Los contrapesos de Trump en la imperfecta democracia de EE.UU.
La catedrática de la Universidad de Texas, doctora Irasema Coronado, analiza las causas del inesperado triunfo de Trump y los contrapesos que podrán detener sus políticas en lo que considera una democracia imperfecta
Por Imanol Caneyada
La suma de una serie de circunstancias políticas, sociales y económicas que vienen al menos desde los años 80 en Estados Unidos hizo posible lo que parecía imposible: el triunfo de Donald Trump.
La doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Arizona y maestra investigadora en la Universidad de Texas en El Paso, Irasema Coronado, invitada por el Colegio de Sonora en el marco de su 35 aniversario, analizó estas circunstancias durante su conferencia “Trump: miedos, retos y desafíos”, concluyendo alentadoramente que una buena parte de la sociedad estadounidense está movilizándose para impedir que las políticas proteccionistas y contra los inmigrantes prosperen.
Según la especialista nacida en Nogales, Sonora, los contrapesos en el vecino país, llámense fiscalías, congresos locales, ayuntamientos, cámaras de comercio, sindicatos y organizaciones no gubernamentales, tienen las armas para frenar las órdenes ejecutivas del presidente de Estados Unidos, las cuales no pueden violar las leyes existentes ni la Constitución de aquel país.
La expositora planteó que uno de los facilitadores para que Trump llegara a la Casa Blanca es el hecho de que la democracia del vecino país es imperfecta.
El magnate convertido en jefe del Ejecutivo de la nación más poderosa del mundo tuvo una estrategia acertada al concentrarse en los estados que aportan más votos colegiados, muchos de ellos golpeados por la crisis económica.
Sus promesas de campaña, basadas principalmente en retornar a la economía de los años 70, en la que un ciudadano blanco, únicamente con la preparatoria, podía aspirar a un trabajo no especializado por 25 dólares a la hora y a abundante crédito para cumplir con el sueño americano, calaron en una población que ha visto perder sus privilegios en las últimas tres décadas.
El problema de lo anterior, aseveró la académica, es que Trump miente: ese tipo de trabajos ya no existen en el vecino país, no van a volver, debido a la automatización de la industria y a la alta especialización que exige el mercado laboral en nuestros días.
Los inmigrantes y los hijos de los inmigrantes se han preparado arduamente, explicó la doctora Coronado, y son los que están respondiendo a la nueva demanda laboral.
Para la conferencista invitada por el Colson, Trump supo llegar a un sector de la población altamente conservador, fundamentalista, que se opone a muchas de las medidas de los demócratas en el terreno de lo social.
Este fenómeno lo explica la doctora Coronado con el arribo en los años 80 de Reagan a la Casa Blanca, quien se alió con los sectores más fundamentalistas de las iglesias protestantes, que poco a poco fueron infiltrando el partido Republicano.
Una expresión de ello es la fortaleza del ultraconservador grupo conocido como el Tea Party.
Dichos sectores han visto con alarma desfilar por las calles de sus ciudades preeminentemente anglosajonas a grupos de hispanos defendiendo sus derechos, a grupos de negros contra la brutalidad policiaca, a grupos de la comunidad LGTB exigiendo su derecho al matrimonio y la adopción, a grupos pro aborto.
En este miedo creciente, plantea la académica de la Universidad de Texas, en los discursos cada vez más excluyentes y de odio del tipo nosotros y los otros, Trump encontró un excelente caldo de cultivo para, primero, ganar las internas y después, lo impensable, sentarse en la Casa Blanca.
Clave ha sido también para la expositora la creciente desigualdad social y económica en Estados Unidos, gracias a políticas laborales que han permitido muy bajos salarios frente al enriquecimiento desmedido de los altos ejecutivos de las empresas; si a ello le añadimos el debilitamiento de los sindicatos, antaño de gran fortaleza, tenemos que estos altos ejecutivos ganan 300% más que los empleados de base.
Al respecto, aseguró, en algunos lugares de la Unión Americana están diseñándose leyes que impidan estas diferencias abismales que abonan en el empobrecimiento de la población y, por ende, en el crecimiento de discursos racistas, xenófobos y excluyentes como el de Trump.
A lo anterior, añadió la expositora, hay que agregar un sistema electoral obsoleto que inhibe la votación, sobre todo la de los más jóvenes.
El empadronamiento para poder ejercer el derecho al voto en el vecino país, argumentó la doctora Coronado, es anticuado y no ha sabido modernizarse, entre otras cosas, para inhibir convenientemente el voto.
Los jóvenes que quieren votar se enfrentan a un sistema de inscripción y validación en el padrón electoral tan anticuado que ni siquiera lo entienden.
Otro factor que explica el alto abstencionismo de los últimos años en Estados Unidos son las políticas demócratas “light”, como las del presidente Bill Clinton, que favorecieron a la clase empresarial, tradicionalmente republicana, y no a la clase media ni a la clase trabajadora.
A pesar de lo anterior, la especialista se mostró confiada en el funcionamiento de los contrapesos en la imperfecta democracia estadounidense.
Tanto el Congreso federal como los estatales, las fiscalías de los estados, los sindicatos, y sobre todo, las organizaciones no gubernamentales se han movilizado para detener las órdenes ejecutivas de Trump, de manera que el actual presidente no va a poder actuar como le plazca.
Congresistas de origen mexicano, sheriffs de origen mexicano, autoridades de las ciudades santuario, empresas cuyo mayor capital es la mano de obra inmigrante, organizaciones en pro de los derechos de la mujer, la comunidad LGTB, de las minorías, están haciendo un frente común, de tal suerte que las políticas públicas planteadas por Trump no podrán aplicarse tan fácilmente.