Vientres de alquiler, una nueva esclavitud
En México este tipo de “explotación de mujeres con fines reproductivos”, está creciendo, para constituirse en un “paraíso” en esta materia; ¿Puede ser objeto de contrato el útero de la mujer y la criatura que nace?
Por Dr. Jorge Ballesteros
La maternidad subrogada, junto a otros nombres —gestación sustitutiva y alquiler de vientre— denominan habitualmente la práctica en la cual una mujer, previo acuerdo de las partes, se compromete a llevar adelante un embarazo y entregar al niño en el momento de nacimiento a una pareja o persona, renunciando a sus propios derechos como madre a cambio de dinero.
Vientres de alquiler es una práctica cada vez más extendida, significa llanamente la compra y venta de mujeres como método de inseminación artificial. La mujer se convierte en una fábrica prestadora de su vientre por un contrato económico y los hijos resultantes son tratados como mera mercancía.
Quieren convencernos de que las mujeres son vendibles y comprables, despojándolas de su valor como seres humanos, cosificándolas, viéndolas como medios y no como fines, legitimando cualquier violencia contra ellas, pero, ¿se puede comprar todo, en términos éticos? ¿El hecho de la libertad individual justifica que lo compremos todo?
La maternidad de alquiler, más conocida como vientres de alquiler o gestación por sustitución, no constituye ningún progreso ni avance social. Por el contrario, es sino una nueva forma de explotación de la mujer y tráfico de personas que convierte a los niños en productos comerciales.
Supone, por tanto, una flagrante violación de la dignidad tanto de la madre, como del niño.
“La tecnología médica ha logrado que el útero se convierta en un espacio público transitable y negociable, fragmentando la experiencia corporal femenina e ignorando la identidad global de la mujer (además de anular el rol y el lugar del padre)”.
Lidia Falcón, una feminista española, denuncia que, “de la misma manera que la esclavitud no solamente se utiliza la capacidad laboral del trabajador sino la persona misma, y por eso es infame, manipular el cuerpo femenino para fertilizarlo, embarazarlo y después sustraerle el “producto” como si se tratara de que hubiera fabricado zapatos”.
Las razones por las cuales una pareja decide alquilar el útero de otra mujer son múltiples. Puede ser una pareja estéril o personas que no quieren que el embarazo interfiera su carrera profesional o que prefieren evitar los trastornos físicos, también el deseo de una pareja homosexual o lesbiana de ser padres.
Clases de madres de alquiler
Madre de alquiler tradicional: Es aquella mujer que ha sido inseminada artificialmente con el esperma del hombre que desea ser padre o con un donante anónimo de esperma. La mujer, que en este caso es la madre biológica del bebé, deberá dar el niño en adopción a los futuros padres.
Madre de alquiler gestacional (vientres de alquiler): Es aquella que toma los óvulos de la madre biológica y que ya han sido fecundados in vitro con el esperma de su pareja. Esos embriones se transfieren a la madre gestacional, la cual llevará a término los embriones que se desarrollen dentro de su vientre. En el alquiler gestacional de un vientre los nombres de los padres biológicos aparecen en el certificado de nacimiento del bebé que se realiza en el hospital, lo que significa que queda registrado como hijo de la pareja.
India se ha convertido en un paraíso para las parejas infértiles: Desde 2002 ese país asiático permite el alquiler de vientres, el negocio de las madres subrogadas. En un país donde la mayoría de la población sobrevive con menos de dos dólares diarios, una oferta de 5 mil euros es muy tentadora. Muchas mujeres de clase baja la aceptan, aunque por el exceso de “trabajo” pongan en riesgo su salud y su vida, y la de los bebés que gestan.
Una legislación laxa y precios sin competencia permiten a mujeres de todo el mundo con problemas de fertilidad, a hombres solteros y a homosexuales alcanzar el sueño de ser padres en la conservadora India. Al mismo ritmo que crece la industria aumentan las críticas ante un negocio moralmente ambiguo. “Las mujeres no tienen poder de negociación y la falta de regulación lleva a que apenas reciban apoyo legal. Esto facilita su posible explotación”, explica N. B. Sarojini, directora del Grupo de Recursos para la Mujer y Salud de Nueva Delhi.
Otros críticos señalan la falta de consideración por la salud de las madres subrogadas. “La salud de la mujer no es la prioridad”, afirma Kamayani Bali Mahabal, abogada y activista especializada en los derechos de la mujer. “Los médicos en la India implantan hasta seis embriones mientras que en otros países el límite es tres. Esto provoca múltiples fetos y puede crear serios problemas, como el nacimiento de bebés muertos e incluso la muerte de la madre”.
Madres de alquiler como producto desechable
Durante el embarazo, el contacto entre la madre de alquiler y los padres que la han contratado se hace estrecho y todo son atenciones. Pero una vez que el procedimiento jurídico ha terminado y el contrato concluye, la pareja contratante desaparece y la madre de alquiler se convierte en un elemento innecesario, molesto y amortizado, en términos de mercado, y siente todo el peso de la explotación, de la separación del bebé, de la cosificación del embarazo y de los intereses creados de una transacción comercial que implicaba a personas completas y no a productos de compra-venta (profesionales por la ética.org).
En México este tipo de “explotación de mujeres con fines reproductivos”, está creciendo, para constituirse en un “paraíso” en esta materia. En México, la renta de vientres de alquiler está prohibida y sólo Tabasco y Sinaloa cuentan con la figura de maternidad subrogada. Sin embargo, hay hospitales privados que hacen el procedimiento bajo otros nombres. En el Distrito Federal hay clínicas privadas que promueven este tipo de prácticas.
Se ofrece a las mujeres que gestan un bebé van desde 10 mil, 50 mil, hasta 100 y 120 mil pesos, a las mujeres que gestan el bebé; sin embargo, de esas cantidades, muchas tienen que pagar sus propios gastos médicos, de ahí mismo; a las parejas muchas veces se les cobra en dólares hasta 45 mil dólares
Juicio ético de la los vientres de alquiler
¿Puede ser objeto de contrato el útero de la mujer y la criatura que nace? Creemos que no, porque no es posible evitar la mercantilización y, por lo tanto, la cosificación de que se hace objeto a la mujer gestante y los propios niños.
La admisión legal de contratar un vientre para gestar un hijo a favor de terceros refuerza los estereotipos de género y da lugar al surgimiento de nuevos colectivos de mujeres explotadas como sucede en la India, Nepal, Ucrania, Reino Unido, Canadá, Corea, Tailandia, Israel, Hungría, Grecia, Holanda y por supuesto México.
Esto está generando en dichos países un negocio, que independientemente de la poca ética o moral que pueda tener para algunos, da mucho dinero a otros. Algunos médicos y abogados se están especializando en estas prácticas ya que ven en ellas un potencial económico muy alto que se puede explotar de manera organizada.
Se puede contestar que el recurso a alquilar un vientre conlleva también el deseo de ser padres biológicos, pero ello suscita otra pregunta ¿Por qué es más legítimo el deseo de ser padre biológico que el deseo sobrevenido de quedarse para sí el hijo que una mujer ha gestado y alumbrado? Porque lo cierto es que ya son muchas las madres gestantes arrepentidas y los juicios legales que se han suscitado.
Otra de las cuestiones que ha suscitado muchísimo interés ha sido la vida de una “madre de alquiler”. Muchas de estas mujeres se toman en serio lo que hacen y tratan de cuidarse por el bien de el niño, sin embargo otras mujeres debido a su falta de amor por los demás no se cuidan, beben y comen lo que quieren e incluso fuman, por no mencionar otras actividades de la vida de muchas mujeres, especialmente de bajo status. Esto sabemos que conllevará consecuencias para el niño.
En cuanto a la revelación del origen del hijo, es un tema también de debate. Entonces, si nuestro hijo fuera producto de una donación de gametos, ¿deberíamos decirle la verdad? El ser humano tiene derecho a saber su origen y al no informar acerca del mismo se está violando la autonomía del niño.
“El hijo no es un derecho sino un don”. “El don más excelente del matrimonio es una persona humana”. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que conduciría el reconocimiento de un pretendido “derecho al hijo”. A este respecto, sólo el hijo posee verdaderos derechos: el de “ser el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres, y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción”.
*Asociación Sonorense de Filosofía ASFIL.