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La sombra del padrecismo en la elección panista

Por Imanol Caneyada/

Por más que cada uno de los candidatos a la presidencia del PAN estatal ha corrido para no ser alcanzado, ni Ernesto Munro ni David Galván ni Adrián Espinoza han podido escapar de la sombra del gobierno de Padrés y su estela de corrupción.

Horas antes de que los tres aspirantes celebraran el último debate rumbo a la elección, el pasado dos de agosto, el presidente interino de los panistas sonorenses, Leonardo Guillén, anunciaba que habría una investigación para esclarecer la desaparición del dinero de las cuotas de los ex funcionarios panistas, a quienes durante el sexenio anterior se les descontó religiosamente su aportación al partido; no obstante, el monto por dicho concepto equivalente a cinco años y diez meses no ingresó a las arcas del instituto político.

Lo anterior salió a la luz cuando Acción Nacional canceló a cientos de militantes su derecho a participar en los comicios porque no estaban al corriente con los pagos; sin embargo, los panistas que trabajaron en la anterior administración argumentaron que les habían descontado las cuotas puntualmente vía nómina.

Las prácticas del padrecismo no sólo han dejado un estado en ruinas y maltrecho, también han afectado a su propio partido.

La mayor ironía de la contienda blanquiazul en Sonora en pos de la dirigencia, es que se lleva a cabo en el año en que el panismo del resto del país celebra su regreso a la senda del triunfo y dice saborear ya la reconquista de Los Pinos.

En Sonora, los candidatos no han dejado de hablar de recuperar la dignidad perdida, de reparar el daño que la corrupción de la única gubernatura de Acción Nacional en la historia de la entidad le ha hecho al partido, de volver a los principios fundadores, de transparentar el instituto político y de exigir trasparencia y honestidad a los servidores públicos panistas en el Congreso y ayuntamientos.

4 Candidatos PANEl discurso de los contendientes ha tenido en común el mea culpa, la promesa de borrar estos seis últimos años, en los que pasaron de la gloria al infierno, recuperar la bandera de la anticorrupción, que históricamente le ha pertenecido al PAN, y la confianza de la militancia, mucha de la cual está ofendida, herida, cansada, desengañada por los excesos de los integrantes del gabinete de Padrés.

El llamado a la unidad también ha sido otra constante, pero cuando la catástrofe es de tal magnitud, es difícil mantenerse unidos, y la necesidad de desmarcarse del terrible estigma que pesa sobre el panismo sonorense termina por pasar factura.

Esto se vio durante el último debate celebrado en Ciudad Obregón el pasado martes, en el que Ernesto Munro acusó a David Galván de presionar, amenazar y coaccionar a los militantes que trabajan en ayuntamientos panistas (como el de San Luis Río Colorado, encabezado por Enrique Reina) para que voten por él; y señaló a Adrián Espinoza de haber ido a sentar candidatos cuando fue secretario general del PAN en la presidencia de Juan Valencia, y de haber sido becado durante tres años por el partido para estudiar en España.

Por su parte, Galván hizo referencia al “netotismo” (juego de palabras con el nombre de Neto Munro y nepotismo) existente en el panismo de Puerto Peñasco, pues los familiares del ex secretario de Seguridad Pública ostentan varios puestos en el ayuntamiento que preside su hijo Kiko. Galván también acusó a Espinoza de haber construido junto con Juan Valencia esa puerta eléctrica inexpugnable en el edificio del PAN Sonora, la cual alejó a la militancia panista de la dirigencia; y es que Adrián Espinoza ha sostenido su discurso en el hecho de que va a quitarle el partido a las cúpulas para devolvérselo a los militantes de a pie.

Éste lanzó también sus pullas: a Munro cuando le aclaró que él, como secretario del partido, acudió a Puerto Peñasco a calmar las aguas por la inconformidad que despertó la candidatura a la presidencia municipal de su hijo, mientras que a Galván lo acusó de ser el candidato oficial del CEN del PAN y de encabezar una campaña de presión a los funcionarios panistas para que voten por él.

Los trapos sucios que salieron durante el debate también se orearon en el transcurso de la campaña, en la que exhibieron grabaciones secretas de la coordinadora de campaña de Galván, y memes y comentarios en las redes sociales en los que los simpatizantes de cada candidato acusaban a los otros de corrupción.

A pesar de que el resucitado Florencio Díaz Armenta, presidente de la Comisión Organizadora de la elección, llamó a guardar la compostura y amenazó con posibles sanciones por el daño a la imagen del partido que las planillas participantes han hecho con las campaña negras, el mismo día del debate, el Diario del Yaqui publicaba a ocho columnas el megafraude que el CEN del PAN prepara a favor de David Galván en las elecciones del domingo siete de agosto, cosa que el aludido tuvo que negar nada más iniciar el debate, argumentando que era imposible un fraude de esas características.

El Diario del Yaqui ha apoyado a Adrián Espinoza durante toda su campaña.

Los panistas tendrán que elegir este siete de agosto entre Ernesto Munro, que representa la antigua escuela, la del panismo resistente durante décadas a los abusos y las corrupciones del PRI; ese que fue oposición férrea y que invoca los principios de los fundadores del PAN: la solidaridad, la subsidiaridad y el bien común. Adrián Espinoza, el candidato de Padrés, supuestamente sangre nueva que quiere arrebatar el PAN sonorense a Ricardo Anaya para regresárselo a los militantes de a pie. Y David Galván, muy cercano al triunfalista presidente nacional del blanquiazul, que se ha colgado de este discurso para regresarle la dignidad a los panistas obviando la estela de corrupción que dejaron en Sonora, bajo el sutil argumento de que no fue su grupo quien incurrió en ello.

Sobre Ernesto Munro pesa el haber sido secretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Padrés, a pesar de que lo apoya David Figueroa, de los pocos panistas que no fueron salpicados por la debacle.

Sobre Adrián Espinoza pesa el hecho de ser el candidato de Padrés, además del abierto apoyo del ex alcalde Alejandro López Caballero, cuya estela de corrupción dejó temblando a la ciudad de Hermosillo, y su paso por la secretaría del partido cuando era presidido por el muy cuestionado Juan Valencia.

Por último, David Galván, respaldado por Ricardo Anaya a nivel nacional, y en Sonora, por el grupo que Guillermo Padrés dejó fuera de la jugada durante seis años, conformado en su momento por el innombrable: Manuel Espino Barrientos. Es el candidato al que menos se le relaciona con el ex gobernador, a pesar de que ostentó varios cargos durante la anterior administración, como director de Alcoholes y subsecretario de Gobierno de enlace legislativo.

Este siete de agosto la historia se repite: foxistas y calderonistas se pelean el pastel.