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Yaquis denuncian falta de espacios para rituales de Cuaresma en Hermosillo

Por Cristina Gómez Lima 

Indígenas de la tribu yaqui asentados en Hermosillo, denunciaron sistemático desplazamiento territorial por parte de autoridades estatales y municipales de los terrenos donde tradicionalmente celebran sus ceremonias de Cuaresma.

Año tras año, buscan lugar para sus rituales étnicos, pero siempre se topan con que el desarrollo comercial es prioritario a la cultura.

Desde mediados del siglo XVIII, familias enteras de esta etnia llegaron a Hermosillo para buscar empleo y desarrollo, continuando con sus ritos de peregrinar como fariseos desde el miércoles de Ceniza hasta el domingo de Resurrección, emulando la pasión de Cristo; sin embargo, en el sitio donde llevaban a cabo la ceremonias año con año frente a miles de espectadores, se está construyendo un hotel, quedando relegados.

Situación que ha provocado un descontento al grupo étnico, incluso salieron a las calles del Centro a marchar para exigir su derecho constitucional, el cual indica que los pueblos indígenas o provenientes de la época prehispánica ubicados en territorio nacional son dueños de sus tierras.

“La Ley protegerá la integridad de las tierras de los grupos indígenas, considerando el respeto y fortalecimiento de la vida comunitaria de los ejidos y comunidades, protegerá la tierra para el asentamiento humano y regulará el aprovechamiento de tierras, bosques y aguas de uso común y la provisión de acciones de fomento necesarias para elevar el nivel de vida de sus pobladores”, dicta el inciso 7 del artículo 27 Constitucional.

Las colonias donde se asentó la etnia fueron: El Coloso, La Matanza, Revolución, Las Pilas y Hacienda de la Flor.

Manuel Rentería Jaques, teniente primero de la colonia Revolución, señaló que desde 1994 se han visto afectadas las fiestas de Semana Santa al no contar con un espacio establecido, debido a que en ese entonces, el gobierno estatal a cargo de Manlio Fabio Beltrones proyectó varios edificios de urbanización en la zona de asentamiento indígena, entre ellos el Centro de Gobierno Federal.

“Es indispensable que tengamos un lugar fijo para seguir con la tradición, a los hermosillenses les gustan nuestras tradiciones porque saben que también les pertenecen, no son ajenos como el Gobierno lo cree”, señaló Rentería que lidera un grupo de 400 yaquis.

Por su parte, la presidenta municipal y ex sindica municipal de Hermosillo, Angelina Muñoz Fernández, aseguró que el Ayuntamiento no cederá el terreno solicitado a la tribu, aun cuando éste sea su derecho.

El argumento de la Munícipe se basa en que sólo en la época de cuaresma los indígenas requieren de un terreno, por lo que aseguró es innecesario entregarles un lote en una zona de crecimiento urbano. Además de utilizar el terreno para las fiestas cuaresmales, ellos requieren de un lugar para  ofrecer sus ritos, vender artesanías y crear un punto de la etnia yaqui en Hermosillo.

La Presidenta Municipal consideró que es más apropiado entregarles algunos baldíos o predios en “comodato”, es decir prestárselos sólo para las festividades de Semana Santa. «Sí les damos la autorización que instalen sus ramadas y realicen estas tradiciones y se les acompaña con vigilancia de parte de la Policía Municipal, pero un terreno no, es innecesario”, declaró.

Dichos terrenos están ubicados a espaldas de la Sauceda sobre el bulevar Serna y otro en el Coloso Alto o Country Club, por la calle circunvalación final donde los grupos de las Amapolas, Revolución, Coloso Alto, Coloso Bajo, la Matanza y el Ranchito, utilizan para sus actos ceremoniales.

Aarón Morán Castillo, capitán de la Ramada de la Revolución, señaló que los tienen en comodato desde 1992, desde entonces ha buscado como legalizarlos. Dijo que la etnia está dispuesta a pagar los gastos de trámites notariales.

Tonatiuh Castro, investigador de las culturas sonorenses, propone dotar un terreno común para seis grupos.

El investigador de las culturas sonorenses, Tonatiuh Castro Silva, apuntó que dicha problemática étnica se debe a la incipiente organización al interior, la cual asegura ha sido aprovechada por los Gobiernos, que al crear división y entregarles información incorrecta, los excluyen con facilidad.

“Los yaquis han sido objeto de desinformación, se ha aprovechado al máximo su situación por parte de las autoridades locales”, declaró.

Tonatiuh Castro, reiteró que la dotación de un terreno para los yaquis es un derecho constitucional, resultado de la llegada de los yaquis antes de que las tierras se fundaran como República Mexicana.

Aunque actualmente los seis grupos rituales carecen físicamente del terreno, el investigador consideró justo que el Ayuntamiento dotara de un solo terreno para los seis grupos, con el propósito de evitar una segmentación de la tradición y una competencia entre ellos.

Los yaquis en la historia 

El asentamiento de los yaquis en la capital de Sonora surgió en 1744, cuando el gobernador Agustín de Vildósola, trasladó del sur del Estado a un grupo de indígenas para esclavizarlos en su hacienda.

En 1828, la entonces Villa del Pitic adquirió la categoría de ciudad con 13 mil 655 habitantes, 2 mil eran yaquis. Estaban también etnias como Guaymas, tiburones y Seris. Al recibir esta nominación de ciudad hubo un reparto que dejó de lado a las etnias, pero esto no determinó la desaparición del grupo, al contrario, fueron los únicos que persistieron en la zona céntrica de la ciudad.

Iniciando la etapa del Porfiriato en 1879, Hermosillo elevó su rango como capital, en ese período se definieron algunos asentamientos yaquis urbanos que persisten hasta estos días. Pero el crecimiento de urbanización demandó la creación de Casinos, centro comercial, catedral, plazas y teatros.

La Matanza se formó en los últimos años del siglo XIX a raíz de la construcción de la Penitenciaria del Estado en el Cerro de la Campana, debido a que los trabajadores de la obra fueron tanto yaquis recién llegados de otros pueblos, como de El Mariachi. 300 yaquis trabajaron en la construcción de cantera.

En ese entonces, la mayoría de los yaquis vivían en varias vecindades, otros tenían sus casas desperdigadas en las faldas de los cerros, todas eran jacales de carrizo y lodo pulido.

En ese momento, el Gobierno Porfirista realizó una brutal campaña de deportación de yaquis a las haciendas de Yucatán, Veracruz, Tlaxcala para venderlos como esclavos.

En la década de 1930, el barrio indígena comenzó a alojar a la industria, un molino harinero, una fabrica de galletas, otra de fósforos, así como empresas menores como una panadería, talleres de herrería y calzado.

Después, varía familias cambiaron de residencia a La Matanza y a El Coloso, que luego fueron desalojados por posesiones por la autoridades municipal por carecer de títulos de posesiones.

El principal terreno de los yaquis donde estaban sus vecindades y espacios de celebraciones cuaresmales fue vendido a un particular.

El desplazamiento de los yaquis de El Mariachi determinó la creación del Barrio El Coloso, el presidente Cárdenas reconoció a los yaquis parte de su territorio original y su autonomía política.

A principios de los años cincuenta se introdujo la electricidad, en el terreno que hasta entonces se había ocupado para las ceremonias de las cuaresma, el PRI construyó una cancha deportiva y una bodega, desplazando el lugar de la cuaresma.

Durante la presidencia municipal de 1976 a 79 se pavimentó la calle Nueva Circunvalación, y dividió el nuevo terreno cuaresmal de los yaquis.

En la zona se edificó el parque recreativo La Sauceda, Centro de Gobierno, supermercados, hospital privado y un hotel, sin embargo aun existen lotes que lucen ahora desérticos.

En la década de 1970, el grupo de El Coloso comenzó a realizar la conmemoración de cuaresma y semana santa, para 1996 ya demandaban al gobierno un espacio para asentarse definitivamente.