La memoria de la flor del nopal
La artista Paula Martins, con la exposición “40 átomos de carbono”, dialoga con el desierto y hace del color amarillo una poética de la naturaleza
Por Imanol Caneyada
Dejar que la naturaleza hable, se exprese, busque sus propias formas y texturas es el principio del que parte la artista de origen portugués y sonorense por adopción, Paula Martins, en la exposición “40 atómos de carbono”, la cual estará en el Museo de Arte de Sonora (Musas) hasta el 15 de febrero de 2017.
La fascinación de la Martins por el desierto la ha llevado a estudiarlo, a observarlo, a analizarlo y a encontrar en su aparente desolación una intensa vida que en esta colección de pinturas, instalaciones y arte-objeto explota en el amarillo de la flor del nopal.
Ya el título hace alusión a la composición química de esta flor que nace, crece y muere en sólo tres días, me cuenta la artista mientras me guía por el laberinto de la exposición que alberga Musas.
En sus recorridos por el desierto, esta lisboeta que hace tres décadas vive en Sonora, fue recolectando las flores secas del nopal, también las del mezquite y el palo verde.
Luego las puso a hervir en agua para extraer el pigmento amarillo de las mismas y comenzó a experimentar en diferentes superficies: algódón, albanene, vidrio, hueso, madera, con la idea de que la mano del artista interviniera lo menos posible para que el pigmento, en contacto con las diferentes superficies, expresara su propia naturaleza.
El resultado es fascinante. Los volúmenes, las texturas y las formas que adquiere el color extraído de la flor del nopal (y en menor cantidad la del mezquite y el palo verde), nos transportan de forma sugestiva, onírica y aleatoria a la propia esencia de la flor, que en contacto con los diferentes materiales, no olvida su estructura, como si guardara en sus entrañas una memoria inalterable de sí misma.
La exposición, cuya sobresaliente curaduría corrió a cargo de Octavio Avendaño Trujillo, invita, por supuesto, a muchas lecturas.
Una de ellas, ilustra Paula Martins, tiene que ver con la historia del color amarillo en la tradición del arte occidental y sus simbolismos. El color amarillo en la historia del arte ha sido asociado al poder, la traición y el dinero en diferentes épocas. En la edad media era el color que distinguía a las prostitutas y a los ciudadanos judíos, por ejemplo, y el gran traidor de la historia occidental, Judas, es representado con una gran capa amarilla.
Con “40 átomos de carbono”, una exposición monocromática, la Martins quiere reivindicar este color como el color de nuestro desierto, cuyo viento también es amarillo, como decía el poeta sonorense Abigael Bohórquez.
Es asimismo un origen a los procedimientos técnicos de antaño, cuando los colores se extraían de flores y plantas, sin elementos artificiales que dañen a la naturaleza. En el preparado del intenso amarillo que ilumina la sala de Musas, sumergiéndola en una atmósfera de atardecer, Paula Martins únicamente utiliza agua y flores secas, las cuales forman parte de la muestra.
Esto, aunado a las técnicas de escasa intervención que la artista ha experimentado, principalmente mediante el goteo, se convierte en un discurso necesariamente ambientalista, ecológico, en una defensa a ultranza de la naturaleza y en una advertencia: no podemos seguir lacerando el ambiente como lo hacemos, no podemos continuar con esta masacre.
Así, la mano de Paula Martins únicamente impulsa un proceso en el que la propia flor del nopal, la superficie con la que interactúa y el tiempo resultan en formas, volúmenes y texturas que nos transportan a un amanecer en el desierto, a un cráter del Pinacate, a una duna, a la inmensidad del cosmos y a la propia flor que renace en su nuevo hábitat: el del arte.
Sea con el lienzo en la pared, la instalación, el objeto o la técnica audiovisual, Martins no copia al desierto, sino que abstrae su esencia, el alma que late en él, convirtiéndose la artista en una especie de psicoanalista que lo escucha, lo observa, lo interroga para que nos revele sus secretos.
En “40 átomos de carbono”, Paula Martins es fiel a la proclama de Huidobro: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas! Hacedla florecer en el poema”.
Paula Martins es licenciada en Psicología por la Universidad del Noroeste. Ha frecuentado diplomados de dibujo y pintura en la Universidad de Sonora y ha tomado Cursos de Experimentación con artistas contemporáneos de destacada trayectoria. Ha realizado varias exposiciones individuales, participado en colectivas y su trabajo se ha exhibido en México, Estados Unidos, Italia y Portugal.