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Judaísmo y generaciones

Dios no puede estar en todas partes a la vez, por eso hizo a las madres.

—Proverbio judío

 

Por Daniel Padilla Ramos

Muchos están en la creencia de que israelí, hebreo, judío, semita y sionista significan lo mismo, es decir, que se refiere a todas las personas originarias de Israel, pero no es así, lo explico:

Israelí o israelita se designa a todo aquel que nació en la moderna y progresista patria de Israel, es decir, de 1948 a la fecha. Los hebreos en cambio, son todos los que abarcaban el antiguo pueblo étnico de esa región (incluía Palestina, Jordania y parte de Siria). Judío es quien profesa el judaísmo y originalmente también se les llamaba así a los habitantes del reino de Judá.

Los pueblos denominados semitas son esencialmente judíos y árabes, sin embargo, en la antigüedad también había asirios, babilonios, arameos, cananeos y fenicios, a quienes también se les consideraban semitas.

Sionista es quien apoya el sionismo, un movimiento nacionalista judío que busca el establecimiento y desarrollo de un estado judío en la tierra de Israel, el exiliado y disperso, el pueblo judío que tenía la esperanza de regresar a Palestina y que finalmente lo logró, aunque eso haya provocado una inmensa inconformidad e incesante hostilidad con sus vecinos, encono que ha ocasionado múltiples conflictos militares y miles de muertes hasta nuestros días.

Según la tradición bíblica, Adán fue hecho del barro hace poco más de 6,000 años, habitaba el Edén —también llamado Paraíso—, que se localizaba junto a los ríos Tigris y Éufrates (hoy Irak), y de una de sus costillas le dio vida a Eva, su pareja, con quien procreó tres hijos: Caín, Abel y Set, aunque se dice que tuvieron más descendencia.

Caín mató a su hermano Abel, y por ello quedó proscrito.

  1. Set, hijo de Adán y Eva, procreó un hijo llamado Enós (no Enoc), que fue el primero en pronunciar la palabra “Yahvé”, que significa Dios. Enós tuvo un hijo llamado Cainán, bisnieto de Adán y Eva. De ahí proviene el nombre de Canáa.
  2. Cainán tuvo un hijo llamado Malael, que ya venía siendo tataranieto de Adán y Eva. Malael fue el abuelo de Enoc (ahora sí), quien a su vez procreó a Matusalén, el que vivió casi mil años.
  3. Matusalén fue padre de Noé, también de milenaria existencia y constructor del arca con la que salvó a su familia y a las especies de animales del diluvio universal, aguacero que durante 40 días y noches Dios mandó como castigo ante el pecado y degenere que pululaba en el mundo. Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet.

Ahora me brinco varias generaciones hasta Abraham, padre, fundador y el primer patriarca del judaísmo, no sin antes aclarar que fue hijo de Taré, quien era descendiente de Sem, el primogénito de Noé.

  1. Abraham nació en Ur, Mesopotamia (hoy Irak y Siria), aproximadamente 2000 años después de que Adán y Eva deambularan por el paraíso terrenal, y 2000 años antes de la venida de Nuestro Señor Jesucristo.
  2. Abraham tuvo muchos hijos, entre ellos Ismael e Isaac, este último es reconocido como el segundo de los patriarcas del pueblo de Israel y fue también el padre de Jacob, tercero y último patriarca del judaísmo, a quien Dios le cambió su nombre por el de Israel (con él se cita por primera vez la palabra Israel).

Jacob (o Israel) fue padre de 13 hijos, clan de donde provienen las 12 tribus de Israel, es decir, los 12 territorios o provincias gobernadas por cada uno de ellos. En la actualidad, los territorios que abarcaban las 12 tribus de Israel se compondrían de Israel, Palestina, Cisjordania y Franja de Gaza, así como partes de Jordania, Siria y Líbano, inmensos territorios que los judíos sueñan con recuperar algún día.

6.     Entre estos 13 hijos contamos a Judá (de aquí deriva la palabra Judea o judío). Abraham también fue padre de Leví, abuelo a su vez de Amram, padre de Moisés y Aarón. Moisés es considerado el profeta más grande del judaísmo, libertador del pueblo judío del esclavismo egipcio y encargado por Dios de escribir la ley escrita (los diez mandamientos), la cual quedó depositada en el Arca de la Alianza, que era un cofre de madera cubierto con oro que, según el libro del éxodo, contenía también la vara de su hermano Aarón y una vasija del maná (alimentos enviados por Dios a los israelitas diariamente durante los cuarenta años que deambularon por el desierto cuando escaparon de Egipto).

Esta Arca fue creada siguiendo el modelo que Dios le había dado a Moisés cuando acamparon al pie del Monte Sinaí, y hasta la fecha no se sabe nada de ella, tal como nada se sabe del Santo Grial que utilizó Jesucristo en la última cena.

  1. Ahora me brinco hasta el rey David, descendiente de Judá en doceava generación. Judá fue uno de los 13 hijos de Jacob repito. David, el músico, fue quien salvó al pueblo judío de los filisteos al vencer al gigante guerrero Goliat, y por ello fue designado rey de Israel años después de su proeza, sucediendo a Saúl.

Se cree que la estrella de seis puntas formada por dos triángulos superpuestos y que es el símbolo de Israel, apareció por primera vez en el escudo de armas del rey David, de ahí su nombre “Estrella de David”.

  1. David fue padre de Salomón, tercero y último soberano del pueblo de Israel (los otros dos reyes fueron Saúl y el mismo David). Salomón erigió por vez primera el Templo de Jerusalén, considerado un soberano frugal y hombre sabio por su aplomo y atinadas opiniones y consejos en aquella época.

El primer templo de Jerusalén lo edificó Salomón alrededor del año 1000 antes de Cristo, mientras que el segundo fue levantado por Zorobabel en el año 540 antes de NSJC, casi inmediatamente después de que el babilonio Nabucodonosor II destruyera el primero. El segundo templo fue quemado por el Emperador romano Tito en el año 70 después de Cristo, quedando de pie solo un muro que es conocido como el Muro de los Lamentos.

  1. De la descendencia de Salomón en varias generaciones contamos al citado Zorobabel, a Joaquín y a José, este último, el padre de Jesús de Nazaret (A David y Jesús los dividen catorce generaciones). Y hasta aquí se trunca la genealogía bíblica, ya que como bien sabe, el hijo de Dios no tuvo hijos, aunque los merovingios digan lo contrario.

Si contamos desde la eclosión del patriarca Abraham hasta el pesebre del Redentor, transcurrieron —aproximadamente— 42 generaciones en un período de 2000 años, lo que nos indica que la edad promedio entonces era de poco más de 47 años.

Y en el lapso de 4000 años, es decir desde Adán y Eva hasta el advenimiento del Mesías, según la versión científica e histórica más aceptada se cuentan a 158 generaciones, promediando una edad de vida de 25 años. Y es que recordemos que, según la biblia, el estoico Matusalén y el constructor Noé vivieron casi mil años cada uno, mientras que otros personajes del antiguo testamento deambularon durante cientos de años por la tierra hebrea.

En el caso de este escribiente, desde los nacimientos de mi bisabuelo (1860) hasta mi primer nieto (2014) sumamos seis generaciones en un lapso de 165 años al sol de hoy. De mi tatarabuelo no existe registro de su nacimiento, quizás porque fue en la época en que el supremo gobierno ordenó destruir todas las constancias de fe de bautismo religiosas que hacían las veces de actas de nacimiento.

El Registro Civil en México se creó en 1859, cuando el entonces Presidente Benito Juárez promulgó la Ley Orgánica del Registro Civil, de modo que mi bisabuelo prácticamente lo estrenó.

No olvidemos que las Leyes de Reforma promulgadas por Juárez separaban a la Iglesia Católica del Estado, y dichas leyes incluían la expropiación de infinidad de propiedades y bienes eclesiales, además de la desaparición de las congregaciones religiosas y la secularización de la vida civil, arrebatándole también a la Iglesia el dominio que tenía del Registro Civil, es decir, el cobro que hacía por los nacimientos, matrimonios, defunciones, control de los cementerios, servicios de hospitales y hasta sociedades de préstamo, sin dejar de mencionar que Juárez también suprimió el fuero eclesiástico y prohibió la participación del clero en asuntos políticos del país.

 

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