Regresar a Sonora siempre es sumamente interesante: Carlos Prieto
Carlos Sánchez /
Chelista. Escritor. Su profesión como músico se gestó desde que él estaba en el vientre. Hijo de intérpretes, su madre, al ver que hacía falta un chelista en la familia, dijo: Si es hombre o mujer, se dedicará a tocar el chelo.
Pasaron los años y la historia lo coloca como uno de los más grandes ejecutantes en el mundo.
Aparte de la música, es un voraz lector, así lo manifiesta. Y escribe. Hay con su firma varios libros, algunos sobre música, otros sobre lenguaje, idioma. Y así.
Desde joven su mirada indaga el mundo. Viaja constantemente, porque el oficio lo demanda.
Hoy regresa a Sonora a presentar un libro de su autoría: Apuntes sobre la historia de México y algunas notas autobiográficas, y a dar un concierto en el Teatro de la Ciudad de Casa de la Cultura de Sonora, en Hermosillo, acompañado de la Orquesta Filarmónica de Sonora. Esta conversación la dividimos en dos temas, el primero que versa sobre su cercanía con Igor Stravinsky; la segunda sobre su concierto más reciente en Sonora, su contenido.
–Carlos, ¿cómo es que vas de la música a las letras?
–Mi interés en los libros nació cuando yo era muy pequeño. Siempre me interesó leer. Yo estudiaba en el Liceo Franco Mexicano, en la Ciudad de México, y desde muy pequeño descubrí las novelas de Julio Verne, y las de Salgari. Inmediatamente me interesaron muchos otros autores, siempre tuve el defecto o la característica de dedicarle mucho tiempo a la lectura y viceversa, también a la escritura. Mi primer libro lo escribí en 1962, porque ese año estuve por primera vez en la Unión Soviética, estudiando en la Universidad de Moscú. Estaba allí y me tocó una época muy interesante porque por primera vez en medio siglo fue Igor Stravinsky a su país natal Stravinsky había salido de Rusia cincuenta años antes, y había jurado no regresar, porque era un ferviente anticomunista, y las autoridades comunistas soviéticas siempre se expresaban mal de Stravinsky, hablaban de él como un compositor decadente.
Estando yo allí, leí un día en un periódico nocturno que Stravinsky acababa de llegar a Rusia. Había tenido la suerte de conocerlo siendo yo muy pequeño, inclusive habíamos tenido la oportunidad, en México, de ir con él a la Plaza de Toros, porque nos dijo Stravinsky a mi hermano y a mí: “¿No hay toros mañana?” Pues sí, le dijimos. “Pues invítenme, porque yo soy aficionadísimo a los toros”. Pero cómo es posible, le dijimos, y dijo: “Pues sí, desde que iba yo a España, en 1910, 1920, me invitaba mucho a los toros mi amigo Picasso”, quien también era aficionado como muestran la gran cantidad de dibujos taurinos que hizo.
Entonces invitamos a Igor a los toros, a principios de 1962, en México. Íbamos Stravinsky, su esposa, otra rusa llamada Vera, y un director de orquesta americano llamado Robert Craf, y después de tres toros Robert Craf dijo: Vámonos porque ya esto todo es igual. Stravinsky dijo: ‘Aquí nos quedamos hasta el final del sexto toro, porque yo soy aficionado de verdad’. Y nos quedamos hasta el sexto toro.
Meses después, estando yo en Rusia, tuve la sorpresa de leer que Stravinsky acababa de llegar a Moscú. Lo fui a ver, y lo primero que le pregunté fue: ¿cómo es posible que este aquí que lo han tratado tan mal, usted que siempre se ha expresado tan mal de la política cultural soviética? Pues la razón es muy sencilla –me dijo- estoy cumpliendo ochenta años y me tocaron el corazón, porque me invitaron a regresar, cincuenta años después a la Unión Soviética, y la ministro de asuntos culturales, no sabe absolutamente nada sobre quién soy yo, qué compuse, no sabe nada, entonces como no saben nada no me han hecho el alud de críticas que siempre me hacen y aquí estoy. Entonces estuve en todos los conciertos que fueron históricos, de Stravinsky, en su país natal, después de cincuenta años de ausencia.
–Después de todos estos viajes que has realizado, ¿qué significa regresar a Sonora a dar este concierto?
–Para mí regresar a Sonora siempre es sumamente interesante y agradable. Debo decirte que en este libro del Seminario de Cultura Mexicana, hablo de los distintos viajes que he hecho a Sonora, donde he tocado en Hermosillo, Obregón, Navojoa, Álamos y en algunos otros lugares. Y he presentado muchos de mis libros y he dado distintos conciertos, he tocado con la Orquesta Filarmónica de Sonora y siempre ha sido interesantísimo, y además, por si fuera poco, en 2007 me otorgaron la Medalla Alfonso Ortiz Tirado en Álamos. Cuando me hablaron para otorgarme esta distinción, les dije: ‘creo que hay un error, porque este premio está reservado a sonorenses ilustres y yo no soy ni ilustre ni sonorense’, y me dijeron: ‘Es que a partir de este año se otorga también a no sonorenses’. Así fue que vine no por primera vez a Álamos, pero sí por primera vez me otorgaron ese premio. Y vine también porque un eminentísimo compositor de Álamos, llamado Arturo Márquez, me dedicó un concierto para chelo y orquesta y lo toqué allí en el Festival Alfonso Ortiz Tirado, esto fue antes de que me otorgaran la medalla. Mi conexión con Sonora es múltiple, y cada vez que me han invitado he aceptado rapidísimamente antes de que se arrepientan.
–¿Qué es lo que ofrece en esta visita a Sonora?
–En este concierto voy a tocar dos obras, un concierto para chelo y orquesta y el estreno en México de una obra de un compositor mexicano llamado Samuel Zyman, que es una obra dedicada a la catástrofe que hubo en Nueva Orleans con el huracán Katrina, y diez años después del huracán, le encargaron a Samuel que compusiera una obra sobre ese fenómeno terrible, hace dos meses tuve la oportunidad de estrenar esta obra con la Orquesta Sinfónica de Nueva Orleans, dirigida por cierto por mi hijo Carlos Miguel Prieto y ahora vine a hacer el estreno en México de la obra de Zyman que será en Hermosillo, Sonora, y cuando me invitaron a tocar aquí, dije, ‘ya he tocado muchos conciertos en Sonora, y hay uno que no se ha tocado nunca en México y es muy interesante, que es la obra de Samuel Zyman, propuse tocar este concierto, y lo aceptaron, entonces el estreno en México de esta obra se da en Hermosillo.