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¿La izquierda da, la izquierda quita?

En materia de libertad de prensa, el nuevo régimen político mexicano podría ser muy parecido a aquel régimen que empezó a degradarse a partir del año 2000

 Por Hilario Olea Fontes

Hace algunos ayeres, en las reuniones posteriores al cierre de edición del semanario Primera Plana, se platicaba de todo y de nada, pero siempre se sacaban a colación anécdotas periodísticas y de aquellos inicios del medio informativo (hace ya 41 años).

Era recurrente la anécdota de cómo trajeron a Hermosillo la primera rotativa desde Guaymas, sorteando algunos obstáculos propiciados por el gobierno en turno, que no quería en circulación un medio informativo crítico al sistema.

Pero, luego de tener en casa la maquinaria, se debía de resolver la manera de contar con papel para imprimir las ediciones. Y es que, tal vez sea uno de los capítulos olvidados en la historia de México, el proveedor oficial del papel era el Gobierno Federal.

Y como tampoco era del agrado del poder ejecutivo contar con detractores en el periodismo, pues era fácil decidir a quién le vendían papel y a quién no.

Evidentemente no contaban con la astucia de los fundadores del Primera Plana, quienes encontraron en Arizona la proveeduría para imprimir los ejemplares semanales.

Sirvan estas pinceladas anecdóticas para comparar lo que años después se vería en el ejercicio periodístico, una etapa que se consideraría como una libertad de prensa funcional, con sus asegunes, sí, pero con margen de maniobra.

Le damos la bienvenida a la transparencia

 Con el riesgo de plantear una aseveración sintetizada en su máxima expresión, fue la izquierda mexicana la que contribuyó, a partir de plumas y medios de alcance nacional, a que con el paso de los años se volviera menos difícil exponer las ideas y emitir las opiniones; presentar reportajes reveladores y exponer los abusos del poder.

A partir del año 2000, cuando el viejo régimen salió de Los Pinos, la libertad de prensa se volvió más tangible, más al alcance de quienes ejercen este maravilloso oficio.

Luego llegó la corriente internacional de rendición de cuentas. La famosa “transparencia gubernamental”. Y fue entonces cuando miles de profesionales de la comunicación y del periodismo se dieron a la tarea de desempolvar viejos archivos, convirtiendo en noticia sucesos que habían sucedido décadas atrás. Como el caso del periodista sonorense Juan Carlos Zúñiga, que en 2002 ganó el Premio Nacional de Periodismo con el reportaje “Fraude electoral en Sonora en 1985”.

Pero, además, el periodismo nacional tuvo acceso a información actual, de los gobernantes en turno. El ejemplo más claro lo tenemos con el famoso “Toallagate”, presentado por Anabel Hernández en Milenio, en 2001, cuando la Secretaría de Contraloría durante el gobierno de Vicente Fox hizo públicos los gastos que se habían realizado en remodelación de Los Pinos.

El entonces Presidente de México dijo que la información había salido a la luz gracias a que se había transparentado el gasto público.

Los fabulosos 80’s

 El casi concluido sexenio lopezobradorista detesta la liberta de prensa. Por eso no ha cesado de arremeter en contra del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), órgano proveedor de muchísima información publicada en medios informativos. Por eso entregó el manejo financiero a los militares, para no tener que informar sobre los dineros por motivos de “seguridad nacional”. Y por eso no deja de denostar en público a periodistas que publican los escándalos sexenales, como el de SEGALMEX, en donde ahora dicen que sí robaron, pero robaron poquito, como cuando se sinceró el tocayo Hilario “Layín” Ramírez, ex alcalde de San Blas, Nayarit.

De continuarse con esta línea, el Gobierno Federal habrá de evolucionar en materia de tratar de limitar el ejercicio periodístico crítico, para posteriormente prohibir —tal como lo hacen los regímenes dictatoriales— hasta la libertad de pensamiento.

Y de ser así, en México, tal como ha sucedido en muchos países latinoamericanos y del mundo, se cumplirá la desventura: izquierda da y la izquierda quita.