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La fe que obra la justicia: un proyecto de la Iglesia católica en México

Mirando “las heridas y esperanzas de nuestro pueblo”, el documento señala que, aunque hay avances sociales, se observa una pobreza creciente, el machismo, la desintegración familiar; el atropello contra la dignidad de la mujer

El padre Armando Armenta Montaño es párroco del Santuario de San Judas Tadeo y profesor de historia de la Iglesia en el Seminario Mayor de Hermosillo.

Por Pbro. Armando Armenta Montaño

Una de las evocaciones en el llamado mes de la patria es la narración e imagen del cura Miguel Hidalgo y Costilla portando el estandarte de la Virgen de Guadalupe en el inicio del movimiento de independencia de México. Es una referencia al elemento religioso y espiritual que nutrió ese proceso histórico (1810-1821).

En la realidad actual de nuestro país también la dimensión de la fe se hace presente en el compromiso personal y comunitario de diversos grupos religiosos que hacen su aporte en la construcción de un mundo mejor, más humano, fraterno y justo.

En el caso del episcopado de la Iglesia católica en México, a partir de la visita del Papa Francisco el año de 2016, se elaboró, en colaboración con laicos, consagrados y presbíteros, el “Proyecto Global de Pastoral 2031-2033. Hacia el encuentro de Jesucristo redentor, bajo la mirada amorosa de Santa María de Guadalupe” (2018). Los años 2031-2033 evocan el V Centenario del Acontecimiento Guadalupano y el II Milenio de nuestra redención.

Mirando “las heridas y esperanzas de nuestro pueblo”, el documento señala que, aunque hay avances sociales, se observa una pobreza creciente, el machismo, la desintegración familiar; el atropello contra la dignidad de la mujer; la discriminación de los pueblos originarios; la violencia social, la corrupción, impunidad e ilegalidad.

El proyecto interpreta y juzga esta realidad desde el acontecimiento de la redención de Jesucristo y desde el acontecimiento Guadalupano. La Iglesia quiere ofrecer la experiencia de fe en Jesucristo vivo y resucitado, compañero de camino que amplía lo horizontes y da confianza.

Los obispos invitan asumir el desafío de generar esperanza, fortaleza y reconstruir un vida más humana, especialmente para los descartados. Es una tarea que exige un proceso conversión, del que reconocen “son los primeros que debemos dar el ejemplo”.

En la tercer parte del proyecto se desarrolla el actuar, los compromisos y las opciones, una de las cuales es “la opción de una Iglesia comprometida con la paz y las causas sociales”. Para colaborar con el don divino de la paz, que es bienestar, concordia y armonía con Dios, los hermanos, consigo mismo y la naturaleza, la realidad reclama a la iglesia que “pueda sentarse a la mesa con otros muchos invitados: autoridades civiles, entidades educativas, sectores políticos y medios de comunicación, entre otros, para que juntos, y aportando lo que les es propio a cada uno, podamos reconstruir el tejido social de nuestro país”.  

Y añade: “Como sociedad mexicana es necesario combatir todas aquellas situaciones de corrupción, impunidad e ilegalidad que generan violencia y restablecer las condiciones de justicia, ilegalidad y solidaridad que construyen la paz”.