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‘Mejor, dejar el pueblo, cuidar la vida’

El comisario de la comunidad Santa María Sur, Eduardo Macedo Jaimes, dice con resignación: «Allá en nuestros pueblos dejamos hasta nuestras gallinas».

Las 100 personas, entre mujeres, niños, ancianos y hombres de los pueblos vecinos de Santa María y El Barroso, del Municipio de San Miguel Totolapan (Tierra Caliente, Guerrero), no quieren hablar de la tragedia que los orilló a salirse de sus pueblos para evitar ser agredidos por la delincuencia.

Sólo una mujer dice en voz baja: «Nos dieron dos días para salirnos del pueblo; en caso de que no lo hiciéramos así, nos podría pasar algo».

Tras la amenaza, el viernes 6 de junio en la noche arribaron a los pueblos decenas de elementos del Ejército Mexicano, dando la orden a la gente de que sacaran de sus casas lo más pudieran porque en ese momento tendrían que abandonar sus comunidades.

Cuenta que días antes de que se salieran de sus pueblos vivieron días de zozobra, miedo y terror porque a cada rato esos hombres llegaban a las casas para reiterarles esa advertencia.

Nunca les dijeron que les pasaría en caso de que desobedecieran la orden, pero intuían que algo malo les harían.

La mujeres temían que a sus hijas las violaran y a sus esposos e hijos varones los asesinaran.

Por eso, decidieron pedir la ayuda del Ejército Mexicano y salir en éxodo.

Allá dejaron todo, casas, tierras y muchas de sus pertenencias.

«La gente ya decidió no regresar porque allá seguramente van a encontrar algo malo; mejor, dejar el pueblo y conservar la vida», dice el comisario.

Cuenta que, después de unas horas de salir de su pueblo, llegaron casi en la madrugada al Ayuntamiento de Ajuchitlán del Progreso, donde pudieron descansar unas horas; después, el éxodo se trasladó a Ciudad Altamirano.

El convoy llegó a Iguala el sábado 7 por la tarde; ahí, muchos decidieron ir a Morelos o Jalisco, donde familiares los podrían alojar, pero la mayoría decidió quedarse en Iguala para solicitar apoyo del Gobierno de Ángel Aguirre.

Por falta de apoyo en Iguala, decidieron trasladarse a la capital del Estado para exigir a las autoridades que les asignen un lugar para su reubicación.

Santa María Sur y El Barroso se encuentran a más de 3 horas de camino de la cabecera municipal de San Miguel Totolapan; la gente se dedica a la siembra de maíz, frijol, calabaza y chile.

«Lo que sembramos es para nuestro consumo; muchos de nuestros jóvenes, al no ver expectativas de empleo, se van a trabajar a los Estados Unidos», dicen los comisarios Cuauhtémoc Rojas, de El Barroso y Eduardo Macedo, de Santa María Sur.

Ambas comunidades colindan con localidades de los municipios de Heliodoro Castillo, Apaxtla de Castrejón y Ajuchitlán del Progreso, donde también se ha recrudecido la violencia y derivado de esto la gente ha abandonado sus pueblos.

«Fue tan rápida la salida de nuestras comunidades que muchos de nosotros nos trajimos solo una muda de ropa», dice.

La gente cumplió este miércoles tres días en esta ciudad, en espera de que las autoridades les asignen un albergue.

Para sacar del paso este problema, el Secretario General de Gobierno, Jesús Martínez Garnelo, ordenó que a los 100 desplazados por la violencia se les diera alojo en la cancha de basquet, en las instalaciones del Instituto Nacional del Deporte (Indej), donde también están, desde hace 9 meses, unos 100 damnificados por las lluvias de la tormenta «Manuel».

Al aire libre, el Gobierno les instaló una cocina, e ingieren sus alimentos sentados en el suelo.

Este miércoles, el Gobierno estatal tenía el compromiso de que a los refugiados se les asignaría unas instalaciones amplias, pero hasta la noche de ayer, la gente seguía ahí.

REFORMA