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¿Por qué Ernesto De Lucas?

A sus 42 años, tiene juventud y experiencia; tiene la mejor relación con personajes importantes del México; tiene una relación inmejorable con la gobernadora del Estado y una enorme facilidad para cabildear en México y el extranjero

Por Bulmaro Pacheco

Hermosillo, como capital del estado y la ciudad más grande de la entidad, es un auténtico desafío de gobernabilidad y eficacia para cualquiera que aspire a tomar las riendas del próximo gobierno municipal.

Sus problemas son sui generis y muy complejos. Es la ciudad de mayor crecimiento del estado y con el más alto y complejo nivel de urbanización de las últimas décadas. Sus contrastes son amplios y marcados: Zonas de alto desarrollo con barrios pobres y atrasados. Hay amplias capas de clase media, exigentes y con altos niveles de consumo, así como una gran variedad de marginados, que sobreviven en actividades precarias y rudimentarias.

Cuenta también con la población más exigente en materia política. En Hermosillo se concentran los poderes estatales y federales, los liderazgos empresariales, sociales y político-partidistas del estado. Su lista de electores registra 600 mil votantes inscritos, seis distritos locales y dos federales. La capital cuenta con el mayor número de votantes (29%) en Sonora, seguido de Cajeme, San Luis Río Colorado y Nogales.

Por eso, no ha sido casual que en la historia política de México aparezcan Hermosillo y Mérida como las primeras capitales mexicanas ganadas por el PAN en el mismo año: 1967.

En 1967, el empresario de artes gráficas Jorge Valdez Muñoz le ganó la elección en Hermosillo a Manuel Torres (PRI). Ese triunfo catapultó a Valdez Muñoz a la candidatura a gobernador por el PAN, en 1979.

Hermosillo había sido noticia 21 años antes, porque en la elección de 1946, en el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, ganó un candidato independiente la presidencia municipal: Roberto E. Romero, que llevó como compañeros de fórmula a Alberto Montijo, Nicasio Ruibal, Alfonso Castellanos, Isidro Rodríguez, Manuel Castro, Librado García, Alberto Montijo, y como secretario a Fernando M. Ortiz.

Empresarios y políticos se han turnado el gobierno de la capital de Sonora en los últimos 51 años. Empresarios han sido: Valdez Muñoz, Eugenio Hernández, Alfonso Aguayo, Casimiro Navarro, Héctor Balderrama, Edmundo Astiazarán, Guatimoc Iberry, Gastón González, Jorge Valencia, Francisco Búrquez, Javier Gándara y Alejandro López Caballero. Políticos: Ramón Ángel Amante, Alicia Arellano, Dolores del Río, Ernesto Gándara y Manuel Ignacio Acosta. 36 años con empresarios y 15 con políticos.

Tiempos aquellos en los que ilusamente se sostenía que el alcalde debía “ser rico” para que ¡no robara! ¿Sería por eso?¿Eran esos perfiles de alcaldes suficientes para el Hermosillo de entonces? ¿Tuvieron visión para desarrollar la capital de Sonora? ¿Hubo visión de largo plazo para enfrentar los retos de la capital? Muchos nos quedaron a deber.

El reto para el Hermosillo del siglo XXI y para los complejos problemas que enfrenta ahora es mayor… y no hay mucho de donde escoger.

El III Distrito Electoral federal de Hermosillo fue ganado en 1991 por Ovidio Pereyra García, y en los siguientes 18 años el PRI perdió la elección en ese distrito hasta que lo ganara (2009) el hoy candidato a la presidencia municipal de Hermosillo, Ernesto De Lucas Hopkins.

Conocí a Ernesto De Lucas por allá a mediados del 2002, cuando ambos participábamos activamente a favor de la candidatura de Eduardo Bours para el gobierno del Estado, Ernesto recién egresaba (1999) de la carrera de Derecho; frisaba apenas los 26 años de edad.

Inquieto, despierto, ingenioso y deseoso de aprender política, muy rápido agarró fama por sus iniciativas y su gran capacidad de aguante en las duras y extenuantes tareas de una campaña política. Primero en la elección interna, para ganar la candidatura del partido y posteriormente en la constitucional. Empezar temprano y dormirse muy noche, comer aquí y allá a deshoras, aguantar la “carrilla” constante, regaños y observaciones, agarrar por los cuernos los problemas, moverse siempre con cambios de ropa y una pequeña maleta, despertar en un lugar y dormirse en otro… Esa era la dinámica que me tocó convivir con un De Lucas siempre humilde, sencillo, sin poses, con gran resistencia física para el trabajo y con un excelente sentido del humor.

En esos caminos, me ha tocado observar muy de cerca su evolución profesional y política: Director de Gobierno de la Secretaría de Gobierno a los 27, Secretario de Seguridad Pública a los 28, Presidente del CDE del PRI a los 31 y candidato a diputado federal por el III Distrito a los 33, cuando nadie apostaba un peso por la victoria del PRI en esa dificilísima circunscripción electoral.

Ya en la Ciudad de México como diputado federal, De Lucas se encargaría de abrir camino en las procelosas aguas de la política nacional, cultivando relaciones, haciendo contactos y gestionado infinidad de asuntos para la capital de Sonora, tejiendo una buena relación con el gobernador Enrique Peña Nieto y en cuyo gobierno federal De Lucas se desempeñaría primero y por breve tiempo, como director de ProMéxico y después como jefe de la oficina de Asuntos de los Mexicanos en el Extranjero, dependiente de la Cancillería, donde trabajó al lado de José Antonio Meade.

Ya en Sonora, en 2015 recibe la encomienda de la gobernadora Claudia Pavlovich para ocupar la Secretaría de Educación y Cultura por más de dos años, donde hizo un papel decoroso y eficaz, reconocido por todos.

La población de Hermosillo ha crecido en forma considerable por los migrantes de otras entidades del país y los habitantes de los poblados de la sierra y el sur de Sonora que se desplazan hacia la capital.

En 1950 el censo general de población registraba en la capital solo 54,103 habitantes. Para el año de la alternancia municipal (1967) había ya 245 mil y para el 2018 su población se acerca al millón de habitantes. Por eso su problemática. Por eso tanto reto. Y es por eso que:

Hermosillo necesita una autoridad municipal que recupere para el gobierno de la ciudad el poder y el mandato disminuido e invadido.

Una autoridad municipal que no caiga en la simulación ni en el ¿yo por qué? con el hampa organizada. Que le entre en serio sin temores y complicidades al combate al narcomenudeo y sus derivados, el más acérrimo enemigo de los jóvenes y del tejido social. Se puede.

Una autoridad municipal que recobre la autoridad pública perdida para meter orden en tantos campos del gobierno municipal que han sido expropiados como por parcelas de poder tanto de intereses privados como de los grupos ilegales.

Que combata a fondo a los cobradores de derecho de piso, que poco a poco se han adueñado de Hermosillo. A los extorsionadores que sin pausa están al acecho de quienes se dejen, y a los ladrones que ya no esperan la noche o las casas vacías para entrar a robar.

Una autoridad municipal que no se deje presionar –ni domesticar– por los grupos de presión económicos y políticos, que al tiempo que ven por sus intereses en propiedades, terrenos e inversiones, también saturan la administración municipal de recomendados y protegidos, que solo van a velar por los encargos de quienes los recomendaron.

Una autoridad municipal que reoriente el desarrollo de la capital del estado en función de los requerimientos del interés general, del progreso de la capital y del combate a los rezagos.

Un alcalde accesible a la gente, que recorra el municipio, evalúe el desempeño diario de sus colaboradores y esté muy bien dotado anímicamente para resolver los problemas de la gran urbe.

Que fomente el crecimiento económico, la inversión nacional y extranjera, el cuidado de la infraestructura y el impulso a la cultura. Que ponga orden en los aparatos de la seguridad pública y que mejore la calidad de los servicios públicos como la basura y el agua. Con eso.

Pienso que Ernesto de Lucas tiene la preparación y el carácter para enfrentar los desafíos de Hermosillo en el corto y el largo plazo.

Sin rendirse ni doblarse ante los intereses en juego. Sin sacarle a la responsabilidad de enfrentar los retos de mayor gravedad.

A sus 42 años, tiene juventud y experiencia, algo muy difícil de conjugar en un político de su generación. Tiene la mejor relación con personajes importantes del México que decide. Tiene una relación inmejorable con la gobernadora del Estado y una enorme facilidad para cabildear en México y el extranjero. Es un político de ideas y de acción; se le da la reflexión seria y ordenada y, sobre todo, no es corrupto… me consta.

Por eso creo —con pleno respeto a sus adversarios— que es el mejor de los seis que contienden por la Presidencia Municipal de Hermosillo.

Por eso pienso también que cuenta con los atributos necesarios para enfrentar los retos de un municipio complejo, difícil, resistente y demandante, y entenderse con la sociedad más exigente y difícil de Sonora: la que vive en la capital.

Ahí están sus historias y ahí están sus experiencias. Si votara en Hermosillo, sin duda que mi voto sería por Ernesto de Lucas. Tiene con qué. Tiene madera y tiene empaque. Ahí la dejo.

 

bulmarop@gmail.com