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¿Quién dice que no pasa nada?

Por Bulmaro Pacheco/

Sostener que “no pasa nada” es negar y desestimar la labor callada y constante de aquellos que se arriesgan, defienden sus ideas y se oponen a la política oficial

La versión de que políticamente “no pasa nada” en Sonora es sólo aparente, aunque bien podría oler a inducción para que la gente se quede quieta.

Se escucha con frecuencia que el gobierno puede hacer y deshacer lo que quiera y como quiera, porque en la sociedad, con la gente, “no pasa nada” ni pasará. ¿Será?

Por un lado la sociedad está desorganizada, los partidos enfrentan una crisis de credibilidad, los clubes de servicio ya no trabajan como antes, los medios de comunicación ―salvo muy escasas excepciones― lucen controlados, los poderes están partidizados. Nos faltan liderazgos y la oposición no refleja la unidad orgánica deseable como para tener un mayor peso político.

Por el otro, tenemos problemas que van y vienen, vemos al gobierno creando conflictos recurrentes, violentando la ley y cometiendo irregularidades administrativas. Y con este escenario aparece de nuevo la versión “y no pasa nada”. Pero, ¿qué tan cierto es esto?

Es aquí cuando se extienden las dudas en la sociedad: ¿Vas a protestar? Para qué, si no me hacen caso; ¿Vas a denunciar? Para qué, si no va a proceder, porque ellos tienen el control de los aparatos de justicia; ¿Vas a señalar la corrupción de que fuiste víctima? Para qué, si la denuncia va a pasar a dormir el sueño de los justos; ¿Vas a reclamar el que no te hayan cumplido algún compromiso? Para qué, si todos son iguales: Nada más piden el voto y se olvidan. ¿Vas a utilizar algún medio para que te escuchen? Para qué, si el gobierno ejerce un tremendo control sobre los medios y se publica sólo lo que ellos quieren; ¿Vas a organizarte para protestar? Para qué me expongo, si tienen golpeadores a sueldo que reprimen cualquier tipo de manifestación y les da por inventar provocadores con incondicionales, para amenazar a quienes protestan.

¿Qué queda entonces? En una auto resignación se escucha con frecuencia que debemos ser pacientes y saber esperar a que se vayan; ¡Qué el sexenio se acabe pronto!; o bien, se escucha que les queda poco tiempo y ya vienen las elecciones del 2015.

Para la mayoría, las cosas no resultaron como se pensaba. Muchos creyeron que el cambio político ―de partido en el gobierno― sería pauta de cambios fundamentales y motivaría el ánimo social para impulsar alguna transformación en la entidad. Muchos se fueron con esa finta. Se pensó que llegaría una generación con nuevas ideas, proyectos y actitudes políticas para el beneficio de la entidad; que pondrían en práctica nuevos sistemas para evitar los excesos y no repetir los vicios que tanto le criticaron a los gobiernos del PRI cuando estaban en la oposición.

La población, en lugar de protestar por los abusos y las desviaciones, se ha vuelto pasiva y poco exigente. Los representantes del nuevo gobierno pueden hacer lo que se les antoje, al cabo que no hay nadie que les ponga freno, ni el Congreso ni los partidos ni los medios de comunicación ni el gobierno federal, y mucho menos los órganos de control político y administrativo ―que en esta crisis han sido rebasados―.

En Sonora se dice, “no pasa nada” porque “nos falta cultura política”. Ésta es una verdad a medias, porque en cada proceso electoral, cuando se ejerce el derecho al voto, la población suele cobrar facturas a los partidos políticos y a los representantes populares que no le cumplen.

Se dice también que políticamente “no pasa nada” porque a la entidad le faltan liderazgos políticos y morales. En la diversidad de liderazgos existentes en la sociedad y en la política, muy pocos son los que ejercen la crítica en forma abierta y consistente. Existen temores arraigados de que criticar expone patrimonios y seguridades.

Se argumenta también “no pasa nada” porque faltan espacios políticos para ejercer derechos, y los partidos políticos no pasan por su mejor momento ―una oposición mediocre y deslucida― en materia de credibilidad y confianza; ¿dónde está, por ejemplo, el Partido del Trabajo?; el PRD ha dado batallas importantes pero le pesa una de sus representantes en el Congreso local; el llamado Movimiento Ciudadano apenas está en construcción, al igual que Concertación Ciudadana, de Manuel Espino.

El Panal, sumamente debilitado, contra sus principios mantiene una vergonzosa alianza sin la menor autocrítica con el gobierno, apostándole a la conveniencia, como si la política fuera un casino. El Verde muestra variantes entre su liderazgo estatal y su representación en el Congreso.

En el PRI las posturas se encuentran divididas entre su fracción en el Congreso; sus presidentes municipales cuentan con muy poco margen de acción por su enorme dependencia de las participaciones estatales y las amenazas políticas de los funcionarios del Ejecutivo. Sus organizaciones políticas están en proceso de integración y sus representantes federales (excepción de la solicitud de juicio político) han sido mesurados a la hora de opinar sobre los asuntos de política local.

Hay coincidencias en que “no pasa nada” porque no existe una auténtica oposición que actúe como contrapeso a las decisiones del Poder Ejecutivo.

Surge entonces la interrogante: ¿Dónde se encuentra la oposición actualmente? Está en la organización del movimiento por el agua del Valle del Yaqui, que ha resistido férreamente las agresiones y los enfrentamientos con el gobierno. También en la etnia yaqui, que ya se dio cuenta que la política indigenista estatal es más de lo mismo y sólo busca la manipulación.

Está en el movimiento de los llamados “Malnacidos” contra los impuestos, que no ceden y han enfrentado las agresiones y las divisiones fomentadas desde el poder. También en las madres de familia, que a cada rato hacen plantones y cierran calles para denunciar el mal estado de las escuelas.

En los transportistas, que se manifiestan masivamente y que no se han dejado avasallar por el intento de desplazarlos de sus concesiones.

También en la parte del PRI, que no ha sido sometida por el gobierno; en la parte del PRD donde el gobierno no pudo aplicar la estrategia “Chanchullo” en el Congreso local. Está en el panismo original y en el desplazado, que no está de acuerdo con el desorden del primer gobierno panista en Sonora que no cumplió ni con los principios ni con las expectativas que originó entre la gente y ejerce resignadamente la crítica.

Está en los muy escasos diputados locales del Congreso, que a pesar de las amenazas y las provocaciones, han resistido y no se han doblado.

Está en algunos comunicadores sociales, que con dignidad y una crítica constante resisten y no se han ido con la finta del llamado Nuevo Sonora, que ha buscado construir la verdad oficial. También en algunas organizaciones no gubernamentales que dan la batalla.

Por lo tanto, no es cierto que “no pase nada” y la tesis inducida cae por su propio peso. Sostener que “no pasa nada” es negar y desestimar la labor callada y constante de aquellos que se arriesgan, defienden sus ideas y se oponen a la política oficial. Sostener que “no pasa nada” es generalizar.

Lo lamentable es que no todos han hecho su trabajo y la resistencia se reduce a muy pocos, esos que a pesar de amenazas, y persecuciones han obtenido logros importantes que desmienten el “No pasa Nada.” Por ejemplo:

1. Se logró ―con todo y soberbia de los funcionarios―, que el gobierno quitara el “monumento al tubo” en Hermosillo después de que sus publicistas principales lo presumieron como una conquista única en la historia de Sonora, y “que ciudadanos solidarios lo habían costeado” (sic).

2. Han logrado que el Ejecutivo ya no se presente en eventos masivos ―no controlados― por temor al abucheo. La primera vez en la historia que un gobernador no inaugura el Festival Ortiz Tirado, que no se presentara ni en la inauguración ni el desarrollo de la Serie del Caribe, y tampoco en el desfile del 1 de Mayo. Solo en actos a modo y con invitados escogidos previamente.

3. El activismo ha logrado también que los problemas del gobierno sean ya de dominio público y estén lo mismo en el hombre de la calle, que en el llamado círculo rojo de la élite. A todos los niveles se critica y se señala.

4. En casi cuatro años del gobierno estatal no han resuelto ninguno de los problemas importantes de Sonora, todo por falta de acuerdos y diálogo. Sólo simula y pospone. Los principales siguen vivos y sin resolverse de fondo: acueducto, COMUN, transporte, congreso, deuda, desorden administrativo, ayuntamientos, indígenas, etc.

5. El gobierno ha tenido que acudir con una mayor frecuencia al liderazgo de la bancada del PAN en el Congreso de la Unión, para que le cabildee soluciones con el gabinete federal y los legisladores del PRI.

6. El gobierno ha echado al olvido la Ley de Participación Ciudadana, después del fallido plebiscito que querían empatar con la elección.

7. A causa de la ineficacia del gobierno, las tendencias del voto por partido en contra del PAN han subido considerablemente. Si la elección fuera hoy, el PAN en Sonora perdería por más de 18 puntos.

8. Ha sido el primer gobierno en la historia de Sonora que ha operado sin presupuesto de egresos en casi todo un año por un mal manejo de la política y por no lograr acuerdos políticos. Sus anunciados programas de austeridad sólo revelan desorden y crisis en el ejercicio de los recursos públicos.

El dilema para los contrapesos y los opositores es que no ha existido una acción pareja de parte de todos. Ha sido una lucha desigual. Unos han hecho la tarea, otros no. Unos simulan y otros trabajan, se la juegan, arriesgan y avanzan. Unos hacen como que se oponen, pero en el fondo defienden sus propios intereses. Otros se oponen y son perseguidos, atacados y amenazados. Otros con la consabida frase “yo ayudo más con mi silencio”, le sacan al compromiso y permanecen abúlicos.

Ante eso, el principal desafío de los partidos opositores será canalizar, encauzar, fortalecer y captar el sentimiento de inconformidad ciudadana para traducirlo en votos en el 2015. Una tarea difícil, pero no imposible.

Decir que en Sonora “no pasa nada” y que el gobierno puede hacer y deshacer no es tan cierto. Que no haya unidad y coordinación y que algunos en su responsabilidad hayan fallado, es otra cosa. Pero en Sonora, vaya que sí pasan cosas, y todo, gracias al esfuerzo de muy pocos, a pesar de las provocaciones y de tanto gasto en silenciarlos. Por ahí va el asunto. No hay que confundirse ni desanimarse.

Comentarios a: [email protected]; Twitter: @bulmaropacheco1

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