Un “show” intermitente, el trabajo de un joven malabarista en las calles
Por Guillermo Saucedo/
El semáforo pasa de estar de verde a rojo, y rápidamente Román “el malabarista”, de 18 años de edad se acomoda sobre el paso peatonal, pues sabe que tiene poco tiempo para hacer su rutina de malabares para conseguir unas monedas.
Un trio de naranjas combinada con su destreza, son los elementos para que el joven estudiante de prepa realice los malabares con éxito, no es mucho lo que gana, pero asegura que es lo necesario para cubrir sus gastos.
“La verdad es poco el dinero que recolecto, a duras penas alcanzo a agarrar unos 60 pesos si bien me va, voy dos o tres veces a la semana, unas dos horas, con eso me alcanza para mis gastos que son mínimos”, platica Román.
Narra que desde niño siempre le gustó jugar con naranjas, ver qué tanto tiempo duraba haciendo malabares con ellas, qué tan alto las lanzaba, y hasta hace ya siete meses se atrevió a presentarse a cruceros.
Román no cuenta con ningún tipo de permiso para estarse presentando, ya que según la ley, él ejerce un oficio en la vía pública, debido a que él realiza una actividad con fines de autoempleo obteniendo con ello un beneficio económico.
“No cuento con ningún tipo de permiso, todo es a la malagueña, he tenido suerte ya que no me han dicho nada, ni han tratado de quitarme los policías, jamás he tenido la necesidad de darle mochada a nadie por estar chambeando”, asegura el malabarista.
Es por ello que Román no se queda en un solo lugar, pues está llevando su show a diferentes cruceros para que, según él, los policías no lo tengan checado, además de que nunca se ha topado con alguien que le haga competencia en los malabares.
Este trabajo, y todos los que incluyan estar entre los carros son peligrosos, pues lamenta que muchas personas son imprudentes al arrancar en cuanto el semáforo se pone en verde, sin darle oportunidad de orillarse.
“Es peligroso, hay que estar alerta cuando cambia el semáforo porque muchos solo arrancan y te echan el carro encima, por eso hay que calcularle bien al tiempo”, lamenta Román.
Y es que se le ha hecho costumbre el ser su propio jefe, ir a realizar su show cuando él quiera, pero dice que eso es temporal, pues no piensa estar toda su vida haciendo malabares, él quiere superarse, es por ello que está haciendo la preparatoria abierta.
Por último, el joven explica que no está haciendo algo malo, simplemente está trabajando honradamente, y que más que un trabajo, se podría decir que el malabarismo es un arte.
“Me siento como un artista callejero, y no como un delincuente como muchos me ven, he pensado darle otro enfoque y hacer algo ‘chilo’, pero pues estoy solo, los compas no me siguen la cura”, externa Román, el malabarista.
El semáforo nuevamente cambia a rojo, es la oportunidad de dar otro show, otros minutos, otro público, otras monedas, otra oportunidad.