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Transformemos el mundo ¿Cómo convivir amablemente?

Las personas más amadas son las que tienen mayor capacidad de entrega, tienen tiempo para los demás, prestan atención, tienen un lenguaje gentil, comprenden y logran sentir las congojas y las alegrías de los demás

Por Guadalupe Rojo

Todo en esta vida tiene su técnica y su método. Lograr una convivencia armónica en el hogar, en una empresa, en una institución hace necesario sortear algunos inconvenientes.

Cuando alguien quiere lograr algo en cualquier campo de la vida, lo primero que hace es prepararse, armándose con las herramientas y los conocimientos necesarios para lograr su objetivo.

Convivir, no es la excepción, así que entremos de lleno al tema nombrando las virtudes que se han de cultivar para rodear nuestro entorno de amabilidad y afecto.

Lo primero es no pensar siempre que las personas tienen malas intenciones o quieren molestarte. A veces se puede ser un poco torpe o falto de prudencia, pero es realmente poco usual que las personas actúen intencionadamente de mala fe.

Trabaja en convertirte en una persona amable, es decir digna de ser amada. Las personas más amadas son las que tienen mayor capacidad de entrega, tienen tiempo para los demás, prestan atención, tienen un lenguaje gentil, comprenden y logran sentir las congojas y las alegrías de los demás. Siempre tienen disponibilidad para proporcionar a los demás las ayudas que es posible darles.

La paciencia es una virtud que se aprecia mucho en este tiempo de prisas y múltiples actividades, no resulta agradable la persona que siempre esta apurada y hace parecer un privilegio regalarnos un poco de su tiempo. Ninguna relación puede prosperar si no dedicamos tiempo y mostramos agrado en la compañía que los demás nos brindan y que damos a otros.

Hace falta también para la buena convivencia el autodominio y el respeto, no es agradable para nadie tener que soportar el mal carácter de las personas que no logran manifestarlo de una manera adecuada y respetuosa, hay que pensar que cuando la ira hace presencia, pueden salir de nuestra boca dichos de los que nos podemos arrepentir y resulte difícil reparar las ofensas que al calor del disgusto dejamos salir,

No podemos hablar de buenas relaciones interpersonales si no hablamos de la virtud de la madurez que nos permite dar a cada acontecimiento la respuesta adecuada, sin exagerarla haciendo un drama de cada pequeño contratiempo que el día a día presenta o aun de grandes problemas, que requieren de nuestra concentración e inteligencia para resolverlos.

La persona madura, tampoco desestima los problemas, ignorándolos o restándoles importancia y dejándolos sin resolver.

El buen humor es importante, pero hay que evitar a toda costa las burlas, o las diversiones a costa de ridiculizar o exponer a los demás.

Nuestro cerebro es muy parecido a una computadora, hay que meter en él, buenos programas, no hables de cosas desagradables, llena tu mente con buenos conocimientos, con cultura, con arte, infórmate de las cosas que están pasando en el mundo, crea tus propias opiniones y busca incansablemente la verdad para que puedas discernir y argumentar sobre los temas que haga falta.

Sé tolerante con las ideas de los demás, sin ceder en tus principios personales sobre moralidad, si no es posible conciliar, evita hablar de ellos, busca temas de unión y no de discordia.

Pero sobre todo lo demás sé auténtico, esfuérzate en ser de una sola pieza, para que los demás perciban que los amas, que son importantes en tu vida y que te complaces con su presencia y su amistad de una manera sincera.

No esperes recibir nada a cambio, el amor es desinteresado, si los demás no llegaran a apreciar nuestro trato amable, no te sientas contrariado, y sigue tratando a todos con el mismo esmero.

“La caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades, en sacar edificación en los menores actos de virtud que se les ve practicar”: Sta. Teresita de Niño Jesús.

Ay que amar a los demás, no por sus virtudes, sino porque queremos.

Y aunque hay mucho más, para convertirnos en personas amables, yo quisiera terminar hablando del perdón.

No podría haber relación de convivencia pacífica, si no estuviéramos abiertos a perdonar a quien nos ofende, pues el perdón no es un acto de la voluntad del otro, el perdón es un acto de la voluntad del ofendido.

El perdón es acto de amor, es un regalo para el otro, que libera a quien lo otorga de cualquier sensación de amargura.

Aprende a perdonar y a pedir perdón cuando te has equivocado.

Hagamos el ejercicio de imaginar una sociedad en la que las personas cuidan su manera de convivir, como quien cuida un tesoro delicado.

¡Realmente lograríamos transformar el mundo¡

Tratemos a los demás de la misma forma en que nos gustaría ser tratados.