Por David Figueroa/
El ciudadano no está bien y no se siente bien. Está cansado y eso debiera no sólo preocuparnos, sino ponernos a trabajar en una ruta de recuperación en México
Dos años han transcurrido de la llegada del Presidente Enrique Peña Nieto y del regreso del PRI al Gobierno Federal, siendo al día de hoy el mandatario con el registro de popularidad más bajo de un Presidente en este período desde 1995.
El Presidente Enrique Peña Nieto asumió el cargo el 1ro de diciembre de 2012 con una aprobación superior al 70%; al 1ro de diciembre de 2013 esta aprobación cayó al 55%, y hoy sólo el 39% de los ciudadanos mexicanos lo aprueban.
¿Cuáles han sido los factores que han incidido para una abrupta caída en los índices de aceptación de su gestión?
Parte de la respuesta pudiéramos encontrarla en los titulares que acompañan esta noticia en los principales medios nacionales: “Brilla recaudación, sufre el contribuyente”; “Opaca crisis de inseguridad las reformas de EPN”; “Economía y seguridad retos para EPN”; “Preocupa caída del 10% de exportación petrolera”, entre otros similares.
Prácticamente la opinión pública signa el aumento del descontento ciudadano dejando de lado el boom mediático que generó este mismo año la aprobación en batería de las diversas reformas estructurales como la energética, la de telecomunicaciones y la fiscal.
Los aspectos que inciden en esta decepción los podemos encontrar en:
1. Las Reformas estructurales no se han concretado. El ciudadano no ha visto los beneficios concretos y tampoco le ha quedado claro siquiera cuáles serán estos beneficios.
2. El tema Ayotzinapa sin resolver y la inseguridad sin rumbo claro para combatirla. No obstante la propuesta del Presidente donde dio a conocer 10 acciones para mejorar la seguridad y el sistema de justicia en México.
3. Crecimiento económico raquítico con reducción de expectativas de crecimiento trimestre tras trimestre.
4. La imagen de la pareja presidencial afectada por el presunto caso de influencias y corrupción de la ya famosa “casa blanca”.
Por lo tanto, es difícil pensar en una calificación a la alza en este contexto; el país pasa por momentos coyunturales y delicados, si a eso le sumamos los próximos procesos electorales prácticamente en puerta donde cada partido político está inmerso en su propio remolino, el escenario tiende a ser aún más confuso.
El ciudadano no está bien y no se siente bien. Está cansado y eso debiera no sólo preocuparnos, sino ponernos a trabajar en una ruta de recuperación en México, desde el mismo gobierno federal y los diversos partidos políticos, tomando en cuenta a la iniciativa privada que hoy vale decirlo, también está golpeada por una Reforma Fiscal que sacrificó crecimiento económico por recaudación.
Urge pues:
Aterrizar y concretar las reformas estructurales.
Esclarecer el caso Ayotzinapa.
Poner un freno a la impunidad y frenar la ola de desapariciones en diversos estados del país.
Establecer medidas concretas para el combate a la corrupción en la administración pública.
Un trabajo de partidos políticos para los ciudadanos y no sólo para sus intereses.
Que la iniciativa privada asuma un rol protagónico al igual que la sociedad civil.
No podemos quedarnos en la queja constante, por eso ante la iniciativa en materia de seguridad enviada por el Presidente Peña Nieto al Congreso, es momento de asumir una postura responsable y analizarla con seriedad. Estamos obligados a atender el reclamo de justicia, corrupción e impunidad que vivimos en nuestro país.
Es tanto lo urgente que olvidamos lo que verdaderamente es importante; por eso hoy México reclama.
Agradezco sus comentarios y retroalimentación a través del correo electrónico [email protected]; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroaO /Fb David Figueroa O.
*David Figueroa Ortega es empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora.