Dardos

La triste caída del Mercado Municipal

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E.

El panorama es desolador alrededor del histórico edificio: dos de los accesos principales lucen con vallas naranjas, advirtiendo a la gente de no pasar. Otra puerta tiene una gran estructura de vigas acero gris sosteniendo la agrietada fachada. La cuarta entrada es la más “completa”, el visitante es recibido por un agrio olor que revuelve el estómago (quiero pensar que es basura acumulada) y ahí también está apostado una persona en silla de rueda con un letrero de cartón, en una protesta permanente. El inmueble grita de agonía sin ser escuchado. Hay un desinterés generalizado.

“¡Pásele, pásele… ¿qué va querer?”… entre los pasillos es la eterna batalla por el cliente. Los vendedores ofrecen su menú intentando convencer al comensal. Las aromas entremezcladas. Café recién colado. Cilantro fresco. Sanguaza. Caldo de pollo. Mantequilla. Tacos de cabeza…Recorrer el mercado es un carnaval para los sentidos. El zumbido constante del bullicio de la plática, los camiones al exterior acelerando, la rueda del ‘diablito’ chillando mientras avanza con la carga, cajas cayendo de golpe. “¿Qué le servimos mushasha?”… No hay sinfonía similar en la ciudad.

El próximo 15 de septiembre, el Mercado cumplirá 111 años desde que se colocó la primera piedra para iniciar su construcción. Fue en 1913 cuando se terminó la obra y quedó inaugurado con el nombre “José María Pino Suárez”. Es una joya arquitectónica del Siglo pasado que, como sociedad, no hemos logrado comprender su valor.

El INAH el pasado mes de marzo emitió un informe donde confirmaba tenían un Estudio Estructural, del cual se desprendieron recomendaciones al Ayuntamiento de Hermosillo.

Destacaban lo siguiente: “Apuntalamientos de espacios interiores y frontispicios exteriores, junto con la estabilización de arcos y cubiertas en los ingresos principales; así como la recomendación de limpieza y descacharre en las azoteas del edificio; así como acciones preliminares de seguridad y protección, debido a las fallas de desplazamiento estructural que presentan los muros y que ponen en riesgo estructural a la edificación”.

No pasaron muchos días para que con las lluvias, y la falta de mantenimiento, se desprendieran algunas molduras de la fachada.

Aunque las obras de rehabilitación se planean de manera coordinada entre el INAH, la Unión de Locatarios, y la Coordinación de Infraestructura, Desarrollo Urbano y Ecología (CIDUE), en esta última dependencia los funcionarios municipales parecen avestruces, tal vez por el completo desinterés en el proyecto y es comprensible esa actitud pues ya están haciendo maletas. Aunque es justo señalar que todas las autoridades involucradas, durante años han dejado en abandono este edificio que se cae a pedazos entre el burocratismo y la poca memoria histórica.

¿Se imagina que todos los empresarios alrededor del Centro Histórico se pusieran de acuerdo y junto con las autoridades de los tres niveles de gobierno establecieran un proyecto de rescate con fechas y dinero por delante? Bueno, para eso solo hacen falta dos cosas y no se venden en los puestos del Mercado: amor por la ciudad y voluntad.