Responsabilidad ciudadana en seguridad pública
Si queremos combatir realmente la inseguridad pública, debemos exigir a las autoridades que realicen su parte; pero también debemos tener el valor de ser honestos como ciudadanos y tener el valor de denunciar incluso a nuestros familiares si éstos están afectando la paz de la sociedad
Por Carlos Jesús Cruz Valenzuela
En las últimas semanas nos hemos percatado por conducto de medios de comunicación y redes sociales, sobre críticas y acciones de inconformidad de los ciudadanos contra sus gobiernos, por los malos resultados que perciben en el combate a la inseguridad pública y todo delito que derive de ésta.
Las críticas varían, por ejemplo: desprestigiar y solicitar la renuncia de servidores públicos responsables de las áreas de seguridad pública; que los sistemas de aplicación de justicia no funcionan conforme a la realidad que exige la ciudadanía; manifestar que los gobernantes y las autoridades están siempre coludidas con la delincuencia y el crimen organizado y así muchas críticas en ocasiones sin fundamentos, sin pruebas.
Acciones como amputar las manos de presuntos delincuentes; la exhibición pública de un joven que intentó robar casa habitación y fue sorprendido por el propietario y éste lo amarra de pies y manos a un poste de energía eléctrica; otro joven que casi pierde su vida por los golpes propiciados por el ciudadano objeto de su intento de asalto, y así muchas otras acciones que pudiéramos traducirlas a “Justicia por propia mano” de parte de la ciudadanía.
En el caso del presunto delincuente que casi pierde la vida, llama la atención que su madre intercedió por él para evitar más daños por los golpes que recibía del ciudadano que se defendió; resalta también el hecho de que la madre le propició bofetadas a su hijo gritándole que eso le sucedió por andar de “ratero” y por “consumir” la droga conocida como “cristal”.
Con lo anterior nos hacemos la pregunta siguiente: ¿sabía la madre que su hijo, presunto delincuente, se dedicaba al robo y que consumía “cristal”? La respuesta es evidente: sí estaba enterada, como lo demuestra con sus palabras que gritó a su hijo.
Esa respuesta nos lleva a reflexionar, como ciudadanos, sobre la responsabilidad que tenemos también en el combate a la inseguridad pública; pero antes de reflexionar es indispensable decir que la seguridad pública coloquialmente la definimos como la condición de estar libre de todo riesgo, peligro o amenaza que puedan causar daño en la integridad física y bienes materiales de cada ciudadano. La inseguridad pública es todo lo contrario y ésta es la que estamos experimentando de manera imparable en nuestra sociedad.
Con la definición antes citada podemos comenzar a reflexionar primero que, no es solo responsabilidad de gobiernos y autoridades de seguridad pública, el combate a la inseguridad pública que estamos viviendo, no, nunca, es también responsabilidad de nosotros: todos los ciudadanos.
Igualmente reflexionemos sobre la definición de la palabra valor: es la perfección que está en el ser de un ente y debemos estimar; entonces entre más perfecto sea algo tendrá más valor. Para ejemplificar lo anterior podemos decir que un ciudadano que ejecute actos deshonestos valdrá menos, honestamente hablando, que uno que realice actos honestos.
Emma Godoy, en su gran libro Que mis palabras te acompañen habla sobre la importancia del valor honestidad, manifestando que la honradez es condición indispensable para que exista y se conserve una sociedad en paz, puesto que ésta sin honestidad se acaba, desaparece como a grandes naciones les sucedió.
Con lo anterior reflexionemos también el caso de la madre que estaba enterada de que su hijo era un “ratero” y un “consumidor” de la droga conocida como “cristal”; debemos preguntarnos: ¿por qué no lo denunció ante las autoridades? Si lo hubiera denunciado tal vez la madre hubiera evitado los “robos” a los que hizo referencia gritando ratero a su hijo, ¿cuántos robos serían? O mejor preguntarnos ¿Cuántos robos habría evitado la madre si lo hubiera denunciado? Incluso hubiera evitado la golpiza que recibió su hijo en su frustrado asalto en el que casi pierde la vida.
Sabemos que las drogas van mermando la razón, y es común denominador que en los últimos delitos que se han cometido en nuestra sociedad, los delincuentes capturados se les diagnostica bajo los efectos de drogas y en el mayor de los caso de la droga sintética conocida como “cristal”.
Siguiendo el caso de la madre, también nos preguntamos ¿por qué no lo apoyó enviándolo a un centro de rehabilitación? Tal vez hubiera emprendido un camino mejor, pero en caso contrario tal vez por su omisión de rehabilitarlo provocó incluso que su hijo comenzara a robar para así poder adquirir unas monedas para satisfacer su vicio.
Con lo anterior podemos concluir que si queremos combatir realmente la inseguridad pública y así reducir los índices delictivos, debemos exigir a las autoridades que realicen su parte y ser vigilantes de ello; pero también debemos tener el valor de ser honestos como ciudadanos y tener el valor de denunciar incluso a nuestros familiares si éstos están afectando la paz de la sociedad. Al final será por el bien de ese familiar y por el bien mismo de la ciudadanía.
Muchos casos habrá como el que citamos de la madre y su hijo; seamos honestos y comencemos a ser más responsables en la parte que como ciudadanos nos corresponde en el combate a la inseguridad pública. Seguramente la delincuencia bajará con ese tipo de acciones inyectadas por la honestidad, la honestidad de denunciar a quien esté cometiendo delitos sea o no familiar. Debemos hacer nuestra parte con responsabilidad. Difícil pero no imposible.
*Carlos Jesús Cruz Valenzuela, Licenciado en Derecho, Maestría en Liderazgo Desarrollador.