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Jesús de Nazaret (0 – 2022) Segunda Parte

Huida Sagrada Familia
Huida Sagrada Familia

Por Redacción

Síntesis de Historia de Cristo, de Papini. Jesús nació de una virgen, de noche en un establo —prisión de animales que trabajan para el hombre—, sin más armas que su inocencia, ojos abiertos, piel delicada y boca sin probar alimento.

Los primeros que lo adoraron fueron animales que le calentaron. Los pastores solitarios y apartados le ofrecieron con amor lo que tenían.

El degüello de los inocentes, según un manuscrito del siglo X.

Herodes El Grande (Ascalón, 73 a. C. – Jerusalén, 4 a. C.)

Rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea desde el 40 a. C. hasta su muerte, en calidad de vasallo de Roma. Su figura es conocida en la tradición cristiana por instigar la llamada Matanza de los Inocentes.

Político, militar y constructor. Si bien su linaje era idumeo (pueblo descendiente de los antiguos edomitas) su pensamiento, educación y cosmogonía eran griegas, es calificado más como un rey extranjero que gobernó a Judea durante y a nombre del poder romano. Siempre tuvo este sino sobre él, pues el pueblo nunca lo consideró judío debido a su origen idumeo.

Nombrado en el año 47 a. C. procurador de Judea por Julio César, se ganó la confianza de los romanos, obteniendo su apoyo para derrocar a la estirpe judía de los asmoneos. En el 40 a. C. consiguió de Marco Antonio, triunviro de Roma y poseedor de la parte oriental del Imperio romano, el título de rey de Judea.

Herodes El Grande.

Se casó en el 38 a. C. con Mariamna, hija de Alejandro, hijo a su vez de Aristóbulo II, de la estirpe de los asmoneos. Herodes era enemigo de la familia asmonea que había reinado en Judea. En sus luchas para la conquista de Jerusalén, y con el apoyo romano en Siria, consiguió que en el 37 a. C. fuera degollado Antígono II, hijo de Aristóbulo II. Eliminaba así al más directo aspirante a arrebatarle su título de rey.

Intentó mejorar sin éxito su imagen ante el pueblo judío. Realizó una política de mejoras, como la reconstrucción del Templo de Jerusalén, iniciada en el 22 a. C., o la fundación de la ciudad portuaria de Cesarea, occidental construida en honor al dueño del Imperio tras la batalla de Accio, Cayo Julio César Octavio Augusto (Gaius Iulius Caesar Octavius Augustus). Fue un gobernante eficaz que impulsó el comercio y la economía. En época de hambruna (25 a. C.) se deshizo de gran parte de la riqueza de sus palacios para comprar trigo a Egipto.

Hizo ejecutar a toda la familia rival derrocada, incluyendo al abuelo (Aristóbulo II) y al hermano (Aristóbulo III, sumo sacerdote ahogado en unos baños) de Mariamna, su mujer, a quien también la mandó ejecutar en 29 a. C., y un año después a la madre de Mariamna. Eliminó a dos de sus propios hijos (Aristóbulo y Alejandro), atendiendo a rumores de conspiración contra su persona, levantados por otro hijo, Antípater, a quien también ejecutó años más tarde por intentar envenenarle.

Aprensivo como los malvados que envejecen y temeroso, según Mateo (2,16) intentó matar al niño Jesús, masacrando a todos los niños varones de Belén, en lo que se conoce como la degollación de los santos inocentes. ¿Cuántos?

Víctima de una repugnante enfermedad, asqueado de sí, se mató en la mesa con un cuchillo, en Jerusalén hacia el 12 o 13 de marzo de 4 a. C. (entre la Pascua y el eclipse de luna).

Tuvo muchos hijos de sus diez esposas. Aunque designó sucesor a su hijo Arquelao, a su muerte, el emperador Augusto repartió el reino entre tres de sus hijos: Herodes Arquelao: Etnarca de Judea, Samaria e Idumea; Herodes Antipas: Tetrarca de Galilea y Perea; y Herodes Filipo: Tetrarca de Batanea, Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.

En Egipto

Su obsesión era la muerte, no la aceptaban. Los ricos y majestuosos adoradores del dios cinocéfalo preparaban necrópolis, con momias perfumadas y elevaban pirámides, como si el mármol, la piedra y el mortero preservaran su descomposición.

El destierro de Jesús ahí fue breve. Regresa en brazos de su madre y mecido por el paso del asno, al taller de su padre en Nazaret, donde el martillo golpea hasta la caída del sol.

Los Evangelios nada cuentan de esos años. Jesús no va a la escuela de los escribas ni de los griegos. Pero tuvo de maestros al Trabajo, la Naturaleza y el Libro.

Nació pobre, entre trabajadores. Hijo de un obrero, y antes de entregarnos su evangelio, ganó su pan de cada día. Aquellas manos que bendijeron a los simples de corazón, curaron leprosos, dieron luz a ciegos, resucitaron muertos, fueron atravesadas por los clavos en la cruz, sabían lo que era el entumecimiento del trabajo. No perteneció a la aristocracia, ni al Sanedrín de los sacerdotes. Cuando dejó de ser trabajador, buscó a sus amigos entre vagabundos, mendigos, fugitivos, esclavos, criminales, prostitutas.

Cristo es un abismo de divino misterio entre dos períodos. Nuestra civilización comienza con su nacimiento. Lo que sucedió antes ya no mueve nuestras pasiones. En su tiempo, se habló más de César que de Jesús, y Platón enseñó más ciencia que Jesús. Pero sigue vivo.

(César, 63 a. C.–14 d. C. Primer emperador del Imperio Romano, entre 27 a. C. y 14 d. C., año de su muerte, con el reinado más prolongado de la Historia, 44 años). Platón (428 a. C./427 a. C.–347 a. C.). Filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia noble y aristocrática. Junto a Aristóteles determinó gran parte del corpus de creencias centrales tanto del pensamiento occidental como del hombre corriente (“sentido común” occidental), como la noción de “Verdad” y la división entre “doxa” (opinión) y “episteme” (ciencia). De acuerdo a sus palabras, presente durante el juicio de Sócrates (Apología), pero no en su ejecución (Fedón). El trato que Atenas dio a aquél lo afectó profundamente y muchos de sus primeros trabajos registran su memoria. Muchos de sus escritos sobre la ética estaban dirigidos a evitar injusticias como la sufrida por Sócrates recurrieran.

De Jesús existe una pasión por su amor y por su destrucción. Si queremos entender el mundo, nuestra vida y a nosotros, debemos hacer referencia a él.

Ninguna vida de Jesús podría ser más hermosa y perfecta que los Evangelios. Pero ¿quién los lee hoy día? El mundo está lleno de reproducciones librescas de Jesús, cultas o literarias. ¿Cuál se propone aportar alimentos para el alma, las necesidades del hombre de nuestro tiempo? El libro que necesitamos es uno vivo que lo presente siempre vivo con amorosa realidad ante los ojos de los hombres vivos, un libro que nos haga sentirlo real y eternamente presente en nuestras vidas, dice Giovani.

«El autor de esta obra —evoca Papini— no pretende haber escrito tal libro; pero al menos ha intentado navegar al viento de ese ideal”.

Pintura de la Sagrada Familia en su huida a Egipto.

Natividad y crítica

Para algunos especialistas, críticos de las fiestas de estos días, ciertamente los pobres necesitan nuestros regalos, los hambrientos nuestra comida y los desconsolados nuestras tarjetas —pero no sólo una vez al año—. Las velas, las luces, el árbol de navidad, los nacimientos, las posadas, las piñatas, Santoclós, los festines y los bailes definitivamente son del mundo; cuando invocamos el nombre de Jesús salimos de todo eso, ya ni lo tocamos (Corintios 6.17-18), recuerdan.

Creen que Jesús en verdad fue milagrosamente concebido del Espíritu Santo y que nació de una virgen en Belén de Judea durante los días del rey Herodes; que los profetas del Antiguo Testamento predijeron ese nacimiento milagroso, tanto el tiempo como el lugar; que hablaron de la matanza de los niños en Belén, la huida a Egipto, el ministerio de Cristo, su rechazo, su juicio, sus sufrimientos, su muerte sobre la cruz, su resurrección, y su ascensión. Todo lo que predijeron fue gloriosamente cumplido. Los relatos del Nuevo Testamento verifican la autenticidad de las profecías, abundan.

Aceptan que la historia del nacimiento de Jesús es un relato verídico de un maravilloso acontecimiento; confiable porque fue dada por inspiración del Espíritu Santo. Pero que su nacimiento fue sólo el comienzo de la vida más maravillosa que jamás fue vivida sobre la tierra.

Es algo extraño –acotan- que en el tiempo de la navidad el mundo y la cristiandad apóstata se preocupan tanto de su nacimiento, pero muy poco de su vida; que hacen tanto ruido acerca de la venida de los magos, pero muy poco de sus discursos; que tanto dicen del pesebre, pero muy poco de la cruz; que mucho hablan de la madre: María, pero muy poco de su Creador encarnado; mucho del nacimiento, pero muy poco de su muerte; mucho de su primer advenimiento, pero casi nada de su resurrección ni de su segunda venida, denuncian.

Advierten que “es un engaño del diablo enfatizar una parte de las escrituras y menospreciar otras”; que puede que muchas personas de hoy en día sepan en parte la historia del nacimiento de Jesús, pero quizás nada de sus enseñanzas las cuales él mismo dio a conocer a los santos apóstoles por revelación y que la Biblia enseña claramente que los cristianos debemos conmemorar la muerte y la resurrección de Cristo, también su venida otra vez; pero que en ella nada hay que apoyar una celebración de su nacimiento. http://www.elcristianismoprimitivo.com/lanavidad.htm

Acotan que no se entienda mal, pensando que menosprecian su nacimiento. Alaban a Dios por la venida de su Cordero al mundo (Lucas 2 y Mateo 1-2.) Y, como ministros del evangelio —aceptan— «debemos predicar la historia de su nacimiento milagroso. Pero el mundo de hoy no necesita oír sólo del niño de Belén, sino también del Salvador crucificado, del Señor resucitado, y del Juez venidero, a quien todos daremos cuenta de nuestra vida: No adoremos al niño de Belén sino al el rey de los reyes y el señor de los señores. Hijitos, guardaos de los ídolos.» (1 Juan 5.21).

Sea lo que fuere

Recordando su nacimiento, o su injusta y cruel crucifixión o ambos sucesos, lo cierto es que nuestros corazones no han cambiado.

Estos días de asueto para muchos, antes de compartir los alimentos en la familia, desde lo local, elevemos otra oración por los 49 niños inocentes de la imborrable tragedia del 5 de junio del 2009 y por la sanación moral las 49 familias que los extrañarán sin consuelo posible.