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No quiere desaparecer al INE, AMLO sólo lo quiere controlar

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín

DE SER una institución autónoma rectora de la crítica contra los excesos del gobierno, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se ha convertido ahora en un apéndice de palacio nacional.

Era lo que quería el Presidente de la República y, cual debe, lo consiguió poniendo al frente a una hija de una mujer emblemática de la izquierda mexicana, como lo es Rosario Ibarra de Piedra.

Con Rosario Piedra Ibarra, la CNDH está totalmente ausente de los más vulnerables: De los padres desesperados porque no hay medicinas para sus niños con cáncer, de las mujeres víctimas de la violencia, de la espantosa inseguridad en todo el territorio nacional.

Sin embargo, hace unas horas se dio el lujo de enviar una recomendación a los integrantes del Congreso de la Unión, para que apoyen la propuesta de reforma electoral enviada por López Obrador “porque el INE se ha convertido en un instrumento de sabotaje contra el pueblo”.

Si alguien considera que esto fue el colmo de la ignorancia, la soberbia y la sujeción del otrora organismo autónomo a los deseos del poder político, está en lo correcto.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha perdido su razón de ser y se ha convertido en una vocería de palacio nacional.

El Presidente, como bien lo dice y lo reitera en las mañanas, no desea desaparecer al Instituto Nacional Electoral. En realidad quiere controlarlo para regir la vida político-electoral de México.

Él justifica su pensamiento asegurando que el actual INE con sus consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, es un organismo corrupto y está al servicio de los conservadores y del poder económico con sus privilegios del pasado.

Además, lo tacha de “antidemocrático”.

Si pasa la iniciativa presidencial, el INE cambiaría de nombre, sus consejeros saldrían de la voluntad de López Obrador, las y los legisladores representarían sólo a los partidos y no a la gente (porque ya no los “votaría”) de tal manera que a la Cámara de Diputados y a la Cámara de Senadores llegarían sólo “plurinominales”.

De alcanzar su propósito, el Presidente estaría imponiendo una real dictadura, al concentrar todo el poder en su persona: Él le ha otorgado extraordinario poder al ejército, ha formado una gran bolsa presupuestal para mantener sus programas asistenciales por encima de la atención a los grupos más vulnerables del país y su maquinaria en el Congreso de la Unión sólo opera para él.

En un escenario como tal, México estaría entrando a una etapa regresiva de, cuando menos, 50 años atrás, cuando la hegemonía del PRI a través del Presidente en turno, era prácticamente una monarquía disfrazada.

No sólo eso. López Obrador sería más poderoso que cualquier otro Presidente en la historia nacional. Echeverría con sus locuras, era un hombre culto que amaba a México y cubría las formas en el cumplimiento de la Constitución y las leyes nacionales.

López Obrador, en cambio, lanzó una máxima que le dibuja de cuerpo entero: “A mi no me vengan con que la Ley es la Ley”.

Sin duda alguna, para cuando el pueblo abriera los ojos, ya sería demasiado tarde.

CUANDO SE pierde la capacidad de asombro, las noticias de alto impacto se convierten en frías cifras oficiales… Ayer por la mañana la secretaria de seguridad del Gobierno de Sonora, María Dolores del Río, dijo que las redes sociales habían exagerado los hechos del fin de semana en Guaymas y Empalme… Las cifras oficiales hablan de siete muertes violentas en las últimas 72 horas en Guaymas-Empalme y, además, fue baleado el automóvil de una diputada federal de MORENA en el que viajaban sus hijos… Las redes sociales dieron cuenta del incendio de una patrulla y de la quema de un camión… La secretaria Del Río no hizo referencia ante los periodistas, del extraordinario número de muertos en esa región, sino de las versiones exageradas en las redes sociales, “porque el incendio de la patrulla fue en una unidad vieja que pudo haber presentado un corto circuito”… Como se puede observar, la autoridad se ha acostumbrado a los muertos por la violencia.