Ni tan pesado ni tan fuerte
Por Martín F. Mendoza/
Pues parece que el Estado Mexicano ni pesa tanto ni es tan fuerte, ya que si el asunto “Ayotzinapa” se iba a resolver aplicándole toda la fuerza y todo el peso del mismo, el empantanamiento en que se encuentra debe de darnos una idea de dichas dimensiones. Es increíble que a más de un mes de ocurridos los hechos el gobierno federal no “dé con bola” en un expediente que reclama no solo una resolución típica en cuanto a determinar culpabilidades y aplicar la ley, sino mucha más luz para que el mismo gobierno federal, que es la parte que tiene más en juego, salga no tan mal librada. ¿Es corrupción o es incompetencia, o las dos cosas? ¿Se está esperando a “armar” alguna teoría y negociarla entre todos los involucrados? Ya ve usted que esto ha resultado como un ventilador dirigido a una masa de material fecal. No hay quién salga bien librado.
Pero el problema para Enrique Peña Nieto y su círculo inmediato (del cual francamente hubiéramos esperado más) como Osorio, Murillo y compañía, ya no es ni siquiera eso. El problema mayor es la facilidad con que algo suficientemente malo y decepcionante (el gobierno federal volteando para el otro lado mientras los perredistas y distintas bandas criminales se repartían todo en Guerrero, solo por conveniencia política coyuntural en el mejor de los casos) se puede malentender, tergiversar y peor aún, manipular con fines más amplios que la protesta y la demanda de justicia. El gobierno federal está sentado justamente en algo así ahora y no hay seguridad de que lo esté comprendiendo.
Si “percepción es realidad”, buen brete en que se encuentra México. Esto porque tanto a su interior como fuera de él, es mucha la gente que realmente cree de la más estúpida de las maneras, que estamos ante un caso de “represión” del Estado Mexicano contra sus juventudes que solo trataban de “expresarse”. Claro, como siempre sucede, la explicación más simple, más plana, más rápida y más victimizante es la favorita no solo en las dichosas redes sociales sino aun en las notas de analistas que quién sabe qué analizan en el extranjero.
Poco importa el papel del PRD en todo esto, poco importan la actuación y asociación de personajes nefastos como El Peje y Lázaro Mazón, poco importa (para muchos desinformados reduccionistas) la amistad de Peña Nieto y Ángel Aguirre, poco importa un asunto clave como la disputa entre “Guerreros Unidos” y los “Rojos”, poco importa la historia —incluida la más reciente— de los estudiantes de Ayotzinapa y del hecho de que bastantes lugareños en esa región declaren sin empacho en los medios que le temen más a estos vándalos con licencia que a las mismas bandas de criminales profesionales. Poco importa incluso la omisión política —si es que no jurídica— imperdonable del gobierno federal mientras esta tragedia se cocinaba, ya que si se tomara en cuenta no tendría sentido el clamor de “represión contra los estudiantes”. Poco importa, por supuesto, líneas que apuntan hacia una muy posible asociación de los estudiantes con los “Rojos”, y que esta fuese conocida incluso no solo por autoridades en la Normal Rural sino por altos funcionarios en el estado de Guerrero. Poco importa a los “cabeza de cemento” la tremenda complejidad del asunto, lo que cuenta es poder seguir gritando “represión a estudiantes” e insinuar cada vez con mayor intención que esta estuvo a cargo del gobierno federal. ¿Cómo? ¡Quién sabe, eso es lo de menos!
Esa es la percepción sin embargo, natural o manufacturada, pero el gobierno Peñanietista parece no entenderlo.
Qué bueno sería que esta tragedia sirviera para empezar (no hay camino sin principio) a aplicar la ley a todo mundo, qué bueno sería que no solo nos hablaran de los autores materiales e intelectuales de la misma, sino de todas las motivaciones de estos y de todos los que colaboraron activa o pasivamente con ellos. Qué bueno sería que se fuera al fondo en la conducta de los estudiantes de las escuelas superiores públicas en México y se entendiera de una vez por todas que así no vamos a llegar a ninguna parte.
Hay que prestar atención, la triste realidad es que aún entre criminales como los que aparecen en esta trama, no se manda ejecutar a 43 muchachos nomás porque sí. Algo muy turbio hay detrás de todo esto, algo horrible que no va a dejar bien parado a nadie. Claro, ya se habla de “no criminalizar” a los normalistas. Una cosa es cierta, cualquier crimen que hubiesen podido cometer estos palidece ante la suerte que corrieron. El problema es que mientras no se sepa toda la verdad nos seguiremos haciendo tontos, como siempre. Aún si la llegamos a conocer, habrá que ver qué hacemos los mexicanos con ella.
¡Ah que don Solalinde!
¿No es irónico el que hayan sido precisamente las familias de los desparecidos de Ayotzinapa quienes le hayan marcado el alto el Padre Solalinde? ¡Caray! Como si lo que se necesitara ahorita fuese el simplismo y la mala leche de megalómanos como él. Si tienes algo que decirlo ¡Dilo y fundaméntalo! Si las autoridades no te atienden (aunque ya le habían dado su cita) dilo en conferencia de prensa, ¡Ya, rápido!, pero no medres, no especules, no trafiques con “información” que de cualquier forma, lo más probable es que sean “jaladas” de tercera o cuarta mano.
Dice el cura que lo que dijo “concuerda ochenta por ciento” con lo que ya sabía Murillo Karam. Luego entonces no aportó ni tanto. Al final los estudiantes siguen sin aparecer. Por favor, otro Sicilia es lo que menos se necesita ahora. El que las familias de los desaparecido hayan mandado al religioso de vuelta por donde vino y le hayan exigido dejar de tontear con la información como si esto se tratara de un asunto menor, es absolutamente y por mucho, lo más rescatable, lo mejor, de este enredo total.
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