Un diálogo abierto sobre los orígenes de El Pitic
Por Imanol Caneyada/
Los historiadores María del Carmen Tonella, Joaquín Robles Linares y José Rómulo Félix ofrecieron una interesante plática en torno a la fundación de Hermosillo que en este mes de mayo cumple 313 años
Entre la anécdota y el dato histórico, el presidente de la Sociedad Sonorense de Historia Joaquín Robles Linares, el cronista de la ciudad José Rómulo Félix y la historiadora María del Carmen Tonella, establecieron un ameno y ágil diálogo para celebrar el 313 aniversario de la ciudad de Hermosillo.
Con el alcalde Alejandro López Caballero y el director general de IMCATUR, Óscar Mayoral Peña, en primera fila, acompañados de un nutrido grupo de interesados, el “Diálogo sobre los orígenes de El Pitic” inició pasadas las ocho de la noche del martes 21 de mayo; en el transcurso de una hora, los tres historiadores platicaron entre sí y con el público sobre la fundación de la capital de Sonora y sus incipientes años hasta consumarse la Independencia.
El lugar fue el auditorio de la Sociedad Sonorense de Historia y la iniciativa, auspiciada por el Ayuntamiento de Hermosillo a través del IMCATUR, sirvió para conmemorar el onomástico del antiguo Pitic, que data del 18 de mayo de 1700.
La primera fecha toral, a decir de los expositores, hay que ubicarla en la fundación de la Santísima Trinidad del Pitiquín por el alférez Juan Bautista de Escalante, el sacerdote jesuita Adamo Gilg y el capitán pima Pedro Baricua, en lo que hoy es la presa Abelardo L. Rodríguez, habitada en ese entonces por un grupúsculo de indios pimas.
En gran medida, ilustraron los conferencistas, la invitación del jesuita Gilg para que acudiera la fuerza militar de la Corona a esta región fue con el fin de proteger a los pimas de los constantes ataques seris, un pueblo que no aceptaba fácilmente la colonización.
Sin embargo, el intento de asentar una población en la hoy Hermosillo no fructificó de inmediato. Varias veces se pobló y despobló el vado del Río Sonora.
No es hasta 1741 que la región cobra un cierto interés para la Corona española, cuando es enviado a estas tierras el sargento mayor Agustín de Vildósola y Aldecoa, gobernador de la provincia de Sonora y Sinaloa.
Con la autorización del Virrey de la Nueva España, Pedro Castro Figueroa y Salazar, Duque de la Conquista, fundó la guarnición militar o Presidio de San Pedro de la Conquista de El Pitic, en honor del virrey, con 50 soldados españoles.
De esta forma, dicho presidio se convierte en el origen de Villa de Seris, antecedente directo de Hermosillo.
Si algo del destino de un pueblo está en su pasado, no podemos extrañarnos entonces por los sorprendentes datos que proporcionaron los historiadores durante la charla: el tal Vildósola, arropado por los mineros vascos de la zona y los jesuitas (cuyo fundador es vasco), resultó un gobernante fraudulento pues nunca construyó el presidio y terminó esclavizando a los pimas para su causa.
En donde hoy se asienta el centro de la ciudad, el mayor Agustín Vildósola tenía cientos de acres de tierras que la soldadesca y los indios laboraban de sol a sol.
El fraude duró hasta la llegada del Virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, quien mandó investigar la situación en ese rincón perdido de la Nueva España.
De resultas, por los abusos y los malos manejos de Vildósola en la gestión del presidio, cayó de la gracia de las autoridades virreinales; a causa de ello, la guarnición que estaba asentada alrededor del actual Cerrito de la Cruz, atrás de la hoy Casa de la Cultura de Hermosillo, pasó a fundar San Miguel de Horcasitas (en honor del nuevo virrey).
La tercera fecha clave para entender la consolidación de Hermosillo como proyecto urbano, los conferencistas la situaron en 1780, con el regreso del presidio y, tres años después, con la obtención de la categoría de Villa del Pitic.
Para ese entonces, los colonos españoles y criollos habían descubierto que la zona era de tierras fértiles y abundante en agua, así que la Villa del Pitic presentaba ya una población de unas cinco mil almas y contaba con un extenso entramado de acequias que alimentaban las huertas.
Prueba de ello es el único vestigio colonial con que cuenta la ciudad: el acueducto a cal y canto ubicado a un lado de la Casa de la Cultura. El presidio debería haber sido el otro, pero Vildósola, que nos dejó el nombre para una de las avenidas más importantes de Hermosillo, nunca lo construyó.
Llegó la guerra de Independencia, pero Sonora se mantuvo indiferente, coincidieron los expositores.
De hecho, cuando un general enviado por el cura Hidalgo a propagar el espíritu independentista por estas tierras, de nombre José María González Hermosillo, llegó a las inmediaciones de San Ignacio Piaxtla, Sinaloa, fue derrotado por un contingente sonorense que no compartía las ideas libertarias de los insurgentes.
Fuera de eso, la guerra de Independencia pasó de noche por aquí.
No es hasta 1828, una vez consumada la separación de México de la Corona, que el Congreso de Occidente, en honor del mismo general insurgente José María González Hermosillo, y con el objeto de congraciarse con las nuevas autoridades, nombra a la Villa del Pitic como Ciudad de Hermosillo.
“Diálogo sobre los orígenes de El Pitic” es una iniciativa que se enmarca en la celebración de la fundación de la ciudad, la cual culmina con las Fiestas del Pitic, que se llevarán a cabo del 30 de mayo al 2 de junio.
