) para amortiguar los conflictos y tener una primera línea desde la que actuar –diplomática y militarmente- sin involucrar el propio territorio.

En este caso es un arma de doble filo, al ser Bielorrusia el último estado-tapón que le queda al Kremlin en Europa también está obligado a seguir y apoyar cualquier aventura –por arriesgada y absurda que sea- de Minsk.

Aproximadamente 15.000 soldados polacos se han trasladado a la frontera para ayudar a los agentes fronterizos, y el gobierno nacional ya ordenó poner a todo el Ejército polaco en “máxima alerta”, el nivel de preparamiento de una guerra convencional.

La escalada de tensión, el despliegue del ejército polaco en la frontera, con la misma respuesta de las fuerzas bielorrusas, ha motivado que Rusia haya enviado ya a unidades de élite de paracaidista y helicópteros con armas nucleares en apoyo a Minsk. No es en absoluto una buena noticia para el conjunto de los europeos.

De seguir escalando este conflicto y no llegar a una solución puede ser la chispa que provoque un enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN, y en un descuido escale a un conflicto con  armas nucleares.

Es necesario ver la evolución de los acontecimientos y observar quién asume el liderazgo de la solución y demuestra ser un político con visión continental. En este sentido Putin ha dado un primer paso proponiendo una reunión entre los gobiernos alemanes y bielorruso.