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Sonora rumbo a la alternancia priista o al refrendo panista

Por Jesús Susarrey/

En su férrea defensa del constitucionalismo liberal Daniel Cosío Villegas afirmó que “ante los gigantes de la Reforma palidecían los cachorros de la Revolución”. Parafraseando al notable historiador y crítico del poder, bien pudiéramos decir que los partidos y las élites políticas en México y en Sonora no han estado a la altura que la transición democrática mexicana exige, ni de las expectativas que generó la alternancia partidista del 2009. Distantes se ven de aquellos personajes a los que se refirió el intelectual liberal, “cuya integridad moral y firmeza de propósitos hicieron pasar con éxito las pruebas de la democracia en los momentos más difíciles y contradictorios”.

La alternancia partidista en la Presidencia de la Republica (2000) y en el Ejecutivo Estatal (2009) anunció que el conteo de los votos aparentemente había dejado atrás la trampa y la simulación. La democracia era ya destino y dejaba de ser fachada. El poder ciudadano para elegir y formar gobiernos eficaces era una realidad. En el horizonte político se vislumbraba un gobierno constitucional basado en una verdadera división de poderes, en un poder moderado, sujeto a leyes; en la rendición de cuentas y el escrutinio de los dineros públicos. Nunca más privilegios al amparo del poder, nunca más injusticias e impunidad, proclamó el elegido Presidente Vicente Fox al pie de la estatua del ángel de la independencia. Un “nuevo modelo de gobierno… que sabe escuchar”, con progreso y oportunidades para todos, “un nuevo sonora… conformado con tus sueños y tus anhelos”, expresó el Gobernador Guillermo Padrés. Injusto sería regatearles el mérito en la renovación de la esperanza.

De la alternancia partidista a la partidocracia

Sin embargo, como hemos apuntado en este mismo espacio —con la libertad que permite Primera Plana— que las Presidencias de Vicente Fox y de Felipe Calderón, mostraron desánimo por avanzar hacia la construcción de una efectiva democracia de corte liberal y, contrariamente, reforzaron el clientelismo y el corporativismo político que paradójicamente abandonan la exclusividad priista y perredista para hospedarse de manera permanente en el PAN. Perdió vigor la pulsión liberal de sus fundadores por un gobierno de leyes en contra de la opacidad, de los privilegios de los oligopolios y poderes fácticos; del sistema de partidos y sus aparatos clientelares; del federalismo simulado e irresponsable y de la impunidad y los abusos de poder. La ruptura con el pasado autoritario y clientelar para implantar el imperio de la ley, fue negociada para decirlo con cortesía. Cierto que el reto era descomunal, lo incomprensible es que el “gobierno del cambio” se haya sumado al desaseo, compartido ahora por todos los actores políticos. La alternancia panista y la priista de hoy, si bien han reforzado el pluralismo y se perciben algunos avances como la libertad de expresión y las actualizaciones al marco jurídico constitucional, lejos estamos aún de la democracia liberal. Sus alcances son una secuestrada democracia electoral y un arreglo clientelar reeditado en el que la “partidocracia” tiene centralidad.

Es este el contexto en el que se da la alternancia partidista en Sonora y es la cancha también en la que la Senadora con licencia Claudia Pavlovich y el empresario Javier Gándara disputarán la gubernatura. Sin demérito de la pericia electoral del actual Gobernador Guillermo Padrés y la capacidad que mostró para establecer relaciones de confianza con el electorado y generar una expectativa creíble, es innegable el peso del reeditado arreglo clientelar y corporativista en su victoria. Si como dirigente partidista el Presidente Felipe Calderón con energía exigió que el gobierno sacara las manos de los procesos electorales y del PRI, ya como titular del Ejecutivo Federal no sólo se entrometió en ellos, también mantuvo un pié en su partido. Desde luego que no se discute su derecho partidista, se señala su incongruencia. Con el PAN en los pinos y un partido remozado por un pragmatismo de nuevo cuño los mecanismos clientelares incrementaron su eficacia. La intermediación que reparte privilegios y atiende intereses particulares a cambio de votos, no fue el único convidado. El acuerdo cupular, que intercambia apoyos políticos y económicos entre las élites también se hizo presente en el proceso electoral del 2009. Con mucha razón dicen los estudiosos de Maquiavelo que finalmente lo que recomendaba el filósofo florentino era que los príncipes no fueran ingenuos. Una gubernatura bien justificaba seguir el consejo.

Los alcances de la alternancia en Sonora

Si los Presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón se plantearon reformar el régimen político y fallaron en su intento, el propósito de la alternancia partidista en Sonora no tuvo esos alcances. Para decirlo como lo proclama la narrativa oficial, se trató simplemente de un “nuevo modelo de gobierno” no del rediseño de las instituciones democráticas, En la práctica, a juzgar por su mecánica y resultados no se percibe un cambio sustancial con los anteriores. Lo decimos como descripción no como crítica. El ya clásico ensayo sobre “el estilo personal de gobernar” en el que Daniel Cosío Villegas describe con agudeza el impacto de la personalidad de los gobernantes quizá muestre la diferencia. Mientras la alternancia en el ámbito federal infructuosamente se centró en el “para qué gobernar” —la forma política en que la sociedad debía organizarse y funcionar— y terminó tratando de resolver el “como gobernar”, para lograr el orden social y la estabilidad, el Gobierno de Guillermo Padrés se ha centrado en esta última interrogante.

El panorama estatal luce sin cambios sustanciales en el modelo económico, en el ámbito político, los mismos mecanismos de intermediación e intercambio, sólo varió la correlación de fuerzas y el arreglo clientelista incluye nuevos actores y beneficiarios. En materia de desarrollo y bienestar social el catálogo de rezagos sigue siendo extenso. Desigualdad, falta de oportunidades, déficit de empleo, carencia de ingresos, una larga lista. Para evitar maniqueísmos y lastimar las injustificadas susceptibilidades políticas, precisemos que no se regatean al gobierno del “nuevo Sonora” sus aciertos que los tiene y el tema por ahora es su enfoque no sus yerros. Lo cierto es que reformar el poder —menos la ruptura— no han sido sus propósitos.

El fantasma del “voto de castigo”

La parálisis gubernamental de los sexenios panistas y el incumplimiento de las expectativas se tradujo en “voto de castigo” para su partido. El acto que de acuerdo a la filosofía política otorga a la ciudadanía “la posibilidad de cambiar de gobernantes sin derramamiento de sangre” —ventaja indiscutible de la democracia liberal— regresó al PRI a los pinos. La decisión de castigar con su voto al partido del Gobernador Guillermo Padrés, refrendarle su preferencia o apostar a una nueva alternancia con el PRI y su virtual candidata, la tomaran los electores sonorenses desde luego. Pero pocos pueden negar que el “voto de castigo” esta presente en todas las confrontaciones políticas del méxico de hoy. Con el pluralismo político y el conteo efectivo de los votos, aún con sus inconsistencias, la certeza del triunfo electoral se desdibujó. La manipulación del sufragio que impedía exhibir el rechazo ciudadano al partido en el poder se dificultó y los resultados de gobierno quedaron expuestos al veredicto de las urnas. La retórica y repetida frase “esperaré el sereno juicio de la historia” quedó atrás. Clamaba comprensión para evadir responsabilidad. Hoy sólo tiene legitimidad política y la mantiene quién a juicio de la ciudadanía ejerce adecuadamente el poder.

El refrendo ya no es gratuito, la narrativa del gobierno de Guillermo Padrés, inexorablemente será sujeta a escrutinio, al igual que la del Presidente Enrique Peña Nieto. La valoración ciudadana impactará la trayectoria electoral del candidato Javier Gándara y de su oponente en el PRI la Senadora con licencia Claudia Pavlovich. De ahí la importancia que los asesores en marketing otorgan a la carga negativa que deriva del ejercicio del poder. Deslindarse y diferenciarse es la recomendación general para evadir las consecuencias de una mala imagen partidista, el partido sólo como maquinaria electoral e instrumento  clientelar, pero la fórmula es cada vez menos efectiva. El escepticismo ciudadano la rebasa. La personalización de la oferta política en el candidato, más que una confrontación ideológica y programática, propia de una democracia liberal, genera la sensación de que se trata de una disputa entre personalidades públicas y no necesariamente garantiza rentabilidad electoral. Son entendibles pero desalentadores los esfuerzos de los candidatos para deslindarse de los gobiernos emanados de sus partidos que en lugar de orgullo y sustento ideológico, al parecer producen vergüenza y temores. Lo cierto es que en nada contribuye a fortalecer al sistema electoral sonorense.

Es innegable la eficacia electoral del corporativismo y el clientelismo político. Sus agentes se han multiplicado. Si en el “El ogro filantrópico” que dibujó el poeta Octavio Paz, la élite cortesana compartía los privilegios del Estado —propiedad del nuevo príncipe— entre sus favoritos y allegados, hoy cada legislador, presidente municipal, gobernador o actor relevante tiene esa prerrogativa. La diferencia es que ahora pertenece a todos los partidos políticos y no sólo al PRI. No obstante su expansión, el arreglo clientelar no garantiza ya el apoyo político y ni resultados electorales favorables.

Rumbo a la alternancia priista o al refrendo panista

Si la percepción política es una valoración individual pero socialmente compartida, hay señales que seguramente deben motivar a la reflexión a los estrategas políticos por su posible influencia en el voto de castigo. No es necesario un estudio demoscópico para detectar inconformidades ciudadanas con los resultados de los tres niveles de gobierno. La distancia entre el Gobernador Guillermo Padrés y la sociedad cajemense por el conflicto del acueducto independencia es evidente. Lo mismo ocurre con algunos segmentos empresariales y académicos que han advertido de la inconsistencia del modelo de desarrollo económico implantado y señalan resultados negativos. Para 2015 las expectativas no son alentadoras. Sus argumentos coinciden con los datos que arroja el “semáforo económico” de la organización Vamos México que advierte señales negativas en prácticamente todos los rubros de medición. Crecimiento económico, empleo, productividad, pobreza, estado de derecho, diversificación laboral. Los datos seguramente son analizados ya por el equipo de estrategia del candidato Javier Gándara.

En el ámbito político el registro de la ex alcaldesa María Dolores del Río como candidata del partido Movimiento Ciudadano no es un asunto menor para el PAN. La resolución de CONAGUA respecto a la presa y pozos en un rancho propiedad de la familia del Gobernador del Estado, con todo y que pudiera resultar injusta, refuerza la percepción de ilegalidad. Desde luego que no se trata de ceder a la tentación del extremo jacobinista que todo lo impugna y su innecesario radicalismo que ve nubarrones en cielo despejado. La inconformidad con las políticas publicas y sus resultados no es novedad y es consustancial a toda democracia. El otro extremo, es la ingenuidad de suponer un blindaje contra el rechazo ciudadano en la urnas.

Visto desde otro ángulo, quizás como dice el escritor, Jorge Castañeda Gutman en su autobiografía, “como todo error en política, su daño no brota de la equivocación en sí misma, se origina en el uso que de ella hacen los enemigos”. (Amarres perros). Lo cierto es que los fantasmas del “voto de castigo” y el acuerdo cupular conspiran contra el arreglo clientelar.