Universidad de Sonora: Una idea, un puerto, una página
Por Héctor Rodríguez Espinoza
En la posguerra y milagro mexicano, a fines de la etapa del honrado presidente Adolfo Ruiz Cortines, fungía como Rector de la Universidad de Sonora el Ing. Norberto Aguirre Palancares. Agrónomo culto, invitó a enseñar en la Institución a Emiliana de Zubeldía, a Martha Bracho, a Alberto Estrella y al Mayor Isauro E. Sánchez Pérez.
En lo político, Aguirre Palancares no congenió con el gobernador Álvaro Obregón Tapia y volvió abruptamente al DF. (Llegó a ser Jefe del Departamento Agrario con Gustavo Díaz Ordaz y se jactó del reparto de más tierras que el Presidente Lázaro Cárdenas, aunque de menor calidad).
La Escuela de Derecho, con su Director fundador, Lic. Enrique E. Michel, vivió su primera crisis de nacimiento, al irse a México 13 de los 17 alumnos fundadores.
La Universidad la disfruté desde septiembre de 1956, que inicié mis estudios de Secundaria y por mi privilegiada participación en eventos y giras de extensión relevantes, en la Banda de Música dirigida por el inolvidable Mayor Sánchez Pérez.
Eran los tiempos de la Guerra fría, el milagro mexicano seguía, presidía el país el carismático Lic. Adolfo López Mateos, pero represor de ferrocarrileros.
En la Universidad entró al relevo el Rector Lic. Luis Encinas Johnson, normalista y abogado culto, ex magistrado del DF y ex Diputado local quien, enfermo de lepra, había sido desahuciado por médicos (su libro «Progreso y Problemas de México»). Se sobrepuso al infortunio. Consolidó a la Institución, creó Radio Universidad, apoyó el deporte, al rescate la Escuela de Derecho contrató en la UNAM a los prometedores jóvenes —con estudios de posgrado— Mtros. David Magaña Robledo, mercantilista y procesalista; Cipriano Gómez Lara, teórico del proceso y autor de un libro clásico y Carlos Arellano García, prolífico internacionalista. Fueron años de trabajo, orden, actividades constructivas y 20 años sin huelgas.
Desde el balcón de rectoría oteó el horizonte hacia cuadras al Sur (el palacio de gobierno) y, con «el paro» del ex presidente Abelardo L. Rodríguez ante el Presidente López Mateos, obtuvo la candidatura del PRI y la gubernatura.
Ésta es la recreación de su relato que una fortuita y cafecera tarde, oímos en la oficina del Ing. Armando Hopkins Durazo (+), éste, Antonio Duarte García y yo:
«-Fíjense, una vez que el ex presidente Abelardo L. Rodríguez, a petición mía, me consiguió una preciada audiencia con el Señor Presidente, me presenté puntual en Los Pinos, con un gran legajo de revistas y periódicos nacionales y locales que alababan mi gestión como rector. Le expresé: -Señor Presidente: mis adversarios objetan que, por las secuelas de mi mal que no oculto, soy incapaz de gobernar mi Estado. Pero si estas manos —agitándoselas deformes, con su tic nervioso, lentes obscuros y vehemencia— fueron capaces de regir la Universidad, ¡también lo son de regir a Sonora…!»-.
López Mateos nada dijo, pero operó para que el PRI lo postulara, en borrascosa Convención en el Cine Sonora.
En el verano de 1961
Se suscita el primer conflicto político en que se involucró la Unison. Óscar Monroy, tormentoso poeta (¿pleonasmo?) nogalense dio su visión en «Sonora, en torno al valor de mi pueblo».
Como Gobernador, Encinas respetó la autonomía universitaria. Fueron buenos 5 años de su gobierno, pero el último —¡electoral, por supuesto!— incendió la Casa de estudios y la entidad. Los testigos y hemerotecas esperan investigadores para revelar TODA la verdad histórica.
Textos relevantes
Luis Encinas Johnson: «La alternativa de México» /1969).
Ismael Mercado Andrews: “El día que explotó la rabia”, Editorial Unison/ 2° edición.
Rubén Duarte Rodríguez: “En el principio, está la teoría de la conjura…1967 III”/Dossier Político.
Armando Zamora, Historias del lado sucio, 2012: Unison: La huelga del 67. Fuente: Carlos Moncada. Historia General de la Universidad de Sonora. Tomo III.
(Dejo para la 2° parte la acuciosa cronología que contiene la tesis del Dr. Joel Verdugo: “Los documentos personales como herramientas analíticas en el estudio de los movimientos sociales: el caso de la Universidad de Sonora (México), Universidad de Rovira I Virgili, Tarragona, España, 2011, 477 pp.)
Gustavo Díaz Ordaz
El milagro mexicano terminó, a Díaz Ordaz se reclamó apertura democrática. Asumió la Rectoría el cardiólogo Moisés Canale Rodríguez. Viví, desde la escuela de Derecho, su entrega y pasión, no exento de diferendos estudiantiles. Dignificó el cargo, apoyó el deporte y la difusión cultural en pueblos, creó la Escuela de Altos Estudios, con apoyo de un maratón de estudiantes de Leyes fundó, el 12 de octubre de 1962, Radio y TV Universidad y nos dio presencia nacional.
(Egresé en verano de 1966, desde Cajeme vi, ausente, el movimiento de 1967 en Sonora y Tlaltelolco 68. En noviembre ingresé al Juzgado 1° de Distrito de Hermosillo e inicié mi docencia en la Escuela de Derecho).
Pero Canale cedió a la tentación política. Oteó también hacia Palacio de Gobierno y deseó seguir los pasos de Encinas. Pero ya no presidía el país el caballeroso Lic. Adolfo López Mateos. Gobernaba un —calificado por la historia patria— autoritario. Don Moisés ya no competía contra los ilustrados seguidores del abogado Fausto Acosta Romo, sino con la «ola verde» del agreste Faustino Félix Serna (¡Faustino No!, pegajoso y famoso grito y engomado creado por el Lic. Rafael Vidales Tamayo).
Canale, tras ser impunemente vejado, renunció. Fue un digno ex rector. (Falleció el 3 de septiembre de 2013).
Lo relevó el Director de Derecho, Lic. Roberto Reynoso Dávila (+). El Batallón Olimpia asaltó la Universidad el 17 de mayo de ese 1967, un año antes del 2 de octubre de 1968.
¿Cuáles fueron sus ideales?
Por mi parte, he contribuido con un libro electrónico “El movimiento estudiantil de 1967 en Sonora. ¿Cuáles fueron sus ideales? Antología Pedagógica.”
¿Qué contiene?: Un rico y elocuente mosaico de voces de Jesús Bojórquez Woolfolk, Jesús Enríquez Burgos, Gustavo Adolfo Reyes Salazar, Ricardo Garibay, Hilario Valenzuela Corrales, Víctor Alcaraz Ortega, Guillermo “Memo” Moreno, Rafael Vidales Tamayo, María Cristina León de Aldrete, Carlos Moncada Ochoa, Arturo Valenzuela Calderón, Héctor Vásquez del Mercado, Abelardo Casanova Labrada, Jesús Alberto Larios Gaxiola, Jorge Ontiveros Almada, José Luis Jardines, Gastón Cano Ávila, Gilberto Escobosa Gámez, Roberto Reynoso Dávila, Carlos Armando Biebrich Torres, Luis Encinas Johnson, Oscar Monroy Rivera, Marco A. López Ochoa, José Valverde, Ismael Mercado Andrews, Javier Valenzuela, Joel Verdugo, Pascual Mora, Rubén Duarte Rodríguez, Heriberto Galindo Quiñones, Emma Consuelo Gutiérrez M., Laura Colosio Murrieta, Juan Antonio Ruibal Corella y Alejandro Olais./CD
Por supuesto que NO SON TODAS LAS VOCES. El tema es una veta inagotable. Todavía en estos días El Imparcial, que cubrió desde su óptica e intereses esta singular jornada cívica, está publicando sendos testimonios del entonces preparatoriano, gravemente herido y hoy próspero empresario, Alfredo González Jiménez y del entonces alumno de 2° Secundaria, Dr. Armando Moreno Soto (14 y 15 de mayo 2017), que deberé incorporar.
Brindemos
¿Qué ha sido de aquella generación de muchachos rebeldes con una difusa causa?
La verdad ya no los veo. Como decía Mario de la Cueva, pareciera que las actuales camadas sólo buscan, sin escrúpulo alguno, el dinero y el poder. El poder y el dinero, este excremento del diablo, como lo llamó Giovani Papini.
¿Qué ha sido de aquella entonces joven Universidad, que cumplía sus primeros 25 años?
Saludo, con respeto, a los ahora septuagenarios “aguiluchos” sobrevivientes de ese capítulo tan romántico como enigmático que, en esta semana, están reunidos, evocando tantos recuerdos, con sus hijos y con sus nietos.
La mayoría de esos jóvenes de antaño, al paso de cinco décadas, ha sido —en el fondo de su corazón y conciencia— congruente con sus románticos ideales de entonces.
Algunos habrán caído en la tentación del Buñuelista «dulce encanto de la burguesía».
O —como el elocuente poema de Emilio Pacheco—: «Jóvenes activistas de antaño se reúnen:/ hemos llegado a ser/ aquello que tanto combatimos / cuando teníamos /20 años de edad».