Historias de desaparecidos en la frontera
Por Imanol Caneyada/
Estas son apenas un puñado de historias en un territorio, la frontera, que históricamente ha sido propicio para desaparecer voluntaria o involuntariamente
La frontera siempre ha sido considerada como un territorio fértil para desaparecer. De norte a sur, de sur a norte, las ciudades fronterizas se han convertido al final en un tercer país conformado a través de la convivencia y la tensión entre ambos lado de la línea.
Van y vienen drogas, armas, personas y, de pronto, desaparecen.
Algunas de estas historias tienen final feliz, otras, no. Cuando se trata de ciudadanos norteamericanos interviene el Consulado de aquel país.
Nos dimos a la tarea de sumergirnos en los cables diplomáticos relacionados con Sonora que Wikileaks puso a disposición del público, y nos encontramos con un patrón bastante curioso y sorprendente: en los cinco primeros meses de 2007, hubo ocho reportes de ciudadanos de Estados Unidos desaparecidos en Nogales.
El patrón no se vuelve a repetir ni antes ni después. En ningún otro año encontramos este tipo de reportes, y mucho menos concentrados en un periodo de tiempo específico.
Tal vez dejó de ser importante para la diplomacia norteamericana si sus ciudadanos (algunos de origen mexicano, otros no) se hallaban en situaciones comprometedoras.
Lo que está claro es que por medio de estos cables diplomáticos, podemos asomarnos a este territorio fronterizo, donde las nacionalidades se difuminan y donde las aduanas se convierten en cómplices para desaparecer.
La chica de los masajes
El 29 de enero de 2007, Suzanne McGraw reportó al Consulado la desaparición de su hija Britny, de 16 años. La muchacha tenía en su haber un historial de nueve huidas del hogar.
La señora McGraw pensaba que su hija se encontraba en Nogales, Sonora, en una casa de masajes ubicada en la calle Ruiz Cortines número nueve, en donde ya había trabajado con anterioridad.
La señora McGraw proveyó de fotografías de su hija al personal del Consulado.
Por tratarse de una menor de edad, el Consulado se comunicó con el DIF-Nogales con el objetivo de coordinar una visita el salón de masajes.
El 31 de enero, personal del DIF y el Consulado se presentaron en el salón de masajes. Britny no se encontraba. Sus compañeras confirmaron al personal del consulado y del DIF que en efecto trabajaba en ese lugar pero que había cruzado la frontera. Probablemente regresaría en la noche o al día siguiente.
Cuando los empleados consulares se comunicaron con Suzanne McGraw para informarle sobre los acontecimientos, ésta les dijo que su hija se había reportado desde casa de una amiga, en Phoenix, Arizona. También les dijo que se encontraba muy cansada, que se iba a dormir y que mañana vería a su hija. Aunque creía que probablemente se regresara a Nogales.
El Consulado reportó al DIF la situación y le solicitó que si detectaba a Britny en el salón de masajes, les avisara para poner a la menor al cargo de las autoridades de Arizona.
El primero de marzo, la policía de Nogales encontró a Britny en compañía de un grupo de adultos mexicanos en posesión de droga.
Al día siguiente fue repatriada y quedó bajo la custodia de su madre
Salvar a los niños
El 8 de febrero de ese mismo año, las autoridades del DIF se comunicaron con el Consulado para avisarles que una mujer había dejado a su cargo a tres ciudadanos estadounidenses menores de edad.
Se trataba de Migdali Patricia, de siete años, Sujey Betzabeth, de cinco, y Ósmar Valentín.
Las dos niñas habían sido puestas a disposición de la casa hogar para niñas Madre Conchita, en Nogales; una empleada de la casa hogar había acogido en su casa al niño pues éste contaba con 18 meses y no podía permanecer en Madre Conchita.
El personal del Consulado visitó a los menores y pudieron constatar que se encontraban bien de salud y emocionalmente estables.
Posteriormente localizaron a la madre, Migdalia Jiménez, una indocumentada mexicana de 37 años residente en Tolleson, Arizona, cerca de Phoenix. El padre de las dos niñas, Amílcar Efraín Hernández, vivía también en Tolleson; el padre del niño, Valentín Pérez Barrera, se encontraba en paradero desconocido.
Migdalia Jiménez contó a las autoridades del consulado que le había dado permiso a la niñera de llevar a sus hijos a Nogales. Durante una semana no había tenido noticias de ellos. No sabía por qué la niñera no había regresado a los niños.
Cuando los empleados del Consulado le preguntaron por qué no había reportado su desaparición ni a las autoridades de Arizona ni a las consulares, la mujer respondió que como era indocumentada no se había atrevido; por lo mismo, tampoco podía cruzar a México.
Argumentó que le había pedido a un familiar del estado de Guerrero que fuera a recoger a los niños a Nogales y los cruzara a Arizona.
El Consulado reportó el caso a los Servicios de Protección al Menor de Arizona. Descubrieron que existía una denuncia por abusos sexuales contra las dos menores supuestamente cometidos por Valentín Pérez, padre del bebé de 18 meses, quien era buscado para que respondiera por el delito.
El Consulado inició los trámites para repatriar a los tres menores y ponerlos a disposición de las autoridades de Arizona.
La niñera que llevó a los menores al DIF-Nogales nunca pudo ser localizada.
Un día antes de regresar

A principios del año 2006, Nicole Marie Sims, de 23 años, cruzó la frontera con un mexicano cuya identidad desconocía Genia Sims, madre de Nicole, encargada de hacer el reporte al Consulado. En esa época, Genia Sims residía en Yuma, Arizona.
Durante ese año, Genia no tuvo conocimiento del paradero de su hija. En octubre recibió una llamada de Nicole desde San Luis Río Colorado; le aseguró que al día siguiente cruzaría la frontera y se reuniría con ella en Yuma.
Genia Sims ya no volvió a saber nada de su hija. La mujer reportó el caso al FBI y a la policía de Yuma. No hubo respuesta de las autoridades de aquel país.
Finalmente, el primero de marzo de 2007 acudió al Consulado para solicitar ayuda en la búsqueda de su hija.
La señora estaba convencida de que Nicole Sims seguía en México.
Tres días después, Genia Sims se comunicó con el Consulado para informar que su hija se encontraba sana y salva en San Luis Río Colorado.
Robo de mariguana
El 2 de abril de 2007, la señora Daniela Castelo se comunicó con el consulado para reportar la desaparición de su hijo Julian René Kirchoff, de 22 años. Unos meses antes, el muchacho y su amigo Jeremiah Delk le habían robado a un grupo de narcotraficantes de Naco, Sonora, 200 libras de mariguana.
Poco tiempo después, Julián René Kirchoff comenzó a recibir llamadas telefónicas con amenazas de muerte.
El 9 de febrero, en los condominios donde vivía Julián René, en Bisbee, Arizona, se registró un enfrentamiento entre sujetos desconocidos. Se escucharon detonaciones de arma de fuego. No se reportaron ni heridos ni muertos.
Daniela Castelo sostuvo que su hijo, probablemente fue secuestrado esa noche.
El 10 de febrero denunció su desaparición ante la policía de Naco y Agua Prieta, en Sonora.
Desde entonces, no volvió a saber de él.
Estas son apenas un puñado de historias en un territorio, la frontera, que históricamente ha sido propicio para desaparecer voluntaria o involuntariamente.
Algunas de estas historias tienen final feliz, otras no. Todas nos remiten a la posibilidad de dejar de estar en el lugar donde estuviste siempre, con la gente que estuviste siempre.