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“Lo bueno es que ya se van” llegó para quedarse

Por Feliciano J. Espriella/

“La guerra de las lonas” fue otro encabezado en el que pensé para la presente columna, pero opté por el que consideré más comercial y con posibilidades de atraer la atención de un mayor número de lectores. En última instancia eso es de lo que se trata ¿o no?

Me parece indicado señalar que quienes nos dedicamos al noble ejercicio de comunicar, aparte de los generosos emolumentos que recibimos, también nos interesa que nuestros escritos lleguen a las mayores audiencias posibles. Nos agrada y nos halaga.

En nuestra edición de hace dos semanas en este espacio lo titulé “Lo bueno es que ya se van”, lo cual hicieron también algunos otros colegas, entre los que recuerdo a los amigos Víctor Mendoza Lambert y Arturo “El Chapo” Soto. Desconozco cómo les habrá ido a ellos con sus audiencias, pero a mí me fue de maravilla.

La columna de marras la escribí, como suelo hacerlo habitualmente, el martes anterior a la puesta en circulación (el viernes siguiente, 17 de octubre) de este semanario. Las mantas con la hoy ya archisuperconocida frase apenas se habían colocado unos días antes, pero ya empezaban a penetrar con fuerza entre la población. No había sucedido lo que sucedió la noche del viernes 17 precisamente, en el que las vandalizaron y destrozaron, lo cual en mi opinión sirvió de acicate para catapultar la popularidad de la frase.

Un ejemplo para ilustrar lo anterior. Tengo desde hace varios meses una cuenta de Facebook con el nombre de este mismo espacio. Es bastante modesta, todavía no llega a 1,000 Fans. En ella cada viernes por la mañana publico la columna de la semana, lo cual hice también en esa ocasión.

El viernes 17 no hubo gran cosa de que congratulares, unos pocos “me gusta” y otros cuantos compartires fue cuanto. Pero del sábado en adelante empezó a tener un éxito fenomenal y así continuó por varios días, de hecho todavía no hay día en el cual no haya alguien que la comparta o le dé un “me gusta”.

Esta publicación tuvo un mayor éxito que todas las anteriores juntas, estos son los números: 729 “me gusta”, fue compartida 228 ocasiones, generó 71 comentarios y 230 nuevos Fans, casi el 40 por ciento de los que tenía antes de la publicación. Ahora sí, regreso al título en el que pensé originalmente.

La guerra de las lonas

Como es de sobra conocido, las lonas con la frase “Lo buenos es que ya se van”, fueron colocadas nuevamente y también de nuevo fueron eliminadas, a pesar de la advertencia de Natalia Rivera, Secretaria General del PRI, quien retó al gobernador a respetar el derecho de libertad de expresión y no mandar retirarlas.

En realidad no se sabe quién ordenó el segundo atentado y ambos partidos se echan mutuamente la culpa. Puede ser que efectivamente los priistas cometieran un auto atentado, pero no me parece que sean tan torpes e ingenuos como para arriesgarse a que los agarraran in fraganti con lo que seguramente toda la estrategia promocional se derrumbaría.

Si en cambio fue, como la mayor parte de la gente sospecha, ordenado y ejecutado por panistas, me parece que le están haciendo el caldo gordo a sus adversarios. Si cada lona tuviera un costo de entre cuatro y cinco mil pesos, la publicidad gratuita que le genera en, ahora sí que todos los medios de comunicación, supera decenas de veces el costo mencionado y fija cada vez con más fuerza en la mente y el ánimo de la población, la famosa frasecita que no sólo llegó para quedarse, da también la impresión de que les arde hasta el tuétano.

A lo anterior hay que añadirle el “daño colateral” que refuerza la impresión de que el gobierno del estado es represor y atenta contra la libertad de expresión. En fin, me parece que la frase les está resultando a los priistas mucho más rentable y efectiva de lo que han de haber supuesto.

Guerra sucia por teléfono

Desconozco quién habrá tenido la “genial” idea de la campaña telefónica en contra de Ernesto “El Borrego” Gándara Camou, pero me parece de una torpeza similar a la de las lonas. Todo está automatizado y se hace evidente desde el momento en que se descuelga el teléfono y empieza con una retahíla a todas luces pre grabada. Desde el inicio queda claro que es un denuesto en contra del priista. Pero además de torpe es imprudente, pues como todo proceso automatizado, se ejecuta en el momento en que a la máquina se le pegue en gana.

A mí me sucedió y lo único que me causó fue disgusto en contra de quienes evidentemente lo orquestaron. El domingo como a las 7:30 de la mañana sonó el teléfono, lo tomé y antes de decir nada empezó con la dichosa grabación. Lo colgué de inmediato. A los diez minutos timbre de vuelta y otra vez lo mismo. Volví a colgar el teléfono y lo dejé descolgado para poder seguir descansando un rato el único día que tengo oportunidad de levantarme tarde. Finalizo con algo amable y breve:

Muy sentida dice la muchacha al tipo que pasó junto a ella sin saludarla: “Como eres sangrón, Rigoberto, ¿ya no me saludas?”. “Perdóname —se disculpa el tal Rigoberto—. Es que así parada no te reconocí”.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.