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La escuela de Frankfurt

Max Horkheimer y Theodore W. Adorno, representantes de la Escuela de Frankfurt. 

O cómo hacer la revolución marxista sin disparar un tiro

 

Por Dr. Jorge Ballesteros

La idea de que la izquierda cambió y hoy es distinta a la que era antes, es un hecho comprobado. Tras la caída formal de la Unión Soviética en 1992, muchos sectores del mundo libre descansaron en ese triunfalismo que brindaba la sensación de que la utopía colectivista había perdido para siempre.

Pero pocos años después, abrazando nuevas banderas y reinventando su discurso, el hoy llamado neocomunismo (o progresismo cultural) no sólo pasó a dominar la agenda política sino en gran medida la mentalidad occidental.

Los viejos principios socialistas de lucha de clases, materialismo dialéctico, revolución proletaria o violencia guerrillera, ahora fueron reemplazados por una rara ingesta intelectual promotora del “indigenismo ecológico”, el “derecho-humanismo” selectivo, el “garantismo jurídico” y por sobre todas las cosas, por aquello que se denomina como “ideología de género”, suerte de porno marxismo de tinte pansexual, impulsor del feminismo radical, el homosexualismo ideológico, la pedofilia como “alternativa”, el aborto como “libre disposición del cuerpo” y todo tipo de hábitos autodestructivos como forma de rebelión.

Toda esta ensalada vanguardista se escuda bajo lemas de apariencia noble, tales como el “igualitarismo”, la “inclusión”, la “diversidad” o los “derechos de las minorías”: verdaderas caretas de la ideología de género, cuyo contenido constituye la prioridad militante en esta izquierda desarmada que resolvió canalizar su odio por medio de grupos marginales o conflictuados que ella captura y adoctrina para sí , con el fin de vehiculizarlos de manera funcional a su causa y, de esta forma, dominar la academia, hegemonizar la literatura, monopolizar las artes, manipular los modos del habla, modificar hábitos e influir en los medios de comunicación.

La nueva izquierda no busca más secuestrar empresarios sino el sentido común; no persigue tomar una fábrica sino la cátedra, y ya no trata de confiscar cuentas bancarias sino la manera de pensar: “todo lo demás vendrá por añadidura”, vaticinan sus cultores.

No son un pensamiento y una voz de protesta genuina, legítima, completa, real o autónoma, antes bien, solo son títeres manipulados por las élites financieras y las corporaciones, que son las que mueven los hilos de esta nueva izquierda de tipo cultural con el fin de la destrucción de la cultura occidental.

En el Libro Negro de la Nueva Izquierda – Ideología de género y subversión cultural”, un best seller escrito por los argentinos Nicolás Márquez y Agustín Laje, publicado en 2016, es donde se explica la manera en que la teoría marxista y el pensamiento comunista se expresan hoy en las voces y presencias de los grupos minoritarios y de disidencias sexuales, las activistas feministas y LGBTI. Se detalla la asociación directa con el marxismo.

“La escuela de Frankfurt o cómo hacer la revolución marxista sin disparar un tiro, llamado en un principio como Instituto de Investigación Social, luego llamado La Escuela de Frankfurt, fue inaugurado en 1923 estaba constituido por un grupo de investigadores, hombres, que seguían las teorías de Hegel, Marx y Freud.

Max Horkheimer, junto con Jürgen Habermas, Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse y Erich Fromm, para citar sólo algunos, crearon la Escuela de Frankfurt y su Instituto para la Investigación Social, una institución que moldeó el pensamiento cultural de Occidente en general y de Alemania en particular.

Se creó en Frankfurt para reflexionar sobre el fracaso de la revolución comunista en Alemania, pero a partir de 1931 dejó de lado el análisis del capitalismo exclusivamente como un sistema económico y se centró en estudiar su superestructura (lo cultural), el capitalismo es también un sistema de dominación cultural, que oprime al proletariado de maneras sutiles a través de la cultura de masas.

Se creó una escuela de pensamiento que tenía como foco esencial la destrucción de la civilización Occidental y todo lo que ella representa (inclusive su sistema económico basado en el capitalismo) por medio de la ‘emancipación’.

El trabajo de estos marxistas de la escuela de Frankfurt, brinda nuevas armas políticas, le da ingreso a un nuevo marco de lucha que antes era considerado sin importancia,  así “Mayo del 68” (rebelión estudiantil en Francia), termina siendo para muchos la inauguración gloriosa de esta nueva izquierda y sobre todo el éxito de los pensadores de la escuela de Frankfurt como Herbert Marcuse, Adorno y Horkheimer.

La utilización de la sexualidad como espacio a partir del cual generar fracturas políticas e incluso revolucionarias, se deriva de importantes trabajos de Frankfurt. La guerra contra la familia, contra la religión, contra la tradición, contra las jerarquías, contra los sentimientos nacionales, también surge de la pluma de estos pensadores de la escuela de Frankfurt.

Ese grupo de “filósofos” centró sus esfuerzos específicamente en la cultura. Es la cultura lo que forma los fundamentos que modelan la mentalidad y la visión política de las personas. Alterándose la cultura, se altera la mentalidad y la visión política de las personas.

Para alterar la cultura, es imprescindible controlar el lenguaje y las ideas. Y, para hacer esa revolución cultural, era imprescindible infiltrarse en los canales institucionales, particularmente en la educación.

La historia de la Escuela de Frankfurt no puede ser contada completamente sin examinar las relaciones de los teóricos críticos con sus antecedentes familiares judíos. En algunos momentos, sus antecedentes familiares judíos aclaran sus caminos de vida; Georg Lukács, Judío húngaro, fue el primer director de la Escuela de Frankfurt

En la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, las diferentes relaciones de los teóricos críticos con sus orígenes judíos iluminan sus posturas distintivas hacia Israel.  Los antecedentes judíos de los principales teóricos críticos, y las formas en que se relacionan con sus orígenes, impactaron en su trabajo, en la historia de la Escuela de Frankfurt y en las diferencias que surgieron entre ellos a lo largo del tiempo.

Se discuten las formas en que el judaísmo, el psicoanálisis y el marxismo se cruzaron en la obra de Erich Fromm, constituyendo un modo distintivo de la escritura (su redacción) judía que combinaba la religión y las concepciones de la Ilustración.

Lo único que todas esas personas tenían en común es que eran emigrantes, mayoritariamente emigrantes judíos que después constituyeron una red en EE.UU. que permaneció tras la posguerra”. Los miembros de la Escuela de Fráncfort, en especial Theodor W. Adorno, fueron las mentes pensadoras de la revuelta estudiantil de 1968.

Debido a la segunda guerra mundial la Escuela de Frankfurt se mudó a los Estados Unidos donde, desde la Universidad de Columbia, “perfeccionó la herramienta que usaría para destruir la cultura occidental: la palabra impresa.”, y mediante el camino académico, la escuela condujo reflexiones como la de la división global entre opresores y víctimas de las instituciones tradicionales fundadas por hombres blancos de ascendencia europea, hasta la argumentación de los roles socialmente construidos para hombres y mujeres, creados también por estos mismos opresores.

Autores como Theodor Adorno, Max Horkheimer y Marcuse, son autores de aquella teoría que finalmente fue “vehiculizada” a través de movimientos sociales como “el Black Power, el feminismo, el de los derechos de los homosexuales, y todos los vinculados a la liberación sexual”.

Así, la obra ‘Eros y civilización’ de Marcuse se convirtió en el máximo fundamento doctrinal del hipismo. También es Marcuse quien reenfoca los esfuerzos del marxismo cultural poniendo como máximo objetivo el ganarse y adoctrinar (lavar el cerebro) a los universitarios de clase media y alta.

Por su parte Max Horkheimer afirma, en su ‘Teoría Crítica’, que la manera de destruir la civilización occidental era el ataque sistemático a todos sus valores asociados.

Así, por ejemplo, defendía la destrucción del matrimonio y la familia con hijos llegando a decir que el matrimonio puede ser cualquier tipo de unión donde intervenga la atracción sexual sin ningún fin concreto.

De la misma manera Fromm decía que la masculinidad y la feminidad no eran reflejo de diferencias biológicas, sino que era imposición debida a la “opresión” que los heterosexuales ejercían en la sociedad.

Así, a la teoría y estrategia de la Escuela de Frankfurt, una vez puesta en práctica, esto es una vez que salió del salón de clase y empezó verdaderamente a destruir la cultura cristiana occidental, se le llamó marxismo cultural.

Otra vertiente de este neomarxismo, es el llamado Socialismo del siglo XXI, o populismo de izquierda que llega al poder a través del voto popular y una vez en el gobierno empieza la trasformación en una dictadura comunista, como sucedió en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina y México, donde sátrapas bananeros se perpetúan en el poder y acaban con la democracias  e instituciones, empobreciendo a estos países y convirtiéndolos en dictaduras de izquierda  muy difíciles de salir de ellas.

En regiones como América Latina con altas tasas de pobreza y falta de educación ha sido sencillo implementar el socialismo a través de discursos populistas para el chantajismo electoral, perpetrando así un sistema clientelista donde el votante es comprado con dádivas estatales, mientras continúa empobreciéndose y necesitando cada vez más del Estado; es por esto que lo que predomina en la región son los partidos socialistas con sus distintas máscaras y grados de extremismo.

El resultado en el continente es la multiplicación de la pobreza, el subdesarrollo, la proliferación de las injusticias, complejos de inferioridad y totalitarismos. La realidad que pocos se atreven a reconocer, es que incluyendo hasta a los Estados Unidos, el mundo ha estado dominado el último siglo por distintos matices de la izquierda, como afirma en su libro Emmanuel Rincón “La reinvención ideológica de América Latina “.

Una de las principales y más controvertidas discusiones tiene que ver con la animosidad de la Escuela de Frankfurt en relación a la religión y a la espiritualidad. Para los frankfurtianos, el cristianismo representa el resurgimiento institucional de la filosofía pagana, y Dios sería una mera ficción

A medida que las teorías darwinistas y freudianas fueron desafiando la religión, el marxismo y el neomarxismo ganaron fuerza para contestar la imagen de la divinidad milenaria institucionalizada. No es Dios, sino el hombre la entidad más alta a ser reverenciada.

Es por esto que el comunismo es abiertamente ateo, había que derrotar desde adentro toda implicación Occidental, siendo la creencia en Dios y el catolicismo, uno de los órdenes fundamentales que debían derrumbarse.

De acuerdo con la Escuela de Frankfurt, todos los defectos de la humanidad comienzan con la familia. La familia es la primera y primordial entidad moral que encontramos. Esa entidad crea a sus hijos de una manera autoritaria, la cual genera adultos sumisos, obedientes y dependientes.

A causa de esa actitud antagonista en relación a la familia, combinada con su cruzada ideológica contra la espiritualidad, los filósofos de Frankfurt tenían que presentar una alternativa para sustituir esa institución anticuada y, con eso, garantizar un camino seguro para el futuro. Acto continuo, la solución estaba en reprogramar a la sociedad por medio de una ingeniería social revolucionaria, de modo que todos pasaran a comportarse de la manera esperada por la teoría social de la Escuela. Todo el comportamiento humano debería hacerse un mero y previsible acto de reciprocidad.

Este, por sí sólo, sería el código universal de ética que gobernaría la utopía frankfurtiana. Para imponer ese código sobre la sociedad, propusieron la infiltración seguida de la manipulación de las instituciones y, de entre ellas, principalmente, la educación y los medios de comunicación.

Obtener el control de esos canales institucionales sería la manera más eficiente de imponer y de promover su ética. La educación controlada por su ideología suministraría la llave para la obediencia garantizada, extirpando toda discordancia, así como todo potencial de pensamiento independiente hecho por el individuo.