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Inquebrantable: una sonorense en pie de lucha

Por Lilly Téllez

Humilde de cuna pero de espíritu y vocación enormes, la maestra Marcela Zazueta debería estar en el aula, en cambio es rechazada y agredida por las autoridades del Estado de Sonora.

Algo salió mal con la Reforma Educativa, Marcela es un ejemplo de que en algún punto se pervirtió parte del espíritu de los cambios al sistema.

A los maestros se les ha tratado como “los malos” en el proceso de fortalecimiento de la educación.

En Sonora hay mujeres prominentes que luchan por mejorar la vida de la sociedad desde sus discretas trincheras, sin pretensiones de reconocimientos y protagonismo.

En el “En el Día Internacional de la Mujer” celebro a la maestra Marcela, profesora y activista inquebrantable.

Está casada y es madre de tres hijos. Creció en el seno de una familia ganadera y campesina de escasos recursos en el ejido Mayojusalit en el municipio de Etchojoa.

Su padre nunca terminó la primaria pero desde muy pequeña le decía que la única herencia que les dejaría sería la educación: “El sueño de mi papá era que fuéramos profesionistas y en nuestra localidad solamente se imparte educación primaria, por lo que estudiar sería una meta difícil de lograr pero no imposible”, dice orgullosa.

La primera vez que sintió el llamado de la vocación de la docencia fue gracias a una maestra de matemáticas en la Secundaria Técnica #46 de Benito Juárez, plantel al que llegaba caminando cuatro kilómetros de ida y vuelta todos los días.

Con grandes esfuerzos logró ingresar al Centro de Estudios Pedagógicos de Ciudad Obregón.

Su determinación era sólida, sus oportunidades mínimas: ¿cómo lograr vencer todos los obstáculos de haber nacido en una situación de pobreza y en un lugar donde no hay ni escuela secundaria?

Dejó el hogar familiar como pudo y persistió en sus estudios para lograr su sueño de llegar a ser docente.

En el 2002 lo logró como maestra en la Escuela Primaria Juan Bourjac del Ejido Las Placitas, en Hermosillo, donde sus alumnos llegaban a caballo a recibir clases.

Marcela Zazueta explica que aunque pasaban meses en que trabajaba sin paga, el hecho de ser profesora representaba “una profesión de mucha vocación… te involucra en los acontecimientos de la comunidad, se tiene un gran compromiso con los alumnos y padres de familia: si se alimentan (correctamente) y cómo se encuentran en lo emocional”.

A la par de su trayectoria de más de 15 años en el aula, Marcela es una destacada activista magisterial. Ella admite que no eligió ser activista pero la vida la puso en ese lugar.

Lamenta que su propio sindicato, el SNTE, les vendió a sus compañeros la idea de los supuestos beneficios que les traería la reforma a la ley del ISSSTE y que derivó en el deterioro de la seguridad social de los trabajadores federales.

Con motivo de la aprobación de la Reforma Educativa, Zazueta se involucró activa y decididamente en la oposición magisterial, en un ambiente de linchamiento mediático contra los maestros que protestaban contra la medida.

“No ha sido fácil, en noviembre de 2015 cuando encadenaron mi casa por dos ocasiones, sentí miedo por mi familia. Mi único delito era informar lo que estaba en la Ley de Servicio Profesional Docente. No podía dejar que el miedo me ganara… hemos llorado pero nos hemos recuperado de los golpes físicos, emocionales y económicos que nos han dado”, asegura.

Marcela forma parte de un grupo de 53 maestros cesados en Sonora, desde el 15 de abril de 2016, por no aceptar la Reforma Educativa.

La maestra ganó un amparo para su hija que fue expulsada del CENDI 1 de Hermosillo, como represalia por su protesta. Dice que se estaba violentando el derecho a la educación de su niña en el ánimo de presionarla aún más. El juez ya dio la orden para que su hija sea reinstalada en la guardería.

La profesora Zazueta sostiene que la alienta la solidaridad y el apoyo entre las mujeres: “Lloré con la maestra Patricia Duarte cuando me platicaba sobre la tragedia de la Guardería ABC en la que perdió a uno de sus hijos. Vi llorar a la doctora Reyna Longoria cuando daba a conocer como están enfermando los habitantes del Rio Sonora”.

Zazueta reprocha que nada ha cambiado en Sonora el hecho de tener una mujer gobernadora, ya que el 8 de marzo del año pasado, en el evento del Día Internacional de la Mujer que encabezaba Claudia Pavlovich, a escasos metros de la mandataria fue agredida por las lideresas del PRI cuando protestaba junto a un grupo de profesoras cesadas.

La profesora y activista reclama una mayor atención a las necesidades de la mujer mexicana: “Las mujeres desempeñamos un rol muy importante. Nos encargamos de sacar adelante nuestra familia y la sociedad. Valoro mucho a las mujeres que han triunfado en la vida y nunca pierden sensibilidad para tratar a los demás. Yo pienso que el respeto se gana, no se exige”.

Maestros como Marcela, con esa vocación de entrega a sus alumnos, con preparación académica incuestionable y reconocidos por los padres de sus alumnos son los que necesitamos en Sonora.

Ellos, que son los héroes anónimos, los que han dedicado sus vidas a la enseñanza a pesar de tantas carencias, tienen mucho que decir en legítima defensa de los atropellos que llegan desde la comodidad de los escritorios de funcionarios en Sonora y en la Ciudad de México.

Es obligación del gobierno escucharlos con un verdadero ánimo de apoyarlos.

A la maestra Zazueta la han doblado pero no la han quebrado.

Esperemos que pronto esté dando clases otra vez. Los gobernantes están para perseguir criminales, no para cerrar las puertas del aula a maestros como Marcela Zazueta.

 

*Lilly Téllez, periodista, conductora de televisión, y videocolumnista en SDP Noticias.