Se fueron los cines: Queda la historia

El Cine Lux fue fundado en febrero de 1941; ahí también se presentaron artistas como el “Gallo Giro” Luis Aguilar, Javier Solís, Lucha Villa, José Alfredo Jiménez
Por Bulmaro Pacheco M.
La magia del viejo Cine Lux de Huatabampo se vivía por dentro y por fuera. A la salida, alguna tina humeante de elotes cocidos, los hot dogs de Don Luis y el puesto de las imprescindibles coyotas de Doña Julia, le darían fama al cine —Esa coyota era una especie de taco, tipo empanada abierta, caliente, de maíz, que se llenaba con repollo, carne, salsa enchilosa y cebolla curtida. Una verdadera delicia gastronómica que todavía perdura—.
A un lado —cerca de la casa de los Acosta— el célebre José “Pachón” Santillanes Rodríguez, un emigrante de Sinaloa de Leyva, que llegó a Huatabampo en plena inundación de 1949 y fue de los primeros pobladores de la colonia 14 de Enero. Vendedor de agua con una amplia carreta de madera donde descansaban grandes depósitos de vidrio con aguas frescas, y donde predominaban la cebada, la horchata, la piña y en muchas ocasiones —quizá por la temporada— el tepache.
‘Pachón’ cambiaría después el carro original por una motocicleta marca Islo, con carro integrado —de las que puso de moda en el pueblo el recordado ‘Loco’ Guerrero—, y se convertiría en una leyenda en el Huatabampo de los 60 y 70 porque, terminada la época del calor, vendía churros que él mismo elaboraba, en las mañanas por fuera del Bancomer o el negocio de Nacho Carnitas y por las noches por fuera del Cine Lux.
Infinidad de personas se detenían desde temprano por fuera del cine para platicar, revisar las carteleras, intercambiar información o simplemente ver quiénes entraban y salían.
Al entrar al interior del Lux uno se encontraba con grandes fotografías de Luis Aguilar, Pedro Infante y Ana Luisa Pelufo. También con una dulcería muy bien organizada, donde predominaban las palomitas, los orange crush, los delaware punch y las cocas chicas en envase de vidrio. La entrada siempre olía a pinol, se veía limpia y accesible, con la siempre grata presencia de Rosario Ibarra Montiel (Chaly) en la taquilla vendiendo los boletos para la función del día. La famosa Chaly se convirtió en auxiliar de primera línea tanto de Toño Toledo y su esposa Zoyla como de los otros propietarios durante la etapa final del cine.
El Cine Lux fue fundado en febrero de 1941 por Toño Toledo Salido y Reynaldo Salazar Gastélum (fundador en 1956 del Cine Mayo), y mantuvo por muchos años su doble integración: Luneta, en la parte baja, con butacas; y galería, de madera empotrada, en la parte alta. Siempre más caro el acceso a luneta.
Con el tiempo le instalarían casi 800 butacas y se eliminó galería. A partir de ahí se utilizaba el cine lo mismo para obras de teatro que para la presentación de artistas y eventos políticos, casi siempre de corte municipal y sindical.
En tiempo de calor eran famosos sus abanicos de grandes aspas que ayudaban a mitigar las elevadas temperaturas, pero que en ocasiones contaminaban el sonido de las películas.
Célebres fueron ahí las presentaciones de artistas de la famosa “Caravana Corona”, que le permitieron al público conocer a renombrados artistas como el “Gallo Giro” Luis Aguilar, Javier Solís, Lucha Villa, José Alfredo Jiménez, Amalia y Juan Mendoza “Los tariácuri” y el Charro Avitia, y se dice que también a Los Churumbeles de España, entre otros.
Con los años el cine pasó de ser propiedad de Toño Toledo, al empresario zapatero Canuto Aguilar y después al recordado Jesús Aguila “Chuy Lagunilla”. Al final, pasó a manos del empresario Generoso Martínez, avecindado en Matehuala, San Luis Potosí, que es el actual dueño, más allá de las versiones que se han manejado sobre otros presuntos propietarios.
Hoy el recordado y querido Cine Lux permanece en ruinas, ya casi al descubierto, sin una parte importante del techo, con las banquetas casi destruidas y con los viejos y gastados letreros de los últimos años en su exterior. ¿Qué va a ser del viejo Cine Lux?, le pregunto a la admirada Chaly Ibarra, que a sus 87 se conserva sana y muy lúcida. “Por lo pronto sigue en venta y no han existido ofertas en los últimos meses”, dice.
También cerraron sus puertas los no menos recordados cines Mayo y Royal (tanto el techado como el que operaba al aire libre). El Mayo lo fundó Reynaldo Salazar, y los Royal eran propiedad de la familia de Rubén Velderráin desde finales de los 40 del siglo pasado; una familia pionera del negocio del cine en toda la región del Mayo.
El Cine Mayo durante muchos años le hizo compañía a la casa de huéspedes La Regional, de don Alfonso García Encinas, los restaurantes La Violeta y La Tapatía, y el consultorio y farmacia del recordado médico Javier Sánchez el primer director del nuevo hospital del IMSS. De eso solo quedan recuerdos y casas en ruinas.
Hoy del Cine Mayo solo queda el recuerdo. Donde estaba situado ahora se observa un amplio terreno baldío, propiedad del empresario Pánfilo Santini.
El Cine Royal techado de la esquina de Hidalgo y Guerrero, desapareció, y dio lugar a una serie de pequeños negocios.
También desaparecieron los restaurantes que complementaban el funcionamiento de los tres cines: El Progreso fue sustituido por un expendio de bebidas alcohólicas, de La Violeta solo queda la casa con el letrero que la identifica. La Tapatía —el más antiguo— desapareció por completo, y del restaurante de doña Juana González Meza y Neto Medina Corral, cerrado en 1972, solo queda la nostalgia que —para los aficionados a la buena mesa— se puede curar en el Neto Restaurante, ubicado a un costado del viejo panteón municipal.
La vieja casa de huéspedes de Don Alfonso García dejó de funcionar a principios de los sesenta del siglo pasado, y del Cine Royal al aire libre solo queda la vieja pantalla ubicada entre la iglesia de Cristo Rey y la que fuera residencia de la familia Velderráin, donde ahora se ubican laboratorios propiedad de David Velderráin Jordán.
¿Qué pasó con la industria del cine y el entretenimiento?
Por esos años también dejaron de operar los cines de Navojoa y Etchojoa, el primero originalmente de la familia Velderráin y el segundo de Toño Toledo. Los grandes cines fueron derrotados en casi todos los lugares por sus grandes dimensiones y los altos costos de la energía eléctrica, por la industria cultural de las películas en videos y, avanzado el tiempo, por los servicios en streaming de Netflix y canales digitales como Youtube.
No solo los cines han desaparecido en Huatabampo, también dejó de operar la Sociedad Mutualista Hidalgo, fundada a principios del siglo XX, pero con edificio a partir de 1930; el inmueble es ocupado ahora por un casino.
Lo que fuera el Casino Social de Huatabampo está concesionado a Gerardo Rodríguez Encinas; el Club de Gatos, que dirige Romeo Planagumá, existe todavía pero permanece inactivo por la pandemia; y en la antigua Cancha Superior (o El Salivazo) de la familia Estavillo, se construyeron viviendas.
Nada se sabe de los clubes de servicio como Los Leones, tampoco de los desaparecidos “Ángeles de Charlie” de Felizardo Encinas: José Toledo, Ricardo Retes, Luis Rascón y Próspero Ibarra Ceballos.
Nada queda de lo que fuera la agrupación “Chicos Malos”, integrada por Pancho Rosas, El Macho Terrazas, Ernesto Obregón Serrano, Alfonso “Ponchón” Rosas y Jorge Guevara.
Un cambio cultural de fondo que ha cambiado sin duda el rostro de sociedades como la de Huatabampo, pero que al final de cuentas no hemos sido capaces de conservar, cuando menos su historia. Veremos por qué.