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Scherer traicionó a Scherer

Generó un caso más de corrupción de alto nivel

 

Por Manuel Gutiérrez

Julio Scherer Ibarra, traicionó la herencia y ejemplo de su padre, Julio Scherer García, fue el verdaderamente traicionado. Pero es necesario recordar una historia previa antes de ver este caso de mafia del poder que ahora está en la cúspide a la transformación.

En el pasado, en los años 70 se forjó una leyenda de la lucha por la libertad de prensa, la crítica y el ejercicio del poder, contra el presidente Luis Echeverría, en ella Julio Scherer García, periodista defendió la libertad, de un golpe de estado que instrumentó el presidente populista de ese entonces, deseando que se terminara el alcance de Excélsior en denunciar los errores de su gobierno lo que ocurrió en 1976. Excélsior ya era intolerable para Echeverría que quería ser líder mundial del tercer mundo e imponer un estatismo concentrador, en un marco de presidencialismo absoluto.

Echeverría invadió Excélsior y corrió a sus mejores plumas, lo tomó por la fuerza y se impuso al sindicato de trabajadores, impuso nuevos jefes y línea de información con gente dócil.

Los corridos de entonces, dieron paso al nacimiento de la revista Proceso, que fue vista como el periodismo de fondo e independiente sobre todo en eso años, capaz de cuestionar al poder y a los políticos, incluso a los presidentes. Otros periodistas y escritores, buscarían camino de expresión en Letras Libres y Nexos, para evitar la censura que los excluía de los grandes periódicos.

Esto llevó a decir a José López Portillo, populista seguidor de Echeverría: “No les pago para que me peguen” pero esos cambios formaron parte de ponerle coto al presidencialismo, al poder absoluto, y de alguna manera conservar un canal independiente para informar, dado que Televisa con Jacobo Zabludowsky, con 24 Horas, era el medio de mayor alcance, pero estaba sometida totalmente al gobierno que controlaba todo como ahora lo intenta la 4T.

Para los periodistas de entonces, la gran aspiración estaba en llegar a los grandes medios nacionales El Universal,Novedades que dejó de existir, El Heraldo de México que marcó una época, el legendario Excélsior que había albergado a Luis Spota y al gran Carlos de Negri, marcando estilos y épocas de primicias informativas y cimbrando la opinión pública nacional.

Existían revistas, desde entonces Siempre, Impacto, Gente, pero las dos primeras eran más editoriales y dedicadas a la opinión. Proceso tendría eso, pero buscaría reportajes profundos amplios, y un estilo extenso de informar. Los periodistas anhelaban llegar a ese nicho de audaces y talentosos, destinado a los más críticos, los más puros que no hacían ninguna concesión, buscaban llegar a Proceso porque llevan el ánimo de lograr una democracia real y combatir los excesos de corrupción que venían desde entonces, a la fecha con un cambio, actualmente son más exagerados y obvios.

En Jalisco se intentó una versión de periodismo independiente, con un periódico llamado “Diez” que catapultó a Felipe Cobian Rosales hasta Proceso este corresponsal no dudó en ocasiones en ser el paladín con datos firmes, contra el poder del gobierno del Estado.

En ese camino, también destaco Héctor Huerta que en Proceso destapó grandes cloacas del asunto de la mafia del futbol, era pues la meca del periodismo crítico, de altura, sin cortapisas, sin coptación por recompensas.

Julio Scherer García, no fue un santo, pero sí mantuvo una línea ejemplar. Su izquierdismo fue genuino y sufrió en las críticas que admitió por las rebeliones intelectuales de gente del Boom literario (Vargas Llosa, García Márquez, Julio Cortázar) sobre Cuba, denunciando la dictadura, pero lo llegó a hacer por ser verdad, pese a que no eran lo que sustentaba su ideología.

Pero buscó que la democracia en México fuera un derecho real, el voto sagrado, y nació el IFE que amparado por la ley generó la reforma política, cambiando el camino del foquismo a la lucha partidista, permitiendo incluso al Partido Comunista convertirse en Socialista Unificado de México, y nació aparte el PRD, el radiante partido del sol amarillo, ya en extinción.

Las elecciones por fin llegaron sin control de la Secretaría de Gobernación, con un instituto federal que arropado por la ley entrega a los ciudadanos todo el proceso, las cuentas. Atrás quedaban las caídas del sistema de Bartlett.

Las alternancias surgieron y López Obrador, fue defendido de la defenestración en ese tiempo en la era de Fox y de Calderón, por el apoyo de fuerzas que luego desestimo, sean universidades, líderes de opinión o intelectuales, incluso Brozo, era amigo de López Obrador y lo defendía.

López al haber logrado tomar la Ciudad de México, en que catapultó sus ambiciones presidenciales aunque empezaba a jugar con las contradicciones, tales como el segundo piso, en reserva secreta para conocer sus costos, y a quiénes se les otorgó la obra y como se pagó, arranques de autoritarismo y un voluntarismo que lo llevaría como presidente a buscar todo el poder, en forma absoluta, pero muchos lo consideraban que lograría fortalecer una gran democracia, cultura, salud y un gran gobierno, su aportación máxima fue cambiar dinero por votos por politización de los programas sociales, que existieron desde sus antecesores, pero no se sirvieron de ellos en la lucha partidista y culto personal.

El hombre de la pluma

Julio Scherer, había convertido su carrera en una leyenda admirada por todos los periodistas de todos los colores. Julio murió dejando un legado en Proceso, y una leyenda.

Al llegar el Peje al poder, llamó como representante jurídico de la presidencia al hijo de Julio Scherer García, el mismo nombre solo cambia el apellido segundo por Ibarra, que tomó la cartera, mostrando en que bufetes había incursionado, acreditando experiencia profesional una forma elegante de unificar corrientes de izquierda, fuerzas democráticas y suponer que buscaría el gran fin de la democracia, pero Elena Chávez, en el “Rey del Cash” y “El Gran Corruptor” y millones de palabras de denuncia de sus errores y excesos, lo hicieron ver como lo que era realmente, un porro operando en la escala nacional, extorsionando empresarios e imponiendo su voluntad como un nuevo Zeus tonante.

Julio Scherer Ibarra, cayó en un ambiente distante de las elevadas aspiraciones que buscó su padre, su accionar comenzó a ser notable, sin embargo fue detectado por los colegas periodistas.

Su desempeño fue cuesta abajo, pero sus cuentas bancarias estaban cuesta arriba, su intervecionismo en otras dependencias y carteras desde Palacio, llamaba la atención.

Su ambición de poder se desbordó y se convirtió en una máquina de extorsión, utilizando algunos bufetes amigos de él, que procesaban el asunto con moches de millones de dólares, cuentas de 1 millón de dólares o más, y hubo empresarios ahogados en asuntos fiscales, pleitos patrimoniales, que soltaron ese dinero en aras de resolver sus asuntos jurídicos. Por un lado el presidente, por el otro el representante que te turnaba a bufetes de su confianza, y daba instrucciones de lo que deberían de hacer, como pagar la protección.

Si el empresario abordado no aceptaba, el asunto empeoraba, los poderes en los juzgados se movían para generar órdenes de aprensión, resoluciones perjudiciales. Un red coludida de abogados, y de gente del poder judicial, a nivel jueces y magistrados, y personal judicial.

Todo eso comenzó a correrse de voz en voz, pero como el hijo de Scherer había cambiado, iba a hacer capaz de hacer acciones delictuosas, se sabía pero nadie lo escribió hasta ahora.

Traición en palacio, pero no al Peje

Así las cosas, el Peje en tanto exprimía a los empresarios con rifas, donaciones a huevo, y cenas de tamales de chipilín. Pero observó que Scherer Ibarra tenía demasiada iniciativa, incluso hay versiones que generó los celos de Andy López Beltrán, y sus amigos denunciados por Latinus sobre fraudes en la construcción del Tren Maya, desviaciones de recursos que no fueron nunca desmentidas.

Llegó el momento en que el Peje optó por cortar a Scherer Ibarra, sabiendo que era un portador de grandes secretos políticos, de asuntos de corrupción de su gobierno.

Lo dejó irse en paz. Incluso Scherer Ibarra, escribió una carta publicada en Proceso, en que confiesa que como jurista del presidente llegó a tomar decisiones a cargo de la Secretaría de Gobernación, a cargo de la Senadora actual Olga Sánchez Cordero. El jurista tomaba decisiones de secretarías de estado y ejercía un gran poder, que no pasaba desapercibido, ni sus prácticas de extorsión, para el propio presidente ocupado como su familia en sus lucrativos negocios.

Así estábamos cuando vino un periodista que se asombra de que nadie se atreviera a investigar el tema: Escribió: “Traición en Palacio. El negocio de la justicia en la 4T” que se apuntó como descollante éxito la agrupación cívica-política plural de Salvador Cosío Gaona, “Confió en México” y quien tuvo a bien en su momento lanzar el destape de la candidata opositora Xóchitl Gálvez, para contender inesperadamente contra Claudia Sheinbaum, desde Jalisco.

El autor es el periodista Hernán Gómez Bruera, que maneja la tesis de que Scherer Ibarra traicionó la confianza del presidente populista, aprovechándose del cargo para ostentar el poder y lograr enriquecimiento ilegítimo, así como tráfico de poder en su beneficio, fraudes y extorsiones, por añadidura.

Cosío Gaona explicó durante la presentación de su libro al que asistieron 400 personas. “Para que exista corrupción, debe haber un corruptor. Ni todos los jueces, ni todos los magistrados, ni todos los notarios, ni todos los litigantes, somos corruptos, pero tampoco santos. Hay que seguir respaldando para forjar un país con mejor desarrollo, atacando la corrupción sea de quién sea y venga de quién venga, para que un gobierno actual o el que venga, pueda colgarse la medalla de luchador contra la corrupción, debe ir a fondo y deben caer los culpables de cualquier tamaño que sean (huachicol fiscal, crimen organizado y extorsiones desde el poder como ejemplos) y no solamente chivos expiatorios o peces menores” una exigencia que daría valor al discurso del combate a la corrupción en forma real por el gobierno de Claudia Sheinbaum.

Gabriel Torres Espinoza, destacado periodista de Milenio, planteó que la “obra da a conocer la delincuencia organizada por parte del Consejero Jurídico, Julio Scherer II, como resultado de una investigación con 80 testimonios que funcionarios y litigantes, que vieron operar al indiciado, con su tráfico de influencias, así como los bufetes de prestanombres que actuaron como parapeto de los intereses del exconsejero jurídico”.

El autor Hernán Gómez, en uso de la tribuna reveló que “bajo la mesa y en voz baja se hablaba mucho del tema, pero nadie lo quiso abordar, como opera el Poder Judicial en México, en ámbitos local y federal, ya que los casos recomendados por Scherer, por medio de terceros caían siempre con los mismos jueces y magistrados” destacando la asociación para el crimen.

Sin embargo la Magistrada Patricia Campos González, dio fe por la veracidad de los hechos del libro que vio en forma directa. La magistrada discrepó de la traición supuesta al presidente López, externando: “El señor presidente no es ningún ingenuo, nada desconoce y sabe (todo) perfectamente porque sí investigan a las personas, que van a trabajar en esos cargos tan importantes; entonces el presidente le permitió crecer como intermediario para conocer y operar asuntos que la presidencia no podía operar políticamente y tenía que hacerlo por la vía judicial (por ello la reforma y elección popular de jueces propuestos por el partido oficial, único que propuso candidatos para no sufrir incomodidad, puros cuates) y buscan una persona que tenga nexo directos que se requieren en se ámbito del Poder Judicial”.

Son pocos los jueces, o magistrados o ministros que se prestan a seguir esas instrucciones” pero si los hay. Pero López Obrador pretendió castigarlos no por esos transas, sino porque fue un poder que se le enfrentó pretendiendo acotar el presidencialismo exagerado, por eso vino este derroche mal hecho de la votación judicial próxima.

La obra y la denuncia de Julio Scherer II, que le falló no al presidente tan cuestionable anterior, sino al legado de valores de su padre, salió a la luz. Ya es un tema abierto del debate nacional y una suma adicionada a los frecuentes escándalos que propicia la llamada transformación de cuarta, sean generados por sus gobernadores, senadores, nepotismo, ostentación, errores y servilismo, que fueron precisamente lo que llevo a Julio Scherer padre, a luchar por un país mejor y su manera de hacerlo, fue denunciando a los corruptos e informando a los mexicanos que buscaban conocer la realidad, no los otros datos o las versiones oficiales plagadas de mentiras.

Es evidente que fue una estocada certera al corazón de la mafia del poder del morenismo y la obra será sin duda un Best Seller para nuestro país, porque denuncia excesos como lo hizo el programa de XEW Así las Cosas, vespertino en que dieron datos de que Scherer Ibarra, intervino en los asuntos del Cruz Azul, los cementeros, haciendo a Billy Álvarez su cliente, así como otros cementeros, a un abogado Junqueira, que les pagó a los bufetes recomendados por Scherer Ibarra, mil millones de pesos, en propiedades y diversos bienes, para ser estafado porque no recibió nada a cambio. Pero decían ser diferentes… con baños fariseos de pureza.

Las operaciones arrancaban con cobros de un millón de dólares (para las copias) y más en una danza de millones que convirtió a Scherer Ibarra en un Midas de la corrupción tal vez compartía con algún personaje palaciego, hasta que se disgustó por tanta iniciativa, no robar, no mentir… ajá.