¿Y a quién hay que conocer para ser embajador de México en un paraíso tropical?

Por Periodismo sin corbatas/Alberto Moreno
Claudia Pavlovich, exgobernadora de Sonora por el PRI, fue oficialmente nombrada embajadora de México en Panamá. Así, sin más, como quien cambia de balcón con vista al Mediterráneo por uno con vista al Canal. De Barcelona a Panamá, en primera clase y con salario diplomático de más de 160 mil pesos al mes. Nada mal para alguien que, al dejar el cargo, salió por la puerta de atrás, sin aplausos, y con el PRI tronándole los dedos.
Lo sorprendente no es que haya sido nombrada —sabemos que en la política mexicana los favores se pagan en dólares o en embajadas—, lo sorprendente es la impunidad con la que se premian trayectorias más bien opacas. Años después del incendio en la guardería ABC, el nombre de Pavlovich sigue generando rechazo en Sonora. Pero acá no pasó nada. Al contrario: ascenso, viaje, sueldo, diplomacia.
Desde Palacio Nacional aseguran que “no hay ninguna investigación en su contra”. Y como no hay expediente, no hay problema. Porque en México, si no hay denuncia formal, entonces no hubo tragedia, no hubo negligencia, no hubo corrupción. Solo un nuevo cargo con chofer.
¿Entonces qué se necesita para que a uno lo manden a representar a México en alguna joya tropical del planeta? ¿Haber gobernado un estado con escándalos y mala fama, traicionar al partido que te llevó al poder, y luego levantar la mano?
Quizá la pregunta más honesta no sea “¿a quién hay que cogerse?”, sino ¿quién te tiene cogido para que te traten así de bien?
Mientras tanto, los verdaderos diplomáticos de carrera —esos que estudiaron idiomas, relaciones internacionales y han servido en consulados durante años— se rascan la cabeza. Porque en la política mexicana, el mérito es una leyenda y los cargos son un premio a la lealtad… o a la utilidad.
Y ojo: no es nada personal con Claudia. Pero que nadie se haga el sorprendido cuando la ciudadanía pierde la fe en sus instituciones. Si premiar lo cuestionable se vuelve rutina, ¿qué mensaje estamos mandando? Que en México, si fracasas en casa… te mandan de embajador.