Recuerdan a «La Tuta» por su generosidad
El líder del cártel Los Caballeros Templarios, Servando Gómez alias «La Tuta», es uno de los hombres más buscados por las autoridades de México, pero en su montañoso pueblo es recordado por sus generosas obras y regalos en forma de dinero en efectivo.
Nadie puede decir con seguridad cuándo fue la última vez que el capo visitó Arteaga, un pequeño pueblo agricultor y minero de 22.000 habitantes enclavado en la conflictiva región de Michoacán, en el oeste de México, donde Gómez nació y llegó a ejercer como profesor de escuela primaria.
«La Tuta» es ahora perseguido hasta debajo de las piedras, en cuevas y montañas boscosas, por las fuerzas federales y las autodefensas, milicias que se crearon hace un año en comunidades rurales contra el cártel pseudorreligioso de Los Caballeros Templarios.
Mientras los Caballeros Templarios -que erigieron altares a su fundador Nazario Moreno alias «El Chayo»- sembraban el terror en numerosas comunidades de Michoacán a punta de extorsiones, secuestros y asesinatos, Gómez alimentaba una imagen de Robin Hood en su pueblo natal.
Algunos dicen que el capo de 48 años, el único líder templario que sigue prófugo, estuvo en Arteaga por última vez hace cinco años, mientras otros aseguran haberlo visto el año pasado. Pero su ausencia no hace más que alimentar el mito.
«La gente lo respetaba. Él nunca hizo chingadas (daños) al pueblo. Ayudaba a la gente económicamente. Él enviaba regalos a los niños para las Navidades», cuenta a la AFP Miguel Ángel, un joven de 21 años que atiende un puesto de tacos y relata que el capo incluso planeó construir un asilo de ancianos.
En la huida
Contrariamente a otros jefes narcotraficantes, Gómez es un hombre hablador al que le gusta usar gorras de béisbol. El capo, que apareció en varios videos difundidos por internet e incluso concedió entrevistas apenas en enero, ahora se ha esfumado y muchos piensan que está escondido en las montañas michoacanas.
«Él puede subsistir ahí. Conoce gente en el cerro», asegura un agente policial bajo el anonimato.
Las fuerzas federales lograron este año abatir o capturar a tres de los cuatro jefes máximos de los Templarios, incluido «El Chayo», mientras las autodefensas se extendieron a cerca de 30 comunidades de Michoacán en su campaña para expulsar a los narcotraficantes.
Estas autodefensas, que comenzaron a ser transformadas en una fuerza policial rural el sábado, llegaron finalmente a Arteaga el 22 de abril, pese al descontento de vecinos que las acusan de irrumpir en sus viviendas para robarles.
«La gente piensa que es otro grupo de delincuencia y que en cualquier momento puede tener un enfrentamiento con los Caballeros Templarios», estima el dueño de una tienda de sombreros que se negó a revelar su nombre.
Rancho familiar
El paisaje del polvoriento Arteaga está formado por pequeños comercios, puestos de frutas y casas de techos bajos.
A su entrada, una señal de tránsito está agujereada con siete impactos de bala, y no lejos de ahí se erigen dos altares a la Santa Muerte, una figura popular mexicana que se asemeja a una calavera y es objeto de culto por parte de algunos delincuentes.
La universidad donde Gómez se graduó como profesor y la escuela donde ejerció siguen en pie.
El actual líder de Los Caballeros Templarios, uno de los principales productores y traficantes de metanfetaminas a Estados Unidos y también exportador ilegal de hierro a China, es el dueño de siete propiedades en Arteaga, según las autoridades.
Su madre es propietaria de un rancho situado al final de una mugrienta calle cercana al cementerio, donde se crían gallos de pelea.
Las peleas de gallos parecen ser una pasión familiar. Los ventanales del mausoleo de la familia del capo, donde yacen su padre, tíos y abuelos, está decorado con dos gallos que se enfrentan, como desafiándose.
En el interior de la propiedad, una docena de vacas lecheras pastorean bajo el tórrido sol, mientras una treintena de gallos de pelea, con un valor de 3.000 pesos (230 dólares), cacarean desde sus jaulas.
La madre de «La Tuta» se fue del pueblo para someterse a un tratamiento médico, según dice Rosalba Barragán, la ama de llaves, quien asegura que su patrona recibe constantes visitas que halagan a Servando, el más popular entre sus cuatro hijos.
«La gente se siente orgullosa porque los ayudaba», dice Barragán. «Le dan gracias a ella por lo que hace su hijo».
AFP