Por Feliciano J. Espriella/
Ortiz Ciscomani no es el primer miembro de clase acomodada que incursiona en la administración pública y tampoco el primero de esa élite al que se le señala como corrupto
Héctor Ortiz Ciscomani, exsecretario de Agricultura de Sonora en la administración de Guillermo Padrés Elías, fue capturado el pasado lunes en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
La detención fue resultado de la orden de aprehensión librada por el Juez Segundo de Distrito con sede en Hermosillo, Sonora, por el delito de ejercicio abusivo de funciones previsto en el artículo 220 fracción I del Código Penal Federal.
Además de la detención por delitos del fuero federal, Ortiz Ciscomani es investigado por la Fiscalía Especializada de Hechos Anticorrupción de Sonora por la malversación de más de 49 millones de pesos. Esta cantidad millonaria fue “justificada” con más de 60 facturas de las cuales 19 resultaron apócrifas, según los datos del Instituto Superior de Auditoría y Fiscalización (ISAF).
Ortiz fungió como titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Recursos Hidráulicos, Pesca y Acuacultura (SAGARPHA) en la pasada administración estatal.
Antes de ingresar al servicio público, fue miembro prominente de las élites económicamente fuertes y descendientes de conocidas familias de la capital del estado dedicadas a actividades del campo.
Ortiz Ciscomani fue señalado desde los inicios de la administración padresista por diversos actos de corrupción, tráfico de influencias y abuso de autoridad. Como al resto del enorme abanico de amigos corruptos del gobernador con los que se integró la administración estatal, no se le tocó ni con el pétalo de una rosa.
Durante ese periodo fue denunciado ante las autoridades judiciales por beneficiar a su rancho y el de sus familiares con recursos y programas de apoyos federales y estatales para el campo.
Específicamente se le ha acusado de haber utilizado su influencia para beneficio del campo “El Pañuelo”, de su propiedad, en el que sembraba, según se afirma en un video que circuló profusamente en la red, toda la superficie con garbanzo, cultivo que requiere de enormes cantidades de agua.
El grupo de Héctor Ortiz Ciscomani, destacan en el mencionado video, explotaba nueve concesiones de pozos autorizados para extraer 7.2 millones de metros cúbicos anuales, cuota que era año con año rebasada ampliamente, con la complacencia del presidente de la asociación de usuarios del distrito de riego y de la delegación de la CNA, cuando esta la detentaban funcionarios panistas.
Al pasado martes, día en que se escribió la presente columna, las noticias eran muy frescas y ambiguas. Sobre todo abundaban los rumores y especulaciones. Según algunos presuntamente “enterados” saldría en poco tiempo mediante alguna fianza, según otros, se quedaría en prisión hasta ser juzgado. Se especulaba incluso que sería enviado a algún penal fuera de la Cd. de México pero no de Sonora.
No es el primer rico corrupto
Ortiz Ciscomani no es el primer miembro de clase acomodada que incursiona en la administración pública y tampoco el primero de esa élite al que se le señala como corrupto.
De hecho, en la misma administración padresista destacó otro connotado miembro de igual procedencia que también fue severa y constantemente señalado no sólo como corrupto sino también como incompetente, con el agravante de que estuvo a cargo de uno de los temas más sensibles para la población, el de la salud.
Otro antecedente que le da pie a la cabeza de esta columna y que en cierta ocasión le leí a algún comentarista de la época, fue el sonado caso de una dama de alcurnia y miembro distinguido de nuestra más alta sociedad, que ostentó un importante cargo en la administración de López Nogales. De hecho, todavía algunos recuerdan el autoexilio que tuvo que soportar durante algunos años.
En fin, si los ricos también roban, no nos debería asombrar que muchos que entraron con una mano adelante y otra atrás a la administración estatal más corrupta que haya habido en el estado de Sonora, resolvieran su situación económica de una vez y por todas. Algunos incluso hasta para varias de sus próximas generaciones.
Pero sí nos indignamos y esperamos verlos recorrer el mismo camino de Ortiz.
Se fue un gran periodista
Por encontrarme fuera de la cuidad no me enteré cuando ocurrió del sensible fallecimiento del periodista y excelente amigo Roberto Gutiérrez Torres. Lo traté en realidad muy poco pero le llegué a tener gran aprecio y respeto.
Fue gracias a Roberto que ingresé a este negocio del periodismo. Lo conocí a fines de 1994 y a principios de 1995, cuando la virulencia de la crisis parecía incontenible y los bancos amenazaban con arrebatarle el patrimonio a la mayoría de los mexicanos, me invitó, dada mi experiencia de casi 20 años en la banca, a escribir sobre lo que ocurría en esas fechas en el sector financiero del país.
Era entonces director del desaparecido diario El Independiente. Me parece que me llegó a tener un buen aprecio, naturalmente correspondido. Mis sentidas condolencias a su señora esposa y sus hijos. Hubiera querido estar en sus exequias, QEPD.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.