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México dividido: A favor y en contra de la dictadura

El mandatario reiteró que México continuará con “neutralidad” y abogando porque se alcance la paz en la zona de Israel
El mandatario reiteró que México continuará con “neutralidad” y abogando porque se alcance la paz en la zona de Israel

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín

HABRÁ qué admitir que el Presidente López Obrador ha tenido éxito en lograr dividir al pueblo de México.

Por un lado están sus seguidores. Son aquellos que le creen las mentiras que cotidianamente maneja desde palacio nacional. Aquellos que le deben agradecimiento porque reciben una dádiva bimestral, bien porque el escenario en esta “cuarta transformación” les permite desenvolverse sin las limitaciones propias de un Estado obligado a cumplir y hacer cumplir la Ley.

Además, estos últimos están convencidos de que su país está muy alejado de la posibilidad de establecer un gobierno autoritario, dictatorial y bajo el dominio de la bota militar.

En realidad, no se han dado cuenta de que están apoyando el propósito presidencial de establecer un gobierno hegemónico, autoritario y demagógico.

Millones de cubanos, venezolanos y nicaragüenses, actuaron igual. Cuando se convencieron del engaño ya era demasiado tarde.

Por otro lado están las y los mexicanos convencidos de que AMLO nos lleva a la dictadura. Es la mayoría.

México registra poco más de noventa millones de electores. Son ciudadanos con credencial de elector con fotografía. Ese mismo instrumento que ha sido garantía de la Democracia en este país.

En el año 2018, 30 millones de mexicanos votaron a favor de que López Obrador llegara a la Presidencia, 15 millones más lo hicieron por otros partidos. El resto, 45 millones de ciudadanos mexicanos, no participaron.

En el año 2021, los números a favor de AMLO se redujeron. Cuando convocó a la consulta popular para tratar de enjuiciar a los expresidentes, apenas se rebasaron los 15 millones de votantes.

Para el año 2024, habrá 97 millones de mexicanos con credencial de elector con fotografía expedida por el Instituto Nacional Electoral, el organismo autónomo por el que tantos años luchó la verdadera izquierda mexicana buscando la Democracia en México y que hoy López Obrador desea destruir y controlar para imponer, en serio, una dictadura en la que sólo él y su gente gobiernen.

Es una actitud, en verdad, francamente ultraconservadora.

AMLO tiene garantizado el rechazo en el mexicano que se informa cotidianamente, en el mexicano que ha perdido lo que tenía antes del año 2018 gracias a la desaparición de los organismos autónomos, a las y los mexicanos que son derechohabientes y pacientes en la estructura de Salud del Gobierno y en los miles y miles de dolientes que han perdido hijos, padres, hermanos y amigos en la espantosa ola de violencia a lo largo y ancho del país.

MORENA y sus aliados representan, máximo 20 millones de votos. Los opositores al Presidente, si deciden hacerlo, aplastarían al partido de AMLO y seguidores, cuando menos con 40 millones de votos.

Se está convocando a una marcha nacional este domingo, 13 de noviembre, para defender al Instituto Nacional Electoral de caer en las garras del populismo que emana de palacio nacional.

Pueden asistir millones y eso será un preludio de lo que pudiera ocurrir en el 2023 en Estado de México y Coahuila y en toda la nación en el 2024.

Pero sería sólo el preludio.

La fuerza real de cambio, de victoria o de derrota, la diferencia entre la Libertad y la dictadura, se dará en las urnas en el 2024.

Por lo pronto, López Obrador no se siente seguro.

Aprovecha todo el aparato del Estado en su “mañanera” para insultar a quienes están defendiendo la auténtica Democracia, solidarizándose con el INE.

Y no se siente seguro, porque, de sentirse seguro, no tendría necesidad alguna de burlarse de los organizadores de esta marcha del domingo, ni calificarles de “racistas, conservadores, clasistas y fifís”.

-Y que quede claro- dijo:

“Es una marcha en contra de nosotros, porque estamos defendiendo al pueblo”.

Al escuchar esto, no tuvimos más remedio que recordar uno de los sistemas políticos “impuros”, según los pensadores griegos: “La Demagogia”.