Justicia Restaurativa: salida alterna más allá de los juicios orales
Por Rigo Gutiérrez E./
Desde el anuncio del nuevo sistema de justicia en México, todos los reflectores se centraron en los llamados juicios orales. La idea de ver un proceso tal como las películas o series norteamericanas rápidamente nos capturó. Pero la realidad dista del imaginario colectivo y más aún, el alcance de la reforma judicial permite abrir caminos alternos para quienes enfrentan un proceso legal.
“Primera Plana” platicó con el Dr. Miguel Ángel Soto Lamadrid, quien recientemente publicó el libro Mecanismos alternativos y justicia restaurativa en el sistema acusatorio oral, un documento que de entrada, es único en su tipo, puesto que la Ley Nacional de Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias en Materia Penal, apenas entró en vigor el pasado mes de enero.
A días de que opere el nuevo sistema de justicia en la entidad, el también catedrático de la Universidad de Sonora, explica sobre las ventajas y desventajas que ya se asoman a la puerta de los juzgados.
Cuando se creó el sistema de justicia oral, recuerda Soto Lamadrid, descubrieron horrorizados que el sistema si se ve como un procedimiento para una persona en particular, es algo rápido, pero requiere de tantos personajes que si quieres aplicarlo a todos los delitos no se va a poder.
Para ilustrar su opinión ofrece los siguientes datos:
Un solo juez tradicional en México saca 600 sentencias al año (aproximadamente dos por día). Ahora, en el nuevo sistema, los Tribunales —de tres jueces— lo más que puede dictar son 50 sentencias al año. Ya que en una semana se deben llevar las audiencias, desahogo de pruebas, dictar sentencias, notificaciones.

“Mientras que un juez saca 600, diez veces más, tendrías que multiplicar los Tribunales diez veces más para sacar el mismo número de sentencias que tienes ahora y eso es imposible. No hay dinero para ello”.
Pero aún más, cabe recordar que el sistema de justicia apenas trabaja con un mínimo porcentaje de los delitos que se cometen en México, país donde reina la impunidad.
Así las cosas, los Tribunales que dictan sentencia solo conocen el 10% de los casos que son llevados al Ministerio Público. De cada 100 Averiguaciones Previas, lo más que pueden conocer es 10 casos.
De ahí nuevamente se desprende que, cuatro de esos diez delitos nunca serán castigados porque no pasan del MP —regularmente no hay pruebas suficientes—. De los seis restantes que sí se consignan, cuatro llegan al juicio y dos se quedan en el camino por autos de libertad, desistimiento, perdones; de los cuatro que llegan a sentencia, tres son condenados y uno absuelto.
“El problema es que el nuevo sistema dice no puedo recibir a cuatro”, confirma el abogado Soto Lamadrid, y aquí es donde el sistema podría echar mano de las salidas alternas al juicio, formas en donde se impide que el asunto llegue a sentencia.
Son varias las aristas que se plantean en este método como: la aplicación del principio de oportunidad —una especie de perdón—; Otro es la suspensión del proceso; El siguiente es el convenio preparatorio; Y finalmente donde un juez de control pude otorgar beneficios cuando hay acuerdo de las partes.
“La justicia de los tribunales a veces lo que promete el juez no es todo lo que la víctima necesita”, indica el especialista.
“El derecho penal no puede resolver a la víctima todas las necesidades porque está encajonado en un concepto muy punitivo, retributivo: “la haces, la paga”. La víctima tiene otras necesidades, de que la escuchen, que le digan no lo van a volver hacer, que le pidan perdón, el derecho penal no da eso”.
Es en este sentido que reitera los mecanismos alternos para la solución de conflictos.
“Los antiguos —los indígenas— decían que cuando hay un delito esto demuestra que hay un conflicto, y el conflicto no es entre dos personas, es entre familias, comunidades, y provoca más delitos; cuando creamos una situación tensa en una comunidad, nadie vive feliz y en cualquier momento hay nuevas desgracias. Entonces, qué bueno que ocurrió el delito, más allá de la víctima, para arreglar el delito, para que se den la mano y se vayan tranquilos. Que no queden cabos sueltos, rencores”.
El Dr. Soto Lamadrid expone que a través de su libro se busca explicar la historia, la evolución tanto de la justicia en los tribunales como la justicia restaurativa, cómo se van mezclando. Además manda mensajes a los mediadores, a los criminólogos, a los legisladores. “Es un libro analítico, crítico, histórico, y advertencia de lo que puede pasar si lo aplicamos mal”.
Y es que remata: “el sistema es bueno teóricamente, pero se creó para un país como México que el sistema parece que no está hecho para ello. Piensa en Estados Unidos, te citan como testigo y vas, si eres parte del jurado estás ahí. Es muy probable que la idiosincrasia del mexicano (irrespetuoso de las leyes, poco temeroso de los jueces), sea una especie de cáncer del sistema que ya existe”.