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Prolifera en EE.UU. racismo policial

Miles de personas marchan sobre el puente Edmund Pettus durante la celebración del 50 aniversario de la manifestación por los derechos civiles de Selma, Alabama.

Policías en Washington dispararon contra el migrante mexicano Antonio Zambrano el mes pasado porque éste presuntamente les había lanzado piedras.

En Missouri, un hombre afroamericano que alguna vez manejó sin licencia no sólo fue multado por un oficial blanco, también recibió una descarga con una pistola de electrochoques.

Una mujer negra que llamó al 911 para reportar que su novio la estaba golpeando acabó siendo arrestada.

Minorías en varias ciudades de Estados Unidos cada vez tienen más razones para temer a las fuerzas policiales en vez de confiar en ellas.

Así lo ven activistas y abogados tras la publicación, hace una semana, de un informe del Departamento de Justicia sobre violaciones a los derechos civiles por el comportamiento racista de la Policía de Ferguson, Missouri.

Ahí, en agosto pasado, el joven negro desarmado Michael Brown murió a manos de un oficial, y la ciudad se convirtió en un foco de protesta.

Los detalles del reporte sobre Ferguson -un departamento policial mayoritariamente blanco en una ciudad donde la población está compuesta más por minorías, donde los oficiales hacen uso excesivo de la fuerza contra personas de otra raza y tienden a arrestarlas más seguido- resonaron mucho más allá de Missouri.

«Es apenas el lugar más reciente donde ésto ha sucedido, pero tenemos un problema nacional», recalcó Félix Vargas, activista de Pasco, Washington, donde fue abatido Zambrano en febrero.

En Pasco, así como en la zona metropolitana de Los Ángeles, abogados han pedido que se abran investigaciones por violaciones a los derechos civiles como la indagatoria de Ferguson, a partir de las similitudes que ellos ven en el maltrato policial.

Y miembros de minorías que se sienten atacados han aprovechado los reflectores sobre el caso de Michael Brown para evidenciar sus propias experiencias.

«Ahorita todo es Ferguson, Ferguson, Ferguson. Ahí detienen a muchos negros, sí, pero están lejos de ser los peores oficiales», contó Antonio Morgan.

El joven afroamericano fue electrocutado en 2012 cuando un agente de tránsito con el que ya había tenido roces lo cuestionó sobre un automóvil que estaba arreglando en su negocio de refacciones y Morgan le gritó.

«Sólo recuerdo que le pedía a los vecinos que llamaran a la Policía. Me olvidé por un momento que los que me estaban haciendo esto eran los de la Policía», afirmó a The Washington Post.

Así, la misma semana que se conmemoró en Selma, Alabama, el 50 aniversario del Domingo Sangriento -cuando los agentes estatales golpearon a macanazos y usaron gas lacrimógeno contra afroamericanos que pedían el respeto de su derecho al voto-, el mismo Gobierno federal dejó en claro con el informe que tales abusos no son todavía cosa del pasado.

Empero, autoridades esperan que las conclusiones del reporte de la Policía de Missouri abran camino a que en aquellos lugares donde prolifera la discriminación policial, pueda haber reformas en vez de que se perpetúe el comportamiento.

«El reporte de Ferguson deja en claro problemas que enfrentan varias jurisdicciones alrededor de todo el País.

«Espero que no estén esperando a que lleguemos nosotros antes de tomar acción para remediarlo», aseveró Vanita Gupta, defensora de los derechos civiles y una de las abogadas del Departamento de Justicia que redactó el informe.

Pero, incluso si se implementan cambios, puede que no haga diferencia.

En Miami, por ejemplo, la Policía fue reformada en 2011 después de que oficiales mataran a siete hombres afroamericanos en ocho meses.

Todavía no hay una representación demográfica en las fuerzas y la gente continúa siendo recelosa.

«Si creen que cabes dentro de cierto perfil o etiquetación racial, pueden hacerte lo que quieran», afirmó Ronnie Bless, habitante del barrio Liberty City.

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