Hermosillo 2018–2025: Las tendencias del mercado inmobiliario

Por Guillermo Moreno Ríos
Tres ideas clave de 2018. Sin certeza jurídica no hay inversión sostenible; una ciudad que se desparrama expulsa a su gente; la industria solo deviene bienestar con vivienda bien ubicada. Seis años después, toca preguntarnos: ¿le hicimos caso?
La brújula que no caduca
Confianza. El tipo de cambio va y viene; lo invariable debe ser el respeto a reglas y permisos. En 2025 hay apetito, pero las decisiones se ganan con certidumbre y plazos claros.
Ciudad. Frenar la periferia y apostar por densidad con usos mixtos en polígonos con agua, transporte y servicios: vivir cerca del trabajo es tiempo, dinero y salud.
Economía y territorio. Con motor manufactura–tecnología, el inmobiliario no puede ser solo lujo: hace falta vivienda media/medio-baja junto a parques industriales y oficinas.
¿Qué hicimos bien?
Se movieron piezas: vivienda social, renta con opción a compra y mayor capacidad institucional para adquirir suelo y construir. El motor productivo sigue (base automotriz y parques tecnológicos); esa dupla —industria viva + instrumentos de vivienda— es plataforma para el salto. Hermosillo mantiene competitividad: talento, emprendimiento, academia y un ecosistema de innovación mucho más maduro que hace una década.
¿Dónde nos quedamos cortos?
Confianza. Los fraudes dañaron patrimonios y la tesis de ciudad: cuando el comprador desconfía, todo se frena. Urgen reglas claras para preventas, garantías de entrega, lista blanca de promotores, sanciones y trazabilidad de obra.
Localización. Cuando la vivienda social se levanta lejos del empleo y los servicios, repetimos el error: las familias gastan más tiempo y dinero, y el municipio encarece su operación al llevar infraestructura a donde aún no hay ciudad. La ecuación es clara: suelo barato + servicios caros + riesgos pluviales = ciudad costosa e insegura. En otras palabras, es planeación al vapor, sin diagnósticos de riesgo y con decisiones opacas. La salida sensata: priorizar polígonos servidos y densificar con mezcla de usos.
Agua y calor. Con veranos extremos, toda decisión de suelo debe pasar por un filtro hídrico-climático. La ALR debe consolidarse como infraestructura verde y amortiguador, no como reserva de fraccionamiento.
¿Por qué no cambia la cultura?
Por un lado, seguimos calculando solo el costo de construir y no el costo de vivir: contamos metros vendidos, pero no horas de vida ahorradas ni riesgos mitigados. El cambio exige incentivos alineados: densidades, subsidios y permisos solo donde haya agua disponible, gestión del riesgo, empleo cercano y transporte; de lo contrario, el mercado vuelve a la periferia. Por el otro, persiste un hábito cultural hermosillense: soñar con el patio amplio y la carnita asada, mientras se mira con recelo la vivienda en altura, a la que muchos llaman despectivamente “pichoneras”. Toca demostrar —con buen diseño y buena localización— que la ciudad compacta puede ofrecer calidad de vida, comunidad y seguridad.
2025–2028: decisiones que sí mueven la aguja
Apoyos solo donde haya agua, empleo y transporte, con reglas públicas e innegociables; declarar la Presa Abelardo L. Rodríguez parque metropolitano e infraestructura de regulación con plan maestro y metas de recarga; limpiar el mercado con registro digital de preventas/avances, póliza de entrega y lista blanca; acercar vivienda al trabajo mediante alianzas parque–desarrollador (renta/venta a 20–30 min con comercio, escuelas y transporte); y que toda obra pague su parte de movilidad y clima: estacionamiento gestionado, rutas y bici-infra básicas, arbolado y sombra.
¿Tuvo razón 2018?
Sí, en lo esencial: sin certeza no hay inversión; sin compactación no hay ciudad; sin vivienda para las mayorías la industria no se vuelve bienestar.
Fallamos en acelerar la práctica y en poner agua y calor al centro.
Hermosillo 2025 está en bisagra: motor productivo, energía limpia e instrumentos de vivienda ya existen.
Si alineamos suelo, agua, movilidad, seguridad y confianza, el próximo corte no dirá “pudimos”, dirá lo hicimos: ganaremos tiempo, salud y oportunidades, no solo plusvalía pasajera, que solo ha beneficiado a los desarrolladores de vivienda.
*Síntesis de la ponencia presentada en INCIDE A.C. por el Lic. Alberto Limón Figueroa (Revista INCIDE, Ed. 135, 2018) y balance 2025.