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“Son Buitres”, acusa el Senador Búrquez

Como legisladores, la producción que período tras período logran en este tema es miserable y en muchas ocasiones inoperante o muy poco efectiva

Por Feliciano J. Espriella

Para que la cuña apriete, dicen que debe ser del mismo palo y nuestro coterráneo, el senador Francisco Búrquez Valenzuela no se anduvo por las ramas al calificar a los políticos mexicanos como buitres.

Lo anterior fue como consecuencia de un artículo publicado por el diario La Verdad el pasado lunes 14, titulado “Los nuevos millonarios”, en el que este medio de comunicación exhibió los exorbitantes ingresos que por diversos motivos reciben Senadores de la República y Diputados Federales.

En dicha publicación La Verdad denuncia que los ya de por si extraordinariamente bien pagados senadores y diputados federales se auto autorizaron un aumento para el 2017, con lo cual el ingreso de los primeros será de un 1’942,911 pesos, en tanto los segundos se les pagará 2’735,095. Con razón dicen que el que parte y reparte se lleva la mejor parte.

Tal vez suene muy fuerte el calificativo de buitre, pero seguramente coincide con el sentir de la mayoría de los mexicanos, quienes tenemos décadas de ver cómo los políticos se sirven con la cuchara más grande que pueden encontrar, en tanto que a la población le dejan sólo migajas.

Aunque también, al generalizar, el legislador sonorense lleva al baile a toda la élite política, lo cual resulta injusto para los que aunque pocos, sí ejercen sus funciones con honestidad y espíritu de servicio.

El Congreso de la Unión es un verdadero lastre

El Congreso de la Unión mexicano (aunque algunos autores todavía le anteponen la H. En lo personal la omito porque no considero que la merezcan), integrado por las cámaras de Senadores y Diputados viene a ser un auténtico lastre para el país.

Bastan unas breves comparaciones para demostrar que además de ineficiente y corrupto es obeso y demasiado oneroso. Nuestros legisladores tienes ingresos equiparables a los de sus pares norteamericanos y muy superiores a los de la mayoría de los países del planeta y además, son muchos más en proporción tanto a los habitantes como a las entidades federativas.

En Estados Unidos, que tiene alrededor del triple de población que México y casi el doble de estados, la Cámara de Representantes se integra con 435 miembros, en tanto nosotros tenemos y mantenemos a 500 diputados. En cuanto a los senadores, la Unión Americana tiene 100 y nosotros 128.

Lo anterior podría ser un mal necesario si los legisladores mexicanos verdaderamente cumplieran con sus responsabilidades y efectivamente trabajaran en beneficio de la población, pero todos sabemos que no es así.

Los únicos intereses que los mueven son los personales y los de sus partidos, los cuáles ejercen sobre ellos un control férreo y son escasos los asuntos en los que en los que algún diputado o senador se atreve a actuar en contra de la línea que le marcó su partido.

En ese contexto, además de abusones y corruptos, son extremadamente ineficientes. Como legisladores, la producción que período tras período logran en este tema es miserable y en muchas ocasiones inoperante o muy poco efectiva.

Como contrapeso del poder ejecutivo, una de las más importantes funciones y que por sí sola justificaría la existencia del legislativo, han sido a lo largo de la historia totalmente ineficaces. Solapan en vez de contener, apoyan en lugar de obstaculizar, condescienden cuando deben  rechazar, complacen por no objetar y al final del día terminan llenando de agua los molinos del ejecutivo mientras la población se agobia de sed.

Partidos políticos prostituidos

Similar a la más abyecta de las rameras, los partidos políticos mexicanos venden al mejor postor lo único que podría dignificarlos, su plataforma ideológica. Pero eso en múltiples ocasiones hemos sido testigos de un fenómeno que para la física es imposible pero que los partidos políticos en México hacen realidad: mezclar el agua y el aceite.

Todos hemos sido testigos de cómo y con el único propósito de alcanzar el poder, izquierdistas contumaces se han unido con derechistas a ultranza para ir juntos en pos de un hueso. Chiquito, mediano o grandote, no importa, lo único que interesa es que tenga carnita que repartirse.

Es verdaderamente grotesco y ridículo, ver marchar juntos y agarraditos de la mano, a abortistas y a quienes se han autoproclamado defensores de la vida desde el momento de la gestación.

O bien, ¿Cómo entender que puedan unirse y buscar unidos lo mismo, a aquellos que se dicen defensores del derecho de las personas a contraer matrimonio y ejercer su sexualidad con personas del mismo sexo, con quienes califican dichas acciones de pecaminosas y antinaturales?

Si no lo hace uno desde la óptica de la conveniencia personal, no puede entenderse, y vender la ideología, es mucho más abyecto que vender el cuerpo. A eso, desde los inicios de la humanidad, se le ha llamado prostitución.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.