Huachicol: Un brazo del mal

Por Manuel Gutiérrez
La batalla contra las tomas clandestinas en gasoductos de Pemex, contra el brazo del mal en forma de crimen organizado, más sus cómplices en el gobierno actual, hansido una espiral ascendente en materia de crecimiento de las actividades ilícitas. Se ha llegado a extremos inimaginables de fracaso en el combate a esa forma de delincuencia organizada, al mismo tiempo que en las sombras gubernamentales de la 4T se esconden los padrinos oficiales, de las redes del Huachicol.
La crisis de Pemex llega a deudas que motivarán un severo recorte de su personal en todas las áreas, y definitivamente el 1.8 millones de barriles fijados como meta por la presidenta Sheinbaum, dista mucho de ser sostenido a diario. Menos de lo que produjo en los tiempos neoliberales, en que el boquete no era tan grande y algunos momentos Peña Nieto logró detener las pérdidas, aunque Pemex un bloque muy pesado y difícil de rescatar.
Adicionalmente, se producen percances en la operación natural de las redes de distribución, en las plantas de refinación, y las varias veces inaugurada planta de Dos Bocas, que no refina nada más que dinero y disgustos, nuevamente tiene fecha para ver si comenzará a funcionar, esta vez de la mano de la presidenta.
La situación financiera de Pemex es muy delicada: Con más de 120 mil millones de dólares en deuda, incluso en entidades petroleras en México, con proveedores de servicios que se han manifestado por falta de pago, desde Veracruz a Tabasco. Pero a todo ese panorama adverso se suma la amenaza que el huachicol representa para mermar las finanzas productivas de Pemex.
Con datos de Pemex, de Secretaría de Economía y del INEGI, se desprendieron datos escalofriantes de la magnitud de un problema que nunca pudo ser resuelto por el presidente López Obrador.
La cifra de tomas clandestinas en el país, según los datos publicados en Milenio el 11 de noviembre del año en curso, muestran una curva de ascenso dramática en el crecimiento de este problema, que es ya una tercera parte del total que produce Pemex, según los datos presentados por la Organización Nacional de Expendedores lo que significa una cifra de 1,346 millones de pesos de ingresos al crimen organizado.
La pérdida para la empresa pública, ya que tiene ese rango, se estiman en 14 mil 243 millones de pesos, en un problema que no para de crecer. La Secretaría de la Defensa anunció un programa de vigilancia con drones y unidades móviles en las redes, pero al parecer no se aplicó con éxito esta solución. Las cifras hablan del éxito de la delincuencia, la SEDENA no anuncia sus resultados.
En 2024, el Huachicol, representa la increíble cifra de 115 mil 038 tomas clandestinas, al primer semestre de este año, todo un dren vital a la circulación y vida nacional.
Los estados en que esta práctica se realiza al parecer con impunidad o incapacidad de las autoridades federales para impedirlo, son en primer término: El Estado de Hidalgo, que cuenta con 26 mil 231 tomas, en forma sorpresiva el problema escaló al segundo lugar nacional en Puebla, que llegó a 10 mil 537 un asalto exponencial, el tercer lugar es del Estado de México, con 10 mil 264 tomas clandestinas, pero les sigue JALISCO CON 6 MIL 249, en tanto Guanajuato pese a su pequeña extensión territorial, ya padece 5,696 tomas clandestinas.
Veracruz, sigue en ese deshonroso listado con el sexto lugar con 5 mil 568 tomas, Tamaulipas, con 5 mil 472, Nuevo León con un mil 999 y se suman con Querétaro con 1.988 tomas, cerrando las diez entidades con el mayor problema, Tabasco, estado eminentemente petrolero con 1, 855.
Esto significa que el 93% de la recolección ilegal de combustible, se da en estas diez entidades, pero todos los estados del país, presentan el problema, aunque no con cifras tan alarmantes el robo de combustible y su tráfico ocurre en todo México. La ley de nadie impera en los bienes de la nación, dado que se oficializó el status de Pemex a patrimonio nacional, atando a México a salvarlo de las repetidas crisis.
La dinámica del robo de combustible, provoca también serios daños ambientales, para comunidades vecinas, terrenos agrícolas afectados, y el riesgo de incendios. Incluso cerca de Tonalá, Jalisco se dio un incendió de una toma clandestina, ubicado de la zona metropolitana lo que refleja que los ladrones de combustible operan casi con impunidad.
El auge del huachicol está cambiando el panorama de seguridad y economía del estado de Puebla, con 10 municipios seriamente involucrados en este fenómeno, deformando su vida social y los parámetros de seguridad.
La lucha contra este mal, se inició de manera absurda en el sexenio de la 4T con López Obrador, que cerró el suministro de distribución de todos los gasoductos, a los grandes centros urbanos nacionales, para “evitar la corrupción y de paso evitar el huachicol” provocando una severa escases que distorsionó totalmente la vida de las grandes ciudades del país, las colas de las gasolineras fueron si entrada a la solución del problema.
La metida de pata se resolvió con el encargo misterioso de más de 900 pipas por conducto del Secretario Anterior de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrad, que las consiguió en los Estados Unidos, no en las marcas de camiones y tracto camiones nacionales que los producen aquí. El desenlace de esta comisión fue borroso. López se jactó de un triunfo, pese al caos que provocó y las pérdidas que causo, pero era falso.
López Obrador, festinó el triunfo de su medida, aunque no hubo tal, y silenció el tema en la mañanera, siendo un asunto crucial para la seguridad y economía nacional, en el inicio de esa administración se reportó la recuperación de 6 millones de litros en Puebla, pero en septiembre 12, afectaron 12 colonias del Estado de México, en Villa Frontera, Tlaltepango y afectó 95 escuelas y 180 pacientes internados en hospitales.
Pero nadie imaginó la dantesca tragedia de la que no hubo responsables, ni queja que procediera en los Derechos Humanos ya en la era de Piedra. En el Km 226 del oleducto de Veracruz a Tula, Hidalgo, se produjo un intento de toma que desató una fuente enorme de combustibles, que de manera increíble inconscientes ciudadanos acudieron a bañarse y recolectar a granel el combustible fugado, ante la impasible mirada de la Guardia Nacional y Ejército Mexicano.
La tragedia previsible ocurrió, una chispa desató una enorme explosión e incendio, en que perecieron 137 hidalguenses que se encontraban en el lugar. Un hecho que no debe olvidarse y del que las autoridades prefirieron omitir como tema de las sesgadas mañaneras, en que se optó por no mencionar el tema. Sin culpables, sin reparación del daño, sin justicia.
Este problema como otros temas nacionales adversos, por su negligencia, malos manejos e imprevisión, ha llegado al extremo que los delincuentes perforan túneles para conectar los ductos y extraer el producto y pasarlo a sus depósitos clandestinos, pero de ello nadie señala nada.
La palabra huachicol, es al parecer un derivado de un vocablo náhuatl, que significa adulteración, dilución o de la expresión Wacht a call, del inglés. Como sea, significa combustible robado, probablemente adulterado y que se vende a precios más bajos de los precios oficiales, que alcanzan los 27 pesos por la gasolina de mayor octanaje, en muchos lugares del país.
Las entidades mencionadas con seria presencia del huachicol, presentan problemas sociales, atrasos, tanto en empleo, alimentación, falta de seguridad social, servicios médicos, y deficiencias de educación, ahí no funcionaron los programas asistenciales, ni el reparto de dinero para votos, más que en ese sentido, no para disminuir la pobreza.
La pregunta entonces es que se hizo en todo el sexenio para resolver un asunto tan grave, que ahora está presente como un tema urgente para la presidenta Sheinbaum, y efectivamente sólo se habló de soluciones ficticias, números felices pero falsos, en tanto el ascenso de las cifras del huachicol llegan a niveles que resultan difíciles de creer, pero los datos son del mismo gobierno de la transformación que no es capaz de reconocer fallas o fracasos, y los tapa con mentiras.
Mentiras, ocultación de los temas delicados, subterfugios y reparto de culpas al pasado y a la oposición fueron el recurso empleado, pero la realidad es que la soberanía de Pemex se encuentra hipotecada, pero a diario pierde más de 18 millones de pesos por esas fugas delictivas.
Y adicionalmente, se ofreció regalar 700 millones de dólares en petróleo a Cuba, ayuda “humanitaria” que inició López Obrador, para apoyar al gobierno dictatorial de la isla, bajo el sofisma del bloqueo financiero y que la presidenta Sheinbaum, fiel a las órdenes superiores de Palenque, decidió continuar, ya aportó México 440 mil barriles, de petróleo y 65 mil de diésel, que le parecen una bicoca a la presidenta que alega que por día Pemex genera 1.8 millones. Pero a los mexicanos no les regalan un solo litro de carísimo combustible que es nuestro, sólo a los cubanos que padecen el socialismo y el monopolio político de una revolución atrofiada y carcelaria.
El panorama de Pemex, es tan negro como el crudo que extrae, e igual de difícil de procesar para encontrar soluciones efectivas. El problema que se deriva de la pérdida de viabilidad del gobierno federal y estatal, en todas las entidades, han generado un severo caos de inseguridad, mal clima de inversión, y nulas garantías de ley y orden, y un derivado de ello es el huachicol, un medio sumamente lucrativo para las arcas del crimen organizado que siguen diversificando sus alcances y su capacidad de organización, con la presumible complacencia de autoridades venales dado que nunca se logra detener a nadie de importancia en esas redes, o ya lo hubieran festinado como acostumbran.
Pronto de esto nadie sabrá nada, sin el Instituto Nacional de Transparencia e Información de Datos, ni sin el Consejo Regulador de Energía, los delitos seguirán, pero investigados por el mismo gobierno, ni siquiera la opinión pública y los medios de información independientes podrán dar versiones fidedignas de estos asuntos. No resuelven la corrupción, ni el robo, solo lo ocultan.