La impunidad de la familia Rivera, la indefensión de Tony Tambor
Por Imanol Caneyada /
“Vivo a salto de mata, escondido por miedo a represalias”, confiesa el payaso. Siete días después de la golpiza que recibió a manos de la familia Rivera, el Procurador de justicia manda llamar al comediante para ofrecerle protección y garantías, de momento no hay ningún indiciado
Esta es una historia turbia y, por lo mismo, muy nuestra; una historia en la que la justificación tácita de la violencia nos retrata como sociedad; una historia en la que el tortuguismo del Ministerio Público ocasiona que una víctima de agresión, una semana después de la golpiza, tenga que vivir a salto de mata, cambiando de domicilio, porque ninguno de los agresores ha sido detenido ni se han tomado medidas para proteger a quien, según sentencia pública en las redes sociales, se merecía la paliza por supuestamente haber humillado a un niño.
Pero como bien señaló el procurador de Sonora, Rodolfo Montes de Oca, en la entrevista que mantuvo en privado el pasado martes 29 de marzo con Marco Antonio Vázquez, mejor conocido como Tony Tambor, no hay manera de justificar el comportamiento de la familia Rivera, sin importar si el actor se burló o no del infante.
También es una historia muy nuestra ya que la Procuraduría de Justicia ha reaccionado porque la víctima se trata de un personaje público; un ciudadano de a pie es muy probable que se hubiera quedado indefenso ante un hecho semejante.
A este payaso y actor con 32 años de trayectoria le duele que una buena parte de la sociedad hermosillense haya justificado un acto tan salvaje a partir de la versión de la madre del niño, Miriam Rivera Ojeda, según la cual Tony Tambor se burló del menor en repetidas ocasiones durante la fiesta de cumpleaños en el fraccionamiento Oasis Lantana de esta ciudad.
Y aprovecha la entrevista para decirles que si piensan que se justifica el infierno que pasó ese domingo 23 de marzo por el supuesto “bullying” al que sometió al menor, entonces es tiempo de que vayan al psicólogo porque hay algo que no está bien en ellos.
Se sostiene el actor en su versión de que fueron más de diez personas las que llegaron en pick ups con el único objeto de golpearlo con bats de beisbol; que trataron de arrastrarlo a una casa abandonada con la probable intención de matarlo; que únicamente ancianas y niños lo protegieron, los cuales también salieron heridos; que cuando lograron meterlo en la casa de la señora organizadora de la piñata, la familia Rivera exigió con lujo de violencia que entregaran al payaso para seguir lastimándolo; que estaban alcoholizados; que actuaron seguros de su impunidad, pues pensaron que era un pobre payaso y no calcularon que sus actos tuvieran la trascendencia mediática que a la postre han tenido; y que no se burló ni humilló al niño.
“¿Cómo voy a hacer eso? Primero, soy un profesional con 34 años de trayectoria, me he presentado en el FAOT, en las Fiestas del Pitic, he trabajado con todas las instituciones culturales de Sonora, hago labor social en hospitales y casas hogar. Pero si esto no basta, veámoslo desde el punto de vista mercantil: ¿cómo iba a meterme con un posible futuro cliente?”.
La entrevista con el Procurador
El martes 29 de marzo, siete días después de la agresión perpetrada por un grupo de personas encabezado por el ex policía municipal Héctor Manuel Rivera Ojeda, hermano de Miriam, Tony Tambor fue recibido a media mañana por el procurador de Justicia del Estado, Rodolfo Montes de Oca.
De la entrevista, el actor y comediante salió satisfecho y por primera vez en una semana, un poco más tranquilo.
Nos aseguró que el funcionario le garantizó protección a él y a los miembros del staff, acciones contundentes, peritajes médicos y una investigación expedita apegada a derecho.
Hasta entonces nada de ello se había efectuado.

Desde que interpuso la denuncia hasta ese momento no había recibido ninguna notificación del Ministerio Público ni conocía de ninguna acción que hubiera llevado a cabo la fiscalía en contra de sus supuestos agresores.
No tenía constancia de que hubiera algún indiciado; lo único que sabía era que 48 horas después de la detención habían soltado a los agresores y que durante estos siete días ha recibido amenazas en su casa, lo que le ha obligado a estar cambiando de domicilio para refugiarse en los hogares de los amigos.
Lo único que sabía era de la impotencia y el miedo que le provocaban las burlas de la familia Rivera que circulan en las redes sociales en videos y fotos.
Del mal chiste en que se convirtió una paliza que le pudo haber costado la vida, que le puede costar la visión del ojo derecho y cuyas heridas sobrelleva dopado para soportar el dolor.
No sabe cómo, pero tiene que seguir trabajando, nos confiesa; el próximo 3 de abril tiene una función y estará ahí, cumpliendo con la vocación de toda una vida, a pesar de que también le destrozaron el equipo de sonido en el que se apoya para presentar su espectáculo.
El show debe continuar, sin importar las punzadas en las costillas, la leve cojera y la escasa visibilidad que le quedó en el ojo derecho, el cual sigue en observación a la espera de que los médicos decidan si necesita o no operarse.
El miedo de los vecinos a atestiguar
Ésta también es una historia que se repite mucho más de lo que creemos en este Hermosillo donde la cultura buchona ha penetrado de forma escalofriante.
La familia Rivera, amparada en el poder de la charola del ex policía municipal Héctor Manuel Rivera Ojeda, ha hecho lo que le ha dado la gana en el fraccionamiento Oasis Lantana durante mucho tiempo.
Uno de los principales problemas que enfrenta la investigación en torno a la agresión a Tony Tambor es el miedo de los vecinos presentes en la fiesta de atestiguar lo que presenciaron.
Nadie quiere hablar por temor a represalias.
Ni siquiera la madre que organizó la piñata, la testigo principal, quien de momento no ha ofrecido su testimonio ante el Ministerio Público.
Incluso, en el fraccionamiento Oasis Lantana, se rumora que no es cierto que hayan dado de baja a Héctor Manuel Rivera Ojeda, que sólo lo han cambiado de sector.
Sea o no verdad lo anterior, el hecho es que el miedo a posibles represalias por parte de la familia Rivera podría dar al traste con la averiguación y que al final del día ninguno de los agresores sea consignado.