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La vida útil de Vicente ‘Huevo’ Romo

Célebre por tener uno de los tres juegos perfectos en la historia del beisbol en México. Casi 10 años en Ligas Mayores (33JG-33JP). Era el tiempo que se sentía con una mayor virulencia el racismo y la discriminación contra el jugador latino. “Fui de los que abrieron camino allá”.

Por Bulmaro Pacheco

—¿Se puede ser un hombre récord en el beisbol y vivir tranquilo, Vicente?

El veterano –y activo– beisbolista, próximo a cumplir 75 años este 12 de abril –nació en 1943–, levanta sus pobladas cejas y advierte:

—Vives tranquilo y muy satisfecho de los logros, pero también confiado en que alguien mejor que tú surgirá, para superar los logros.

Lleva 31 años retirado como jugador, pero sigue activo como “coach” de picheo con los Venados de Mazatlán en invierno y con los Toros de Tijuana en verano.

—¿Ha cambiado el beisbol de tu época a la de ahora?

—El beisbol ha sido el mismo en todas las épocas, pero antes se jugaba más fuerte, con más corazón, más pasión, más vocación —dice. Ahora los pitcher casi no lanzan juegos completos, y los jugadores se han vuelto más delicados; ya no son tan rendidores como antes, cuando ni instructores había. Ahora hay que hacerlos. Dios te da las facultades, de uno depende desarrollaras, antes había que hacer un mayor esfuerzo.

Y no es para menos.

Vicente “Huevo” Romo vivió activo como muy pocos el beisbol profesional durante 25 años (de 1961 a 1986), entre las ligas mayores (con Dodgers, Padres, Cleveland, Chicago, Boston), la Liga Mexicana de Verano (Con Tigres, Córdoba, Yucatán), y en la Liga Mexicana del Pacífico –antes invernal (Guaymas, Obregón, Culiacán, Navojoa)–, de donde es dueño de casi todos los récords de picheo, y con participación en 12 series del Caribe y una marca del segundo mejor pitcher (en ganados y perdidos) en esa justa internacional, después del cubano Camilo Pascual

En el invierno, “salvo en el récord de blanqueadas”. Me aclara: “Ahí Pepe ‘El Peluche’ Peña me supera por una sola” (40-39). Pero en ponches, juegos completos, porcentaje de carreras limpias, más innings jugados sin aceptar carrera limpias (92 2/3) y el sueño de todo pitcher: Un juego sin hit ni carrera (con un inning un tercio de Emilio Ferrer); y uno de los tres juegos perfectos –en más de 120 años– lanzados en el beisbol mexicano. El del propio Vicente, lanzado un gélido 5 de enero de 1971 en Guaymas, jugando él con los Yaquis de Obregón contra Guaymas en el nuevo estadio Abelardo L. Rodríguez, ante no más de ¡100 espectadores!

Fue un invierno muy duro y la gente no salió ese día de sus casas. (Los otros dos perfectos fueron uno de Joaquím Soria Yaquis contra los Naranjeros de Hermosillo en 2006, y otro de Jesús Moreno de los Cañeros de Mochis contra los Yaquis en 1989).

—¿Tus últimos tres outs del juego perfecto, cómo los viviste, Vicente?

—“Hasta la octava entrada me enteré que el juego iba perfecto. Me puse algo nervioso y ya para la novena entrada se me subió la adrenalina al máximo. Domingo Rivera sacó un elevado a segunda. Salvador Sánchez de emergente por Vicente Peralta sacó rola a segunda base y Rubén Soqui, emergente por el pitcher José Soto sacó una línea peligrosa al jardín izquierdo, que agarró muy bien de cordón de zapatos Leon Brown. Así terminó el juego perfecto. Al terminar y con la euforia de mis compañeros me sentí raro, hasta después me cayó el veinte.

Para 1952 la vida en Santa Rosalía, Baja California Sur, era mucho más dura que en Guaymas: Mucho aislamiento, pobreza, falta de abasto de las cosas esenciales para la sobrevivencia e incomunicación. Por eso, cientos de familias emigraron a Guaymas  buscando mejorar sus vidas. Así fue como a principios de los cincuenta del siglo XX llegaron al sector “Las Golondrinas” del puerto, don Santos Romo Urías y doña Rosario Navarro Romo, donde lograron completar a sus once hijos, entre ellos Vicente.

Vicente empezó a jugar beisbol llanero –en San Germán– mientras alternaba los estudios en la primaria Gaspar Zaragoza, del sector Golondrinas. “Jugaba la tercera base, y un día que no llegó el pitcher abridor, el manager me mandó llamar y me gustó”, afirma. “Con el tiempo empecé a participar en el beisbol amateur hasta que Corito Varona, el recordado buscador de Tigres de México, me contactó para jugar en el beisbol profesional”.

Vicente debutó en 1961 bajo la tutela de Memo Garibay con Tigres de México y en Guaymas con Manuel Magallón como manager de los Ostioneros. Después iría con los Yaquis y completaría 14 años con los Tomateros de Culiacán.

Y ya no paró. Le tocó probar suerte por casi 10 años en las ligas mayores (33JG-33JP), cuando sus compañeros de pitcheo eran entre otros, Sandy Koufax y Don Drisdale. Era el tiempo que se sentía con una mayor virulencia el racismo y la discriminación contra el jugador latino. No le tocaron buenos años para los jugadores mexicanos a Vicente allá.

“Fui de los que abrieron camino allá, por eso nunca terminará mi admiración por jugadores como Beto Ávila”, dice. “Empecé desde la liga de la Toronja y probé suerte con Dodgers, Indios, Medias Blancas, Padres, y Medias Rojas de Boston. Me sirvió mucho el apoyo del recordado Preston Gómez”, para la adaptación allá, dice.

—¿Tus managers?

—Manuel Magallón, Chito García, Memo Garibay, ‘Paquín’ Estrada, Raúl Cano, Miguel Sotelo, entre otros. Admiré al Cananea por estricto, dice.

—¿Nunca manager tú, Vicente?

—Todavía no.

—¿Tus lanzamientos preferidos?

—La recta, el “slider” y el cambio. Nunca necesité más. Una combinación bien hecha de cada uno en cada juego.

—¿Tus mejores cátcheres, Vicente?

—Es difícil, porque todos fueron muy buenos amigos; pero debo mencionar a Eloy Gutiérrez, al célebre ‘Pilo’ Gaspar (que decía que donde él ponía el guante sin preocupación, él podía leer el periódico ahí mismo y ahí la ponía la bola el Huevo, directamente), a ‘Paquín’ Estrada, Gregorio Luque, Guillermo Frayde, el Kalimán Robles y Francisco Márquez el receptor del juego perfecto.

—¿Y tus lanzadores más reconocidos?

—Son muchos, pero con especial afecto recuerdo a Miguel Sotelo, a Eleno Cuén (el único que ha lanzado 19 juegos completos en la Liga del Pacífico; nadie lo ha hecho como él). También al ‘Zurdo’ Ortiz, Maximino León, Arturo Cacheux y, en especial a Ramón Arano, de los más longevos como yo. También a los nudilleros como Tony Dicochea, Alberto Joachín y Mario ‘Toche’ Peláez.

—¿Tus jugadores admirados?

—El más completo de los mexicanos, a mi juicio: Miguel Becerril Fernández. Ambidiestro, jugaba todas las posiciones, muy buen bat.

—¿El mejor de todos los tiempos?

Héctor Espino, sin duda; el mejor bat de la historia. Ya no volverá a haber otro como él. También mi amigo Ronnie Camacho, que cada vez que me ve me reclama el jonrón 27 de Bob Darwin –jugaba con Hermosillo– que le empató su récord y me lo dio a mí en Culiacán.

—¿Nervios?

—Casi nunca. Creo que si Dios te da las facultades, depende de ti pulirlas con seguridad y sin miedo alguno. Nunca en la loma de picheo. Una vez me tocó pichearle a Héctor Espino con la casa llena, y entró Miguel Sotelo a preguntarme si lo pasaba o le lanzaba. ‘Tú eres el manager, tú dime’. ‘Lo dejo a tu criterio’, me contestó Sotelo, y le lancé, sacando Espino un ‘fly’ a primera. Esa es la confianza en uno mismo, que yo siempre he tenido.

“En otra ocasión que el equipo de Guaymas tenía tres quincenas sin cobrar, me alquilaron por 40 mil pesos a los cañeros de Mochis”. Esa misma noche me pusieron a lanzarle a mis ex compañeros y el Ronnie manager de Guaymas puso a lanzar a mi hermano Enrique. Al final me ganó Enrique con un jonrón de Arturo Bernal 2-0” Y así.

¿Por qué ‘Huevo’? Un manager de los Estibadores de Guaymas apodado ‘El Cochón Rodríguez’ lo bautizó así a finales de los cincuenta.

¿Envidias? “Nunca, en toda mi carrera han sido la humildad y la sencillez una práctica constante. La fama nunca se me subió a la cabeza gracias al apoyo de mi esposa Sara Armenta Urías, con quien llevo casi 40 años de casado y eso me ha hecho disfrutar más el cariño de las hijas Kenia y Karla y las tres nietas: Fernanda, Grecia y Regina”. “Nunca drogas, mucho cuidado de la salud, una alimentación balanceada con poca carne, y algo de tequila para conservarme bien”. Nada más, nada menos.

—¿Satisfacciones?

—Muchas: la familia, el beisbol, los amigos, que la gente no nos olvide, las marcas establecidas, la salud y figurar en los salones de la fama de México y Latinoamérica.

¿Nombre de alguna calle? ¿Nombre de algún Estadio? ¿Ni en Guaymas? (donde creció) ¿Ni en Cajeme? (donde reside) Todavía no. ¿Y te gustaría? Claro, ¿a quién no? Sería un gran honor.

Es Vicente ‘Huevo’ Romo. El mejor pitcher profesional mexicano —sin duda y por mucho— de todos los tiempos. Genio y figura.

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