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Temor y rechazo al ‘tren maya’ de Durazo (Segunda Parte)

Los pobladores de Ímuris sostienen que el libramiento ferroviario de Nogales comenzó a construirse a escondidas de la gente
Los pobladores de Ímuris sostienen que el libramiento ferroviario de Nogales comenzó a construirse a escondidas de la gente

Los pobladores de Ímuris sostienen que el libramiento ferroviario de Nogales comenzó a construirse a escondidas de la gente; alertan por los daños al medio ambiente, rancherías, agua y hasta la zona arqueológica de Cocóspera

 

Por Antonio López Moreno y Gerardo Moreno

Durante 10 meses un proyecto ferroviario ha trastocado la tranquilidad de los habitantes de Ímuris, una pequeña localidad al norte de la entidad, que ahora es amenazada por un libramiento de las vías del tren que atravesará pozos, ranchos y el hábitat de especies en peligro de extinción.

Primera Plana realizó el viaje de poco más de dos horas y 200 kilómetros por carretera desde Hermosillo hasta Ímuris, donde la percepción generalizada de los pobladores, productores agropecuarios y activistas, es que este proyecto dividirá las rancherías, afectará sus actividades económicas, amenazará las fuentes de agua potable y la presa, además, que habrá una afectación al medio ambiente.

Jorge Vásquez, vocero del grupo de afectados, aseguró que el impacto de construir las vías del tren serán muchas, porque por donde se tiene pensado trazarlo hay viviendas y parcelas que se verán divididas, ruinas arqueológicas y el comercio en la carretera.

“La primera exigencia que tenemos es que vengan las autoridades a resolvernos la inconformidad que tenemos, que den la cara, igual no tenemos ningún estudio de impacto ambiental, ni de cambio de uso de suelo, ni el proyecto ejecutivo jamás nos lo han mostrado”.

Explicó que ellos solo supieron del proyecto hasta que llegó a Cabildo un escrito del Gobierno del Estado, donde les avisaban que ya tenían un nuevo trazo para las vías del tren y ese pasaría por los terrenos del propio municipio, hubo alguna reunión de información, pero no se presentó el proyecto, los permisos de cambio de uso de suelos ni los manifiestos de impacto ambiental.

Por eso, están solicitando que se detenga el proyecto hasta que presenten todos los permisos, porque precisó ya comenzaron la obra más al norte, en el municipio de fronterizo de Santa Cruz, donde tampoco han hablado con claridad sobre estos planes.

 

Temen devastación ambiental del ‘tren fantasma’  

El proyecto está a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), e inició silenciosamente el pasado 12 de febrero sin una notificación oficial y sin un estudio de impacto ambiental.

Los pobladores se dicen preocupados, particularmente por el rancho “El Aribabi”, una amplia extensión territorial en la sierra que es considerada zona protegida. Este sitio es hábitat de especies como el jaguar, el lince, el tejón americano o el oso negro.

El presidente municipal de Ímuris, Jesús Leonardo García, precisó que por este municipio hay reservas ambientalistas importantes, como un santuario de luciérnagas, que podría verse afectado.

“Si es un rancho que se ha dedicado al 100 por ciento a proteger toda esa área, los propietarios de ahí han buscado la manera con los ambientalistas, con las personas que le entienden, de cuidar todas y cada una de las especies, porque tenemos algunas especies importantes y también en peligro de extinción, tanto en fauna como en flora”.

Por otro lado, también se teme por las obras de rehabilitación que se están realizando en las ruinas de la “Misión de Cocóspera”, un templo fundado y construido por el Padre Francisco Eusebio Kino en Sonora, el cual se encuentra de pie y fue declarado patrimonio cultural de la nación.

Estos vestigios se encuentran a una media hora de la cabecera municipal de Ímuris, por la carretera a Cananea, y el temor de la población es que las vibraciones que puedan generar los trenes termine afectando esta fachada. Por lo cual el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) deberá atender el tema.

 

Dividirán ranchos

La preocupación más latente con la obra ferroviaria se presenta en las rancherías donde los pobladores temen perder su patrimonio y sustento que han mantenido durante generaciones. Por ejemplo, Magda Yesenia Mendoza Madero, propietaria del rancho “El Moral”, no duerme desde que se enteró que las vías del tren atravesarían las tierras donde vive y trabaja desde hace más de 40 años junto con su familia.

“Aquí en el rancho sería la economía, serían las tierras, el agua, todo eso, lo que es todo el rancho. Aquí de este lado hacemos queso”.

Este rancho ganadero y agrícola da sustento a decenas de campesinos y abarca más de tres hectáreas de tierra, donde se cría ganado, se siembran productos de temporada y se hace el tradicional queso de Ímuris.

“Se ve que es demasiado lo que abarca, porque entran las máquinas, van a entrar las máquinas y supuestamente aquí también van hacer puente”.

Además, dicho rancho es la sede del pozo que abastece de agua al 70 por ciento de Ímuris y se tiene conocimiento que el trazo de las vías pasará muy cerca de este, donde si hay algún descarrilamiento de materiales peligrosos se contaminará.

“Por aquí es por donde atravesará el tren, este es el pozo del agua, que este abarca una parte del pueblo, afectaría las tierras que son de siembra, afectaría el ganado que está de aquel lado”.

Otro caso similar es el de Luis Alfredo Arias, un campesino de 30 años que trabaja en el rancho que fundó su abuelo en los años setenta.

“El tren haz de cuenta que va a pasar por donde están los pozos, las vías van a pasar por donde están los pozos; y no va ser nada más de 15, 30 metros, es una brecha grande, nos va destruir lo que es el agua potable en la comunidad de Ímuris”.

El recuerdo del derrame del Río Sonora en 2014 los mantiene en alerta, porque se teme que pueda suceder algo parecido en Ímuris y con eso quede un estigma muy grande para todo lo que se produce ahí.

“El llamado que nosotros siempre le hemos hecho a las autoridades, es dialogar, hacer un diálogo de ida y vuelta, intercambiar opiniones… vamos a suponer, en el caso del Río Sonora, ahí qué tanto dinero no han invertido y de todas maneras no van a remediar el daño”.

 

También al comercio

Ímuris se encuentra a pocos minutos de la frontera con Estados Unidos, por ello más de una decena de comerciantes se instalan sobre la carretera para ofrecer distintos productos. En su totalidad, rechazan el proyecto.

Por ejemplo, Blanca Trujillo, comerciante de productos regionales fue tajante en comentar que la gran mayoría de las personas que viven del comercio y venta de productos en Ímuris se verán afectados con este proyecto que disminuirá el turismo.

“Nos afectaría a todos como comerciantes, porque dicen que va a pasar por acá y siempre si nos afectaría, nosotros trabajamos aquí en el tope y la verdad si nos afectaría mucho”.

Lo mismo pasa para el sector restaurante, donde Ana Isabel comerciante de comida típica ubicada sobre la carretera aseguró que están atemorizados con las consecuencias: “Muy mal, pienso yo que nos va a afectar mucho”.

El señor Víctor, comerciante de Artesanías, precisó que el problema los tomó de sorpresa y no se entiende cómo por sacar las vías del tren de la ciudad de Nogales ahora las atravesarán por el municipio de Ímuris.

“Para que vaya a pasar el tren, nos va a perjudicar mucho a nosotros, ya no va haber venta así como ahorita y peor va haber cuándo va ser ese trabajo”.

El libramiento ferroviario pretende conectar 73 nuevos kilómetros de vías de tren con 63 existentes, para extenderse a las localidades de Santa Cruz y Nogales. Forma parte de un proyecto estratégico con una inversión que supera los $7 mil millones de pesos.