Obesidad infantil, epidemia imparable
Por Rigo Gutiérrez E. y Gerardo Moreno/
A pesar de las “leyes antichatarra” vigentes en México, organismos internacionales como la OPS alertan por el aumento acelerado en toda América Latina; Sonora figura en los primeros lugares de niños con obesidad
—¿Por qué comes esas frituras?
—Pues, porque están muy buenas y tengo hambre —comentó el niño mientras hundía sus dedos índice y pulgar para sacar un durito bañado en chamoy y salsa que, acababa de comprar por 10 pesos afuera de su escuela.
—¿Y la comida de la cooperativa?
—No, esa no me gusta; pero en el recreo sí compro.
Justo frente a la puerta principal de la primaria Profesor José Lafontaine, ubicada en la Colonia Centenario —metros atrás de Palacio de Gobierno—, decenas de niños se amontonaban alrededor de un vendedor ambulante de dulces, frituras, “chetines”, chocolates, todo en bolsas de 5, 10 y 15 pesos… junto a este, a cada lado, un vendedor de bolis y paletas heladas que con el calor, también vendían a manos llenas.
“Esos son chocolates a 10 la bolsita, ¿lo quieres con chamoy y salsa?; esas valen 5 pesos”, comentaba el vendedor tanto a los padres como a los niños que se acercaban con la feria de lo que le dieron para gastar en la escuela o con billetes más grandes —quienes hicieron labor de convencimiento con sus papás—.
Adentro del plantel, la voz de la bocina anunciando nombres de los niños por los que sus padres ya habían llegado. Los estudiantes se amontonaban en la puerta de salida. Los autos pasaban a cada minuto y los tres vendedores a la orilla de la calle seguían despachando sus productos. Fácilmente en un conteo rápido llegó a despachar a más de una treintena de menores en los pocos minutos después del timbrazo de salida.
—¿Vendes mucho, amigo?
—Pues la verdad más o menos, cuando vengo a la hora de la salida es cuando llego a vender más que si me ando paseando por las calles o en el parque de catedral —dijo rápidamente, pues llegó otro niño pidiendo su bolsa de “chetines” de a 5 pesos, sin salsa.
Lo que en ese momento ocurría en el también llamado Colegio de Sonora, seguramente de manera simultánea ocurría en otras primarias, secundarias y preescolares de Sonora. Y es que a pesar de haber leyes para que las tienditas escolares vendan alimentos sanos y dejen fuera los de “bajo valor nutricional”, simplemente basta dar unos pasos fuera de la escuela para comprar cualquier cantidad de “comida chatarra”, e incluso hay escuelas donde la tiendita está justo enfrente y los niños prefieren esperarse a la salida para ahí comprar su alimento.
Ponen “lupa” a tienditas escolares en Sonora
En Sonora existen desde el 2010, modificaciones a la Ley General de Educación y a la Ley de Salud específicamente sobre el tema de nutrición, pugnando por la venta de alimentos saludables en las escuelas a fin de combatir la obesidad infantil.
El artículo 19 fracción II-Bis de la Ley de Educación señala que es facultad del Ejecutivo, a través de la Secretaría de Educación y Cultura (SEC) implementar programas que fomenten en los alumnos y padres de familia el consumo de alimentos con alto valor nutricional y prohibir la venta de alimentos que no lo sean en las tiendas y espacios escolares.
La fracción II- Bis B agrega que, deberá coordinarse con la Secretaría de Salud y las Asociaciones de Padres de Familia de las escuelas para implementar acciones de inspección y vigilancia en las tiendas escolares, con el fin de evitar la venta de alimentos con bajo o nulo valor nutricional.
En el caso de la Ley de Salud, el artículo 89, especifica como atribución de la Secretaría de Salud emitir los parámetros para adecuar espacios higiénicos para la preparación y el manejo de alimentos con alto valor nutricional; emitir un listado de este tipo de alimentos aprobados para su venta en los planteles; implementar programas para prohibir la venta de productos de bajo o nulo contenido nutricional en las escuela y fuera de las ellas.
El artículo 89-Bis señala que las tienditas que vendan productos de bajo valor nutricional o no quieran acatar las especificaciones de las autoridades en este tema, serán sancionadas dependiendo de la gravedad de la falta.

Lo anterior desencadenó en la creación del “Programa Escuela y Salud” que dirige la “Coordinación de General de Salud y Educación”, la cual regula las concesiones de las tienditas escolares y capacita a sus encargados. Sin embargo la obesidad infantil sigue en aumento y las acciones parecen ser insuficientes.
Sonora, según datos de la Secretaría de Salud, ocupa el primer lugar en el índice de sobrepeso y obesidad con un 74% de su población. Además cuatro de cada 10 niños tienen este padecimiento y tiende a agravarse ya que el 80% de los niños con obesidad serán adultos con sobrepeso. Dando como resultado un futuro donde dos de cada tres personas tendrán sobrepeso y con ello todas las enfermedades y padecimientos propios de esta condición.
Obesidad infantil, la epidemia imparable
La magnitud del problema tiene con ojos de plato a las autoridades de salud a nivel mundial. Cada año aumentan las cifras y crecen sus efectos. La obesidad infantil y en adolecentes, mantiene encendidas las luces de alerta no solo en México sino en toda América Latina, donde para la Organización Panamericana de la Salud, se trata de una “epidemia” que infructuosamente han logrado contener las autoridades.
Para entender la dimensión de la situación, la OPS establece que uno de cada dos adultos tiene sobre peso u obesidad. Sin embargo, lo delicado es al hablar de los niños y adolecentes en edad escolar, donde se alcanza hasta el 30%.
Pero la obesidad, es apneas la punta del iceberg.
Hace un año, la secretaria de Salud, Mercedes Juan López, lanzó una estrategia contra esta problemática y advertía: “de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2012, los niveles actuales de sobrepeso y obesidad en la población mexicana representan una amenaza a la sustentabilidad de nuestro sistema de salud, por su asociación con las enfermedades no transmisibles y por el uso de recursos especializados y de mayor tecnología que imponen a los servicios de salud altos costos para su atención”.
Asimismo, según consideraciones de la Organización Mundial de la Salud, el 44% de los casos de diabetes mellitus tipo 2 son atribuibles al sobrepeso y la obesidad. En este sentido, también se relaciona a la hipertensión arterial, las dislipidemias, la enfermedad coronaria, la enfermedad vascular cerebral, la osteoartritis y los cánceres de mama, esófago, colon, endometrio y riñón.
Ante este panorama, son claras las repercusiones que se avistan para la población en corto y largo plazo. Sin embargo, la estrategia camina a marchas forzadas.
Entrar en cintura
La OPS recientemente elaboró y presentó el Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y adolescencia, con un objetivo claro a cinco años: detener el aumento acelerado de la epidemia. Y aunque hasta finales de este mes será signado por los países integrantes de este organismo, apunta a unificar esfuerzos a lo largo del continente.

Así, buscan enfoque centrado en transformar el ambiente obesogénico actual en oportunidades para promover un consumo mayor de alimentos nutritivos y un aumento de la actividad física. Todo, mediante un conjunto de políticas, leyes, reglamentos.
Lo que detonó esta intervención de organismos internacionales, sin duda ha sido este ambiente que promueve y apoya la obesidad. Basta echar un vistazo alrededor.
Por ejemplo, OPS sostiene que los factores más importantes para promover el aumento de peso son: el consumo elevado de productos de bajo valor nutricional y contenido alto de azúcar, grasa y sal —como los snacks y la comida rápida—; la ingesta habitual de bebidas azucaradas; y la actividad física insuficiente.
Pero hay más de estas apreciaciones. Estudios han mostrado una asociación estadísticamente significativa entre el consumo de azúcares agregados y el aumento de peso. Además, el consumo de bebidas azucaradas se ha asociado con las enfermedades cardiovasculares, la diabetes de tipo 2 y el síndrome metabólico. Los mecanismos fisiológicos incluyen, entre otros, la hiperinsulinemia, la resistencia a la insulina, la arterioesclerosis y la hipertensión arterial.
Si bien es cierto, México acaba de reformar a la llamada “Ley Antichatarra” y estableció la prohibición de la publicidad de estos productos, para la OPS el factor comercial es determinante.
Y es que señala: El consumo de productos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional es cinco veces mayor y el de refrescos es casi tres veces mayor en los países de ingresos bajos y medianos en comparación con los países desarrollados, donde el consumo está llegando al nivel de saturación del mercado.
Las líneas estratégicas
El plan de la Organización Panamericana de la Salud rumbo al 2019 fija cinco líneas a seguir: Atención primaria de salud y promoción de la lactancia materna y la alimentación saludable; Mejoramiento del entorno con respecto a la nutrición y la actividad física en los establecimientos escolares; Políticas fiscales y reglamentación de la publicidad, promoción y etiquetado de Alimentos; y Vigilancia, investigación y evaluación.
Como ya se indicó, México ha desarrollado a manera de iniciativas de Ley algunas propuestas. Sonora también ha hecho las adecuaciones. El problema sigue en la práctica, porque cuando suena el timbre de salida en la escuela, el estudiante se encamina al “changarro” más cercano, imaginando el burbujeo del refresco en su boca.