“Ley Perla Zuzuki”, más daños que beneficios
Por Feliciano J. Espriella
El daño infringido a la industria restaurantera y al turismo, es incalculable. El año pasado cerraron 28 establecimientos.
Entre la muy desprestigiada clase política mexicana, los cuerpos legislativos se llevan las palmas. El Congreso de la Unión, la Asamblea Legislativo del Distrito Federal, así como todos y cada uno de los Congreso Locales, son repudiados por gran parte de la población mexicana.
En este contexto, los diputados representan el cuerpo colegiado con más desprestigio en nuestro país. Más aún que las corporaciones policiacas. “Sólo 10% de los mexicanos manifiesta confianza en los sindicatos, senadores, partidos políticos policía y diputados, siendo estas instituciones las que tienen peor reputación en la opinión pública”, reveló un estudio realizado por Consulta Mitofsky.
Sin embargo, lejos de buscar revertir tan denigrante percepción entre la ciudadanía, las acciones que realizan ya sea como cuerpo colegiado, grupo parlamentario y algunos diputados en lo personal, tienden a reforzar el repudio popular.
Es inverosímil ver la soberbia, despotismo y desprecio a la ciudadanía con la que se expresan cuando alguno de ellos intenta justificar algo que no acepta la población. Parecería que como el máximo jerarca católico tienen un “toque divino” y el don de la “inefabilidad”. En ese sentido nos ven a todos como infantes y súbditos ignorantes que tenemos la obligación de acatar sus dictados, pues sólo ellos conocen lo que nos conviene.
Les vale si sus disposiciones dañan, perjudican, afectan, lesionan, lastiman, maltratan, agravian, ultrajan, vejan, ofenden o insultan. Estén o no en lo correcto, tengan o no la razón, “nomás sus chicharrones truenan”.
Un espécimen de esta naturaleza que ha hecho más daño que el resto de sus compañeros juntos, es miembro de la actual legislatura del Congreso Local. Se llama Perla Zuzuki Aguilar, quien hace más de un año impulsó y logró con el apoyo de su bancada que tienen mayoría en el Congreso Local de Sonora, la aprobación de una Ley que fija un límite de alcohol permitido para conductores de vehículos automotrices equiparable al 50 por ciento del estándar utilizado en casi todas las ciudades importantes del planeta. Incluyendo al DF, posiblemente la ciudad más de tráfico más conflictivo del país.
El daño infringido a la industria restaurantera y al turismo como consecuencia de la mal llamada “Ley Perla Zuzuki”, es incalculable. Han cerrado decenas de restaurantes y dejado sin empleo a cientos de sonorenses. El año pasado cerraron 28 establecimientos y transcurridos tan sólo dos meses de 2015, ya cerraron siete a la fecha. Para la semana próxima ya se anunció el cierre de otro más.
Ante recientes protestas de hoteleros y restauranteros que ya no sienten lo duro sino lo tupido, la aún diputada (lo bueno es que ya se va) declaró: “No hay un retroceso, no hay vuelta atrás; esto no es un asunto que se nos haya ocurrido, es un tema mundial. Ha habido información de la Organización Mundial de la Salud, donde afirma que las muertes de tránsito ocasionadas por conducción punible son consideradas como una epidemia y yo creo que no podemos permitir en nuestro Estado ser retrógradas”.
Supongo que el calificativo de retrógrada va dirigido a los empresarios afectados y fundamenta su obcecación en un argumento que para nada tiene que ver con los límites mínimos de alcoholemia. Como todo político mediocre, cuando no tiene argumentos recurre a la cantinfleada.
Los índices de accidentes provocados por conductores ebrios se mantuvieron iguales en 2014 respecto a 2013 a nivel estado. Hubo reducciones mínimas (como se aprecia en la gráfica) en algunas ciudades que de ninguna manera pueden atribuirse a la Ley Perla Zuzuki. De hecho desde hace cinco años se ha presentado una tendencia a la reducción.
Por otra parte, los ganones han sido algunos ayuntamientos que han incrementado sustancialmente la recaudación vía multas por conducción punible y, sobre todo, los abusivos cuerpos policiacos que ahora si han tenido su agosto todo el año.
En lo personal me queda muy claro y ya le he escrito en alguna otra ocasión, la diputada quiso equiparar los límites de alcoholemia a los de la capital de la República, pero en su supina ignorancia no tomó en cuenta que en Sonora se utiliza una base para el cálculo diferente. El resultado fue que el límite para nosotros es la mitad del que rige en el resto del país.
En una situación similar una persona común y corriente hubiera reconocido su error y procedería a enmendarlo. Pero los diputados no se sienten comunes y mucho menos corrientes, al fin y al cabo sus indejadas siempre las viene pagando la plebe. Además, esa Ley, como el resto de las emanadas de todos los códigos y constituciones les hacen lo que el viento a Juárez vía fuero ¿Qué no?
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.